14 de septiembre 2018. Durante la Misa celebrada en Casa
Santa Marta este viernes 14 de septiembre, el Papa Francisco ha reflexionado
sobre la paradoja de la Cruz, que es signo de derrota y de victoria al mismo
tiempo. “No tengamos miedo de contemplar la Cruz como un momento de derrota, de
fracaso”, señaló el Santo Padre. “Pablo, cuando hace la reflexión sobre el
misterio de Jesucristo, nos dice cosas fuertes. Nos dice que Jesús se vació a
sí mismo, se aniquiló a sí mismo, se hizo pecado hasta el final, asumió todos
nuestros pecados, todos los pecados del mundo: se convirtió en un descartado,
en un condenado”.
“Pablo no tenía miedo de mostrar esta derrota y también esto
puede iluminar un poco nuestros peores momentos, nuestros momentos de derrota.
Pero también la Cruz es un signo de victoria para nosotros cristianos”.
Para explicar mejor esta paradoja de la Cruz, el Santo Padre
recurrió al libro de los Números, en el que se narra el Éxodo del pueblo de
Israel de Egipto a la Tierra Prometida, previo deambular por el desierto
durante 40 años. En ese contexto se produjo un suceso que el Papa definió como
una profecía de la Cruz de Cristo. En un momento de desesperación, el pueblo de
Israel comenzó a murmurar contra Moisés y contra Dios. Se produjo entonces una
infestación de serpientes que mordieron a muchos israelitas.
Francisco recordó que, desde tiempos antiguos, la serpiente
simboliza a Satanás, el Gran Acusador. Entonces Dios ordenó a Moisés hacer un
báculo coronado por una serpiente de bronce para que todos los que habían
sufrido la mordedura de las serpientes se curaran al mirarlas, ya que Dios dijo
a Moisés que alzaría a la serpiente causante de la muerte para dar salvación. Para
el Pontífice se trata de “una profecía” que hace referencia directamente a la
Cruz: “Jesús, cargado de todos los pecados, derrotó al autor del pecado,
derrotó a la serpiente”. “En aquel momento, Satanás quedó destruido para
siempre. Ya no tiene fuerza. La Cruz, en aquel momento, se convirtió en signo
de victoria”.
El Papa continuó: “Nuestra victoria es la Cruz de Jesús,
victoria ante nuestro enemigo, la gran serpiente antigua, el Gran Acusador”. En
la Cruz “hemos sido salvados en aquel recorrido que Jesús quiso hacer hasta lo
más bajo, pero con la fuerza de la divinidad”. Además, recordó las palabras de
Jesús a Nicodemo: “Cuando sea alzado, atraeré a todos a mí”. Subrayó: “Jesús
alzado y Satanás destruido. La Cruz de Jesús debe ser para nosotros la
atracción: mírala, porque es la fuerza necesaria para ir adelante”. “Aquella
serpiente antigua que fue destruida, todavía grita, todavía amenaza. Como
decían los padres de la iglesia, es un perro encadenado: no te acerques y no te
morderá, pero si te acercas a acariciarlo porque la fascinación te lleva a él
como si fuera un cachorrillo, prepárate: te destruirá”.
Por lo tanto, “la Cruz nos enseña que en la vida hay derrota
y victoria. Debemos ser capaces de tolerar el fracaso, de llevar con paciencia
los errores, y también nuestros pecados, porque Él ha pagado por nosotros”. El
Papa finalizó su homilía con esta petición: “Hoy sería bello que, en casa, con
tranquilidad, dediquemos 5, 10, 15 minutos a ponernos delante del crucifijo, o
de aquello que tengamos, o del rosario, y mirarlo: es nuestro signo de derrota
que provoca las persecuciones, que nos destruye, y también es nuestro signo de
victoria, porque en ella Dios ha vencido”. Evangelio comentado por el Papa
Francisco: Juan 3:13-17 Fuente: Aciprensa. Redacción.