18 de septiembre 2018. Al presidir la Santa Misa hoy en la
Capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco aseguró que el pastor debe
ser cercano a la gente y no a los poderosos ni a los ideólogos. “Este es el
icono del pastor”, dijo, subrayando que los pastores deben ser “cercanos a la
gente, no a los grupitos de los poderosos, de los ideólogos. Estos nos envenenan
el almas, no nos hacen bien”. El pastor, subrayó, “debe tener el poder y la
autoridad que tenía Jesús: la de la humildad, la de la mansedumbre, la
cercanía, la capacidad de compasión y la ternura”.
El Santo Padre recordó que “en el Evangelio, cuando Jesús no
estaba con la gente, estaba con el Padre, orando. Y la mayor parte del tiempo en
la vida de Jesús, en la vida pública de Jesús, Él la pasó en la calle, con la
gente”. “Esta cercanía, la humildad de Jesús, es lo que le da autoridad a
Jesús, lo acerca a las personas. Él tocaba a la gente, abrazaba a la gente,
miraba a la gente a los ojos, escuchaba a la gente. Cercano. Y esto le daba
autoridad”. “Y hay dos rasgos de esta compasión que me gustaría enfatizar: la
mansedumbre y la ternura”, indicó.
El Papa señaló que “Jesús dice: "Aprended de mí que soy
humilde y amable de corazón": amable de corazón. Esa mansedumbre. Él era
amable, no regañaba. No castigaba a la gente. Era amable. Siempre con
mansedumbre”. “¿Se enfadaba Jesús? ¡Sí! Pensemos a cuando vio la casa de su
padre convertida en un negocio, para vender cosas, cambiar monedas. Allí se
enfadó, tomó la fusta y mandó fuera a todos. Pero porque amaba al Padre, porque
era humilde ante el Padre, tenía esta fortaleza”. Sin embargo, destacó, “cuando
la gente lo insultaba, aquel Viernes Santo, y gritaba ‘crucifíquenlo’, él
permanecía en silencio porque tenía compasión de aquellas personas engañadas
por los poderosos del dinero, del poder. Él estaba en silencio. Rezaba”.
“El pastor, en los momentos difíciles, en los momentos en
que se desata el diablo, donde el pastor es acusado, pero acusado por el Gran
Acusador a través de tanta gente, tantos poderosos; sufre, ofrece vida y ora”. “Y
Jesús oró. La oración también le llevó a la Cruz, con fortaleza. E incluso allí
tenía la capacidad de acercarse y curar el alma del ladrón arrepentido”.
Fuente: Aciprensa. Redacción.