17 de febrero 2019. El Papa Francisco realizó un fuerte
llamado a combatir las idolatrías de nuestro tiempo que lleva a las personas a
entregar su alma en cosas materiales y pasajeras. Durante el rezo del Ángelus
este domingo en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el Santo Padre advirtió
contra “los dispensadores de felicidad”, los “vendedores de humo, que son vendedores de muerte”, que prometen el
éxito y la solución a todos los problemas. Esas personas llevan “a la
idolatría, a sustituir a Dios por un ídolo”. Francisco reflexionó sobre el
Evangelio del día, en el que San Lucas narra el episodio de las
Bienaventuranzas. (Lucas 6,17. 20-26).
Del mismo modo, “el ‘ay de vosotros’, dirigido a aquellos
que lo pasan bien, sirve para despertarlos del peligroso engaño del egoísmo y
abrirlos a la lógica del amor, mientras estén a tiempo de hacerlo”. Según
explicó Francisco, las palabras de Jesús en el Monte de las Bienaventuranzas
son una enseñanza contra el peligro de
la idolatría: “La página del Evangelio de hoy nos invita, por lo tanto, a
reflexionar sobre el sentido profundo de tener fe, que consiste en fiarse
totalmente del Señor. Se trata de derrumbar los ídolos mundanos para abrir el
corazón al Dios vivo y verdadero; sólo Él puede dar a nuestra existencia esa
plenitud tan deseada y, al mismo tiempo, tan difícil de alcanzar”.
De hecho, “son muchos, también en nuestros días, aquellos
que se presentan como dispensadores de felicidad: prometen el éxito en poco
tiempo, grandes ganancias entregadas en mano, soluciones mágicas a todo
problema… Y aquí es fácil deslizarse sin darse cuenta hacia el pecado contra el
primer Mandamiento: la idolatría, sustituir
a Dios por un ídolo”. “Idolatría e ídolos parecen cosas de otros tiempos,
pero en realidad pertenecen a todos los tiempos”, advirtió el Papa. “Describen
algunas actitudes contemporáneas mejor que muchos análisis sociológicos”. Por
ello, “Jesús nos abre los ojos a la realidad. Estamos llamados a la felicidad,
a ser bienaventurados, y lo conseguimos en la medida en que nos situamos de
parte de Dios, de su Reino, de la parte
de aquello que no es efímero, sino que dura para la vida eterna”.
“Somos felices si nos reconocemos necesitados delante de
Dios y si, como Él y con Él, permanecemos cercanos a los pobres, a los
afligidos, a los hambrientos. También nosotros delante de Dios somos pobres,
afligidos y hambrientos”. “Somos capaces de la alegría cada vez que, poseyendo
bienes en este mundo, no nos hacemos ídolos a los que entregar nuestra alma,
sino que somos capaces de compartirlo con nuestros hermanos”. Las
Bienaventuranzas de Jesús “son un mensaje decisivo que nos alienta a no poner
nuestra confianza en las cosas materiales y pasajeras, a no crear la felicidad
siguiendo a los vendedores de humo, que muchas veces son vendedores de muerte,
a los profesionales de la ilusión. No les sigáis. Son incapaces de dar
esperanza”. Mediante las Bienaventuranzas, concluyó el Papa, “el Señor nos
ayuda a abrir los ojos, a adquirir una mirada más penetrante sobre la realidad,
a curar la miopía crónica que el
espíritu mundano nos contagia”. Fuente: Aciprensa. Redacción.