23 de septiembre 2018. Durante el rezo del Ángelus Regina Coeli,
presidido este domingo por el Papa
Francisco Parque Santakos de Kaunas, Lituania, el Santo Padre advirtió contra
los “impíos” que oprimen al pobre. Frente a ellos, propuso este antídoto:
“hacerse el último y el servidor de todos”. A partir de la lectura del día del
Libro de la Sabiduría, donde se habla “del justo perseguido, de aquel cuya
‘sola presencia’ molesta a los impíos”, el Pontífice contrapuso la actitud de
aquel que recuerda los sufrimientos del pueblo con la de quien pretende
eclipsar esa memoria con el “afán de primacía”.
En la lectura del Libro de la Sabiduría, “el impío es
descrito como el que oprime al pobre, no tiene compasión de la viuda ni respeta
al anciano. El impío tiene la pretensión de creer que su ‘fuerza es la norma de
la justicia’”. “Someter a los más frágiles, usar la fuerza en cualquiera de sus
formas: imponer un modo de pensar, una ideología, un discurso dominante, usar la
violencia o represión para doblegar a quienes simplemente, con su hacer
cotidiano honesto, sencillo, trabajador y solidario, expresan que es posible
otro mundo, otra sociedad”.
El Papa aseguró que “al impío no le alcanza con hacer lo que
quiere, dejarse llevar por sus caprichos; no quiere que los otros, haciendo el
bien, dejen en evidencia su modo de actuar. En el impío, el mal siempre intenta
aniquilar el bien”. En su reflexión, Francisco retrocedió 75 años en la
historia para recordar uno de los episodios más trágicos de la historia de
Lituania: la destrucción del Gueto de Vilnia durante la II Guerra Mundial: “Así
culminaba el aniquilamiento de miles de hebreos que ya había comenzado dos años
antes”. “Al igual que se lee en el libro de la Sabiduría, el pueblo judío pasó
por ultrajes y tormentos. Hagamos memoria de aquellos tiempos, y pidamos al
Señor que nos dé el don del discernimiento para detectar a tiempo cualquier
rebrote de esa perniciosa actitud, cualquier aire que enrarezca el corazón de
las generaciones que no han vivido aquello y que a veces pueden correr tras
esos cantos de sirena”, pidió el Papa.
Por ello, exhortó a mantenerse vigilantes frente a la
tentación del “afán de primacía, de sobresalir por encima de los demás, que
puede anidar en todo corazón humano”.“Cuántas veces ha sucedido que un pueblo
se crea superior, con más derechos adquiridos, con más privilegios por
preservar o conquistar”.El Pontífice se preguntó: “¿Cuál es el antídoto que
propone Jesús cuando aparece esa pulsión en nuestro corazón o en el latir de
una sociedad o un país?: Hacerse el último de todos y el servidor de todos;
estar allí donde nadie quiere ir, donde nada llega, en lo más distante de las
periferias; y sirviendo, generando encuentro con los últimos, con los
descartados”.
Francisco finalizó su reflexión previa al rezo del Ángelus
pidiendo a la Virgen “que nos ayude a plantar la cruz de nuestro servicio, de
nuestra entrega allí donde nos necesitan, en la colina donde habitan los
últimos, donde es preciso la atención delicada a los excluidos, a las minorías,
para que alejemos de nuestros ambientes y de nuestras culturas la posibilidad
de aniquilar al otro, de marginar, de seguir descartando a quien nos molesta y
amenaza nuestras comodidades”. Fuente: Aciprensa. Redacción.