24 de noviembre 2018. Los sacramentos actúan por sí mismos: aceite,
unción, espíritu, fortaleza y misión. Lo sacramentos dan nacimiento, curación y misión a la
vida de Fe de los cristianos.
Los sacramentos de la
iniciación cristiana: Bautismo, confirmación y Eucaristía. (Catecismo
1533).
Los sacramentos de la Nueva Ley
fueron instituidos por Cristo y son siete: Bautismo, Confirmación, Eucaristía,
Penitencia, Unción de los enfermos, Orden Sacerdotal y Matrimonio. Bautismo:
(Romanos 6, 3-4; Colosenses 2,1-12; II Corintios 5, 17; Gálatas 6,15; Tito 3,5; Juan 3,5).
Confirmación: (Hechos 8, 15-17; Hechos 19,
5-6). Eucaristía: (Juan 13, 1-17; Lucas 22, 7-20; Mateo 26, 17-29; Marcos 14,
12-25; 1 Corintios 11, 23-26).
Penitencia: (II Corintios 5,20; Mateo 5, 24; Mateo 16, 19). Unción de los enfermos: (Marcos 6,13;
Santiago 5,14-15). Orden Sacerdotal:
(Marcos 3,14-19; Lucas 6,12-16; I Timoteo 3,1-13; II Timoteo 1,6; Tito 1,5-9) y
Matrimonio (Mateo 19,6; Juan 2,1-11)
Lo sacramentos dan nacimiento,
curación y misión a la vida de Fe de los cristianos. Con la recepción de los
sacramentos, recibimos con más abundancia los tesoros de la vida divina y
avanzamos en la perfección hacia la caridad cristiana. (Pablo VI). “Cada sacramento es como una
selfie ¡autofoto!, con el amor misericordioso de Dios en la Iglesia”.
Los sacramentos de la
iniciación cristiana: Bautismo, confirmación y Eucaristía. (Catecismo
1533).
BAUTISMO: UN SACRAMENTO DEL AGUA Y
DEL ESPÍRITU
El
Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en
el Espíritu y la puerta que abre el acceso a los demás sacramentos. (Catecismo.1213-1274)
Las gracias que recibimos en el Bautismo son: Somos liberados del pecado y
regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de la Iglesia y somos incorporados
a la Iglesia y hechos partícipes de su misión.
Precisamente el bautismo es el sacramento del nuevo nacimiento por el
agua y la Palabra.
Este sacramento conlleva
otros nombres por su propia significación: Inmersión, introducir dentro del agua,
simboliza el acto de sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo de donde
sale por la resurrección con El (Rom.6,3-4).
Baño de regeneración, porque realiza ese nacimiento del agua y del
Espíritu (Juan 3,5). Iluminación, porque
quienes reciben esta enseñanza su espíritu es iluminado (Juan 1,9)
El bautismo es el más
bello y magnífico de los dones de Dios, lo llamamos don, gracia, unción,
iluminación, vestidura de incorruptibilidad, baño de regeneración y todo lo más
precioso que hay.
El Bautismo está contenido
en la Sagrada Escritura y en la Salvación que ofrece Dios a los hombres. El agua es la fuente de la vida y de la
fecundidad (Génesis 1,2). Es la comunión
con la muerte de Cristo. Jesucristo comienza su vida pública después de hacerse
bautizar por Juan el Bautista en el río Jordán (Mateo 3,13); Jesucristo se
sometió al bautismo para cumplir toda justicia (Mateo 3,15). En la Pascua,
Cristo abrió las fuentes del bautismo (Marcos 10,38)
Nuestra Iglesia católica, administra el sacramento
del Bautismo. Por ejemplo, San Pedro declara a la multitud “Convertíos y que
cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión
de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos.2,38)
El bautismo aparece
siempre ligado a la Fe: Ten Fe en el Señor Jesús y te salvarás (Hechos
16,31-33). Los bautizados son revestidos
de Cristo (Gálatas 3,27) por el Espíritu Santo.
La Mistagogia de la
celebración expresa la grandeza del Bautismo:
La señal de la Cruz, el anuncio de la Palabra, el agua bautismal, la
unción con el santo crisma y el óleo de los catecúmenos, la vestidura blanca
(Ga.3,27; Mt.5,14), la bendición solemne y consagración a la Santísima Virgen
María.
