Evangelio para el domingo 18 de
noviembre 2018. °°° « Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes
con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de
los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la
higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el
verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está
cerca, a la puerta.” °°° Marcos 13, 24-32
“La salvación va llegando a su plenitud no en un tiempo cronológico sino
cualitativo. La vamos viviendo con mayor profundidad. Vivimos una esperanza,
llena de confianza, que nos da fuerzas para el presente. Nuestra necesidad de
corresponder cotidiana e incesantemente a este ofrecimiento de salvación.
Nuestra esperanza está fundada en la victoria definitiva de Cristo, que es
nuestra victoria. No es una anticipación sino una realidad. Una esperanza que
ha de llevarnos a abrazar el futuro con determinación y pasión, como vivencia
de nuestra escatología.”
Pensar en el fin del mundo o
determinar dicho fin, se convirtió para algunos en una curiosidad del saber,
para otros en un sentimiento de temor. Más que detenernos en la profecía
escatológica de Cristo, debemos centrar
nuestra atención en el tiempo presente; en la necesidad de velar y de estar
preparados para la venida de Cristo. Se hace urgente y necesario cada día estar
en gracia de Dios, llevar una vida cristiana, digna y justa. Si el mismo
Salvador del mundo anuncia que el día y la hora nadie la sabe, sino el Padre
celestial. (Cfr. Marcos 13,32). La
pregunta sería: ¿por qué tanta necedad de seres humanos que se fueron
convirtiendo históricamente en profetas apocalípticos del fin del mundo?.
El credo niceno
constantinopolitano de la Iglesia, nos permite creer, entender, estar
preparados, tener una actitud vigilante: “Este advenimiento se puede cumplir en
cualquier momento” (Cfr. Mateo 24,44; 1 Tesalonicense 5,2). Recita el mismo Catecismo
eclesial: Desde la Ascensión, el advenimiento de Cristo en la gloria es
inminente, (Cfr. Apocalipsis 22,20), aun cuando nosotros no nos toca conocer el
tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad, (Cfr. Hechos 1,
7-8). La venida del Mesías glorioso, en un momento determinado de la historia
(Cfr. Romanos 11,31), se vincula al reconocimiento del Mesías por “todo
Israel”. (Catecismo numerales 671-674).
Tomamos en serio la parábola de la higuera: “Aprended de la higuera:
cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, sabéis que la primavera
está cerca; pues cuando veáis suceder todo esto, sabed que Él está cerca, a la
puerta". ¡Cristo está para llegar! Entonces, ¡qué dicha debe invadir
nuestra alma! Está comenzando la primavera”. Cuida tu salud: Construyamos
excelentemente el mundo presente, para estar preparados hacia el mundo futuro. Padre,
Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.