7 de febrero 2019. Autor: Monseñor. Froilán Casas Ortiz - Vivimos una época paradoxal: se habla de
derechos, se defienden en forma pasional, visceral y, a la par se irrespetan
todos los valores. Se combate un dogmatismo, con armas de un dogmatismo más
cortante que espada de doble filo. Han aparecido nuevos paradigmas que no
solamente reemplazan a los antiguos, sino que los combaten. Culturalmente se ha
hecho una metamorfosis total. Lo que
ayer era bueno, hoy es malo y viceversa.
Hay alimentación especial para gatos y perros mientras
muchos niños mueren de hambre. Ahora los
perros se “estresan”; ya necesitan sicólogo. Ahora las mascotas no se
compran, se “adoptan”. Hay dinero para guarderías caninas y no hay presupuesto
para vivir dignamente. Uno de los negocios que serán prósperos en el corto
plazo es un cementerio para mascotas: ya se les hace duelo. Uno de los temas de
conversación en ciertos círculos sociales, es el cuidado de las mascotas en
términos de alimentación, vestido, salud, “esparcimiento”. Ya tenemos que
aguantarnos las mascotas en los buses, en los aviones, en las salas de cine, en
las cafeterías, restaurantes y hasta en las Iglesias. ¡El colmo! ¿A dónde
iremos? Quienes les damos a los animales
el justo puesto, estamos resultando especímenes raros, ¿o será que estamos
en vías de extinción? ¡Qué mundo tan
contradictorio! Se cacarean a todo timbal los derechos y se silencian los
deberes. Defendemos la vida, pero estamos a favor de la eugenesia agresiva y
sin cuartel y aceleramos la muerte con los llamados defensores de la eutanasia.
Para quitar el dolor, matemos al doliente; para acabar con el aborto,
legalicémoslo. Cambiemos el calificativo moral y entramos en el listado de lo
moral: a la mujer con desorden sexual, llamémosla, trabajadora sexual.
Cambiémosle el nombre al aborto, llamémoslo, interrupción
del embarazo. ¡Qué sofisma de
distracción! La vida humana empieza partir del cigoto. ¡No! Llamemos a ese
proceso de mutación biológica como le dijera Simone de Beauvoir, protoplasma,
parásito. Peor aún: amasijo de carne, enquiste en el vientre materno. ¡Qué
horror, hasta dónde llega la degradación
moral! Como decía un amigo sacerdote: “Este mundo está a lo mero perro”.
Con cinismo se califican los parámetros morales del pasado. Hoy campea por doquier el relativismo
moral. ¡Cuidado! Atrévase a pensar diferente. En materia moral, el mundo ha
dado una vuelta de 180 grados de la noche a la mañana. Pero, no se preocupe
amigo lector, aún no hemos tocado fondo. + Froilán Casas Ortíz. Obispo de Neiva
(Colombia). Fuente: Conferencia Episcopal de Colombia.