Sólo puede recibir
el bautismo, todo ser humano que aún no haya sido bautizado (Derecho 864). Los niños deben ser bautizados para ser
librados del poder de las tinieblas y ser trasladados al dominio de la libertad
de los hijos de Dios (Colosenses 1,
12-14)
Pueden bautizar los
ministros ordinarios de este sacramento:
El Obispo, El sacerdote, el diácono. (derecho 861). En caso de necesidad cualquier persona,
incluso no bautizada, si tiene la intención requerida puede bautizar. El bautismo
es necesario para la salvación (Marcos 16,16)
Por el bautismo
participamos del sacerdocio de Cristo de su misión profética y real. Constituye
el fundamento de la comunión entre todos los cristianos; imprime un sello
espiritual indeleble (carácter). El bautismo es el Sello del Señor según san
Agustín: es el sello con que el Espíritu Santo nos ha marcado, para el día de
la redención. (Efesios 4,30)
LA CONFIRMACIÓN
Madurez en la Fe
La recepción de este sacramento es necesaria para la plenitud en la
gracia bautismal. Nos une íntimamente a
la Iglesia y nos enriquece con una fortaleza especial del Espíritu Santo. Nos permite ser testigos de Cristo para
extender y defender la Fe con sus palabras y sus obras. (Lumen Gentium
11) (Catecismo 1285-1314)
El Sacramento pertenece a
nuestra historia de salvación y figura en los textos bíblicos: Los profetas anunciaron que el Espíritu del
Señor reposaría sobre el Mesías esperado (Isaías 11,2) para realizar su misión
salvífica (Lucas 4,16-22). Ahora, el
mismo descenso del Espíritu Santo sobre Jesús en su Bautismo, fue el signo de
que El era el que debía venir (Mateo 3,13-17).
La plenitud del Espíritu
no solo permaneció en el Mesías, sino que fue comunicado a todo el pueblo
mesiánico (Ezequiel 36,25-27), Así que Cristo prometió esta efusión del
Espíritu Santo (Lucas 12,12). Los apóstoles comienzan a proclamar las
maravillas del Señor, gracias al Espíritu Santo, (Hechos 2,11). San Pedro
declara que esta efusión del Espíritu Santo es el signo de los tiempos
mesiánicos (Hechos 2,17-18). Los
apóstoles comunicaban ese Espíritu mediante la imposición de manos, destinado a
completar la gracia del bautismo (Hechos 8,15-17)
Muy pronto en la Iglesia
para significar mejor el don del Espíritu Santo, se añadió una unción con óleo
perfumado (crisma) su significación tiene su origen en el nombre de Cristo como
el Ungido, a quien Dios ungió con el Espíritu Santo (Hechos 10,38). Así pues que al sacramento se le puede
llamar: crismación, unción con el crisma, confirmación del bautismo.
Lo signos de este sacramentos son: La unción, el
aceite es signo de abundancia (Deuteronomio 11,14) de alegría (Salmo23) ,
purifica, unción antes y después del baño; da agilidad. El ungido irradia
belleza, santidad y fuerza.
La unción está en la vida
sacramental, por ejemplo la unción en el bautismo significa purificación y
fortaleza, la unción de los enfermos expresa curación y consuelo, la unción con
el santo crisma después del bautismo, en la confirmación y en la ordenación
sacerdotal es el signo de una consagración.
Toda la vida del confirmado desprende el buen olor de Cristo (2
Corintios 2,15)
Por medio de la unción el
confirmado recibe la marca, el Sello del Espíritu Santo. El sello es el símbolo
de la persona (Génesis 38,18), es signo de autoridad (Génesis 41,42). Cristo
mismo se declara marcado con el sello de su Padre celestial (Juan 6,27). El sello también indica la
promesa de la protección divina en la gran prueba al final de los tiempos
(Apocalipsis 7,2-3)
La misma celebración de
este sacramento consiste en que el Obispo extiende las manos sobre los
confirmandos, un gesto que es signo del don del Espíritu y a la vez invoca la
efusión del Espíritu “Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que
regeneraste por el Agua y el Espíritu Santo a estos siervos tuyos y los
libraste del pecado: escucha nuestra oración y envía a ellos el Espíritu Santo
…” El rito esencial es conferido por la unción del Santo Crisma en la frente,
imponiendo las manos con estas palabras:
“Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo”. El beso de la paz con
que termina el rito significa la
comunión eclesial con el Obispo y con todos los fieles (San Hipólito).
Los efectos que produce la confirmación son:
confiere crecimiento y profundidad a la gracia bautismal. Nos introduce en la
filiación divina, para poder decir “Padre” (Romanos 8, 15). Nos une fuertemente a Cristo. Aumenta en
nosotros los dones del Espíritu. Hace más perfecto nuestro vínculo con la
Iglesia. Imprime en el alma una marca espiritual indeleble “Carácter” (Lucas
24,48-49)
Puede recibir este
sacramento toda persona bautizada, aún no confirmada. (Derecho 889,1). Se puede recibir a la edad del uso de razón
(7) o según lo determine el Obispo en su Diócesis. En peligro de muerte se debe
confirmar a los niños (Derecho 891. 893,3). Para recibir este sacramento es
preciso encontrarse en estado de Gracia, haber recibido el sacramento de la
Reconciliación (Hechos 1,14). Conviene que el confirmando busque la ayuda
espiritual de un padrino o de una madrina, en lo posible que sea el mismo del
bautismