1 de noviembre 2018. El Papa Francisco aseguró, durante el
Ángelus que presidió este jueves 1 de noviembre en la Plaza de San Pedro del
Vaticano, con motivo de la Solemnidad de Todos los Santos, que los cristianos
deben elegir entre “la santidad o la nada”, porque “Dios lo pide todo y, a
cambio, ofrece la felicidad para la que hemos sido creados”. El Santo Padre,
que aseguró, ante los 15.000 fieles que asistieron al rezo del Ángelus, que
“estamos unidos a todos ellos”, se refirió a la lectura del Libro del
Apocalipsis correspondiente a este domingo, “que nos habla del cielo y nos pone
delante de ‘una multitud inmensa’, incalculable, ‘de toda nación, tribu, pueblo
y lengua’”.
Esa multitud, explicó el Papa, “son los santos. ¿Qué es lo
que hacen allí arriba? Cantan juntos, dan gloria a Dios con alegría”. “Sería
bueno escuchar sus cantos…”, sugirió Francisco. “Nos los podemos imaginar.
¿Sabéis cuándo? Durante la Misa, cuando cantamos ‘Santo, santo, santo es Señor
Dios del universo…’. Es un himno, dice la Biblia, que procede del cielo, que se
canta allí. Por lo tanto, cantando el ‘Santo’, no pensamos solo en los santos,
sino que hacemos lo que hacen ellos. En ese momento, en la Misa, estamos unidos
a ellos más que nunca”.
Sin embargo, esos santos a los que hace referencia esta
solemnidad de Todos los Santos, no son solo los proclamamos por la Iglesia, sino
también todos los anónimos. “Estamos unidos a todos ellos”, aseguró el
Pontífice. “No solo a aquellos que son más conocidos del calendario, sino
también a aquellos ‘de al lado’, a nuestros familiares y conocidos que ahora
forman parte de aquella multitud inmensa”.
Por lo tanto, “hoy es fiesta de familia. Los santos son
cercanos a nosotros, de hecho, son nuestros verdaderos hermanos y hermanas. Nos
entienden, nos quiere, saben qué es lo que nos hace bien, nos ayudan, están
pendientes de nosotros. Son felices y nos quieren felices con ellos en el
paraíso”. “Por ello, nos invitan a seguir el camino de la felicidad indicada en
el Evangelio”. “Pero, ¿cómo? El Evangelio dice bienaventurados los pobres,
mientras el mundo dice bienaventurados los ricos. El Evangelio dice
bienaventurados los humildes, mientras que le mundo dice bienaventurados los
prepotentes. El Evangelio dice bienaventurados los puros, mientras el mundo
dice bienaventurados los astutos y hedonistas”. El Papa invitó a “preguntémonos
de qué parte estamos: ¿de la parte del cielo o de la parte del mundo? ¿Vivimos
para el Señor o para nosotros mismos? ¿Para la felicidad eterna o para alguna
satisfacción inmediata? Preguntémonos: ¿Queremos de verdad la santidad? ¿O nos
contentamos con ser cristianos sin infamia ni alabanza, que creen en Dios y
aprecian al prójimo, pero sin exagerar?”.
“El Señor lo pide todo, y aquello que ofrece es la verdad,
la felicidad para la cual hemos sido creados. ¡En definitiva, o santidad o
nada! Nos hace bien dejarnos provocar por los santos, que no han vivido a
medias y que desde el cielo nos alientan para que optemos por Dios, por la
humildad, por la mansedumbre, por la misericordia, por la pureza, para que nos
apasionemos por el cielo más que por la tierra”. “Hoy, estos hermanos y
hermanas nos piden que escuchemos de nuevo el Evangelio y lo pongamos en
práctica, que nos encaminemos hacia el camino de la Santidad. No se trata de hacer cosas extraordinarias,
sino de seguir cada día este camino que nos lleva al cielo, en familia, a
casa. Hoy, por lo tanto, contemplamos nuestro futuro y festejamos aquello para
lo cual hemos nacido: hemos nacido para no morir nunca más, hemos nacido para
gozar de la felicidad de Dios”, finalizó el Papa. Fuente: Aciprensa. Redacción.