Evangelio para el domingo 25 de
noviembre 2018. °°° « Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este
mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos.
Pero mi reino no es de aquí.» Pilato le dijo: «Conque, ¿tú eres rey?» Jesús le
contestó: «Tú lo dices: soy rey” °°° Juan 18, 33b – 37. Jesucristo es Rey al
modo de Dios y no al de los hombres. Entre los hombres, el rey está de lado de
los grandes y poderosos del mundo.
En cambio, según la mente de Dios, el Rey
tiene la misión de hacer justicia al pobre y al desvalido, su misión propia es
la misericordia. Muchos reyes se han equivocado en la historia: La fama se
puede convertir en una estupidez, cuando no goza del altruismo y de la bondad
social. Cuando es excluyente. “No existen personas especiales que no sean
comunes y gentes comunes, que no sean especiales”. El Salvador del mundo
aprovechó su éxito, su fama, su reinado, su potestad. Convirtió su poder en
servicio, (Cfr. Mateo 20, 26-28). En
perdón, (Cfr. Juan 20,23). En
misericordia, (Cfr. Mateo 5,7). En vida eterna, (Cfr. Juan 6,47).
El título Real de Cristo, indica
propiamente su misión, encarna la realidad del Hijo de Dios, esclarece su
propia identidad. El título de Mesías y salvador del mundo, no tuvo mucho eco
en la cultura judía. Los enviados de Juan el bautista preguntaron: “Eres tú el
que ha de venir o esperamos a otro? (Lucas 7,20). La profecía del anciano
Simeón llegó a su cumplimiento: “Este está puesto para caída y elevación de
muchos en Israel y para ser signo de contradicción (Lucas 2,34). El reinado del
Nazareno, está hecho para dar testimonio de la verdad. (Cfr. Juan 18, 37).
El santo Padre Francisco,
puntualiza que la realeza de Jesucristo es paradójica: “su trono es la cruz; su
corona es de espinas; no tiene cetro, pero le ponen una caña en la mano; no
viste suntuosamente, pero es privado de la túnica; no tiene anillos
deslumbrantes en los dedos, sino sus manos están traspasadas por los clavos; no
posee un tesoro, pero es vendido por treinta monedas. La grandeza del reino de
Cristo no es el poder según el mundo, sino el amor de Dios, un amor capaz de
alcanzar y restaurar todas las cosas”. Ese
es el Rey que conocemos los católicos: el hombre del amor, el hombre de la
caridad, el hombre del perdón, el que ofrece vida eterna, el hombre de aquel
viernes, el hombre de la Cruz. Jesús es el único inocente, “Él no ha hecho nada
malo”. Es el único, el mediador entre Dios y nosotros, de Él es el poder, el
honor, la gloria, la alabanza. Cuida tu
salud: Quien pretenda reinar en este mundo, debe aprender primero a servirle a
los demás. Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué.