24 de febrero 2019. Durante el rezo del Ángelus en la Plaza
de San Pedro este domingo 24 de febrero, el Papa Francisco invitó a los fieles,
los discípulos de Cristo, a aprender bien y practicar la cultura de la misericordia. El Santo Padre señaló que
“el Evangelio de este domingo trata de un punto central y característico de la
vida cristiana: el amor por los enemigos. Las palabras de Jesús son claras: ‘A
vosotros que escucháis, yo os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a
aquellos que os odian, bendecid a aquellos que os maldicen, rezad por aquellos
que os tratan mal’”. “No es algo opcional, es un mandato”,
resaltó Francisco.
“Él sabe muy bien que amar a los enemigos es algo que va más
allá de nuestras posibilidades, pero para eso se hizo hombre: no para dejarnos
igual que estábamos, sino para transformarnos en hombres y mujeres capaces de
un amor mayor, el de su Padre y nuestro”.
Explicó que “ese es el amor que Jesús da a aquellos que lo
escuchan”. “Con Él, gracias a su amor, a su Espíritu, nosotros podemos amar
incluso a aquellos que no nos aman, incluso a aquellos que nos hacen el mal”.
De ese modo, “Jesús quiere que en cada corazón triunfe el amor de Dios sobre el odio y el rencor. La lógica del
amor, que culmina en la Cruz de Cristo, es el distintivo del cristiano, y nos
induce a ir al encuentro con corazón de hermanos”. El Pontífice planteó de qué
modo se puede superar ese instinto humano y “la ley mundana de la venganza”.
“La respuesta nos la da Jesús en la misma página evangélica: ‘Sed
misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso’. Quien escucha a Jesús,
quien se esfuerza en seguirlo a pesar de las dificultades, se convierte en hijo
de Dios y comienza a parecerse verdaderamente al Padre que está en los cielos.
Nos volvemos capaces de cosas que jamás habríamos pensado que podríamos decir o
hacer”.
“No hay nada más grande y más fecundo que el amor”, aseguró
el Papa. “El amor confiere a la persona toda su dignidad, mientras que el odio
y la venganza disminuyen, degradan la belleza de la criatura hecha a imagen de
Dios”. “Este mandamiento de responder al insulto y al mal con el amor, generó
en el mundo una nueva cultura: la
cultura de la misericordia que da vida a una verdadera revolución”.
Esa revolución es “la revolución del amor, cuyos
protagonistas son los mártires de todos los tiempos”. “En ocasiones para nosotros es más fácil recordar el mal que nos han
hecho y no las cosas buenas. Hasta el punto de que se vuelve una
enfermedad, nos volvemos coleccionistas
de injusticias: únicamente recuerdo las cosas malas que me han hecho, y ese
no es el camino. Debemos hacer lo contrario, recordar las cosas buenas, y
cuando alguno viene con una habladuría, hablando mal del otro, hay que
contestarle: ‘sí, tal vez, pero tiene esto de bueno’. Darle la vuelta al
discurso: esa es la revolución de la misericordia”.
El Papa finalizó insistiendo en que “debemos perdonar porque
Dios nos ha perdonado y nos perdona siempre. Si no perdonamos del todo, no
podemos pretender que seamos perdonados”. Por el contrario, “si nuestros
corazones se abren a la misericordia, si se sella el perdón con un abrazo
fraterno y si se estrechan los vínculos de comunión, proclamamos ante el mundo
que es posible derrotar el mal con el
bien”. Fuente: Aciprensa. Redacción.