12 de noviembre 2018. Los Obispos deben ser “humildes,
mansos, servidores y no príncipes”. Así lo aseguró el Papa Francisco durante la
Misa celebrada este lunes en la Casa Santa Marta, su residencia en el Vaticano.
Por el contrario, siguiendo las indicaciones de San Pablo en su Carta a Tito,
el Santo Padre afirmó que un Obispo no
puede ser arrogante, ni soberbio, ni colérico, no debe estar atado al dinero ni
dedicarse a los negocios.
“Aunque tuviera uno solo de esos defectos, ese Obispos sería
una calamidad para la Iglesia”. Un Obispos “debe ser capaz de dar hospitalidad,
de amar el bien, debe ser sensato, justo, santo, dueño de sí mismo, fiel a la
Palabra digna de fe que le ha sido enseñada”. Francisco explicó en su homilía
que el Obispo “es un administrador de Dios, no de bienes, de poder…, no: de
Dios”.
El Obispo “siempre debe corregirse a sí mismo y preguntarse:
¿Soy un administrador de Dios, o soy un hombre de negocios? El Obispo es un
administrador de Dios. Debe ser irreprochable. Esta palabra, ‘irreprochable’,
es la misma que Dios le pidió a Abraham: ‘Camina en mi presencia y se
irreprochable’. Es una palabra fundacional”. El Papa concluyó su homilía
afirmando que “en la Iglesia no se pueden poner orden sin esa actitud de los
Obispos”. Lectura comentada por el Papa Francisco: Tito 1,1-9 Fuente:
Aciprensa. Redacción.