8 de noviembre 2018. En la Misa celebrada en Casa Santa
Marta este jueves 8 de noviembre, el Papa Francisco destacó cómo Jesús rompió
con los estrechos convencionalismos religiosos de su época y se acercaba a los
pecadores sin ningún miedo de las acusaciones que contra él lanzaban los
fariseos. El Pontífice comentó la lectura del Evangelio de San Lucas 15, 1-10
en la que los fariseos y escribas acusaban al Señor de “acoger a pecadores y
comer con ellos”.
En este sentido, Francisco señaló que con el gesto de
acercarse y conversar con los publicanos Jesús fue el primero en dar
testimonio. “Era algo nuevo en aquella época, porque ir junto con los pecadores
te hacía impuro, como tocar a un leproso”.
“Dar testimonio es
romper con una costumbre, con un modo de ser… Por eso la Iglesia avanza al
dar testimonio. Lo que atrae es el testimonio, no las palabras que, sí, ayudan,
peor el testimonio es lo que hace crecer la Iglesia”. Y de esa manera, “Jesús
da testimonio. Y es algo nuevo, aunque tampoco tanto, porque la misericordia de
Dios ya estaba en el Antiguo Testamento. Ellos, los doctores de la Ley, no
habían comprendido nunca qué significaba ‘misericordia quiero y no
sacrificios’. Lo leían, pero no entendían qué significaba aquello de la
misericordia. Y Jesús, con su modo de actuar, proclama esa misericordia con el
testimonio”. Sin embargo, el testimonio de Jesús provoca la murmuración.
Aquellos que seguían a Jesús no como sus discípulos, sino para ver con qué
argumentos podían atacarlo, lo acusaban de comer con publicanos, en vez de
aprender de su ejemplo y tratar de convertir a los pecadores.
Los fariseos, los escribas, los doctores de la ley
murmuraban contra Jesús, trataban de destruir su testimonio. “Este pecado de la
murmuración es cotidiano”, lamentó Francisco, “tanto a nivel personal como
familiar, parroquial, diocesano, social...”. “Ves algo que no te gusta en otro
y en vez de dialogar o de tratar de resolver una situación conflictiva,
murmuras escondido, siempre con voz baja, porque
no tienes la valentía de hablar claro”. Esa tentación, advirtió el
Pontífice, se da también “en las pequeñas sociedades, en las parroquias”. Pero
no sólo en las parroquias, “también en las diócesis. Las luchas
interdiocesanas. Las luchas dentro de las diócesis. Y también en la política. Y
esto es malo. Cuando un Gobierno no es
honesto y trata de ensuciar a sus adversarios con la murmuración, con la
difamación, con la calumnia”. Esa actitud es “una escapatoria para no mirar
la realidad, para no permitir que la gente piense”, concluyó el Papa. Fuente: Aciprensa.