Evangelio para el domingo 23 de
septiembre 2018. °°° « ¿Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos
y el servidor de todos.” Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo
abrazó y les dijo: “El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a
mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.” °°°
(Marcos 9, 30–37). El espíritu del seguimiento de la persona de Cristo Jesús, es
lograr la identidad con el Maestro.
Seguir a Jesús no es entrar a gozar de una
serie de privilegios y comodidades en la vida. No es sentirse diferente o
superior a los demás. No es desconocer mi propia realidad de pecador. No es
evitar el sacrificio, el dolor, el sufrimiento. No es sentarse a esperar a que
muchos me admiren. Es decidirse a cumplir la gran consigna del hijo de Dios:
“Quien pretenda ser el primero, deberá ser el último y el servidor de todos”
(cf. Marcos 9,35). El apóstol san Pablo recomienda a los creyentes en Filipo:
“"No hagan cosa alguna por espíritu de rivalidad o de vanagloria; sean
humildes y tengan a los demás por superiores a ustedes." (Filipenses 2,3).
El
servicio es una vocación. Es una gracia, es una virtud, es el fruto de alguien
que cree en Dios; un carismático, un enamorado de Dios, alguien que llegó a la
conclusión que es muy importante servirle a los demás. Según la Sagrada
Escritura, Jesucristo es el mejor “Siervo”, es quien asume su vocación de
salvador. Los profetas le anuncian a la humanidad, al elegido por el Padre
celestial. Incluso indican las cualidades de un virtuoso del servicio salvífico:
"No gritará, no alzará el tono, no hará oír por las calles su voz. No
romperá la caña cascada, ni apagará la mecha humeante. Traerá con toda
seguridad la justicia." (cf. Isaías 42, 1-4). Un buen servidor de Dios en el mundo, se
esmera por adquirir virtudes, para cualificar su servicio. Cultiva valores, no
se deja seducir por los reclamos del poder y de la ambición personal.
Sencillamente cree en la consigna de su Maestro: “Si alguno me sirve, que me
siga” (cf. Juan 12, 26). Nuestro carismático Papa Francisco, recomienda a los
pastores, ser auténticos servidores de Dios: “Los pastores deben ser “cercanos
a la gente, no a los grupitos de los poderosos, de los ideólogos. Estos nos
envenenan el alma, no nos hacen bien”. El pastor, °°° “debe tener el poder y la
autoridad que tenía Jesús: la humildad, la mansedumbre, la cercanía, la
capacidad de compasión y la ternura”. Cuida tu salud: “Quien no vive para
servir, no sirve para vivir”. Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de
Ibagué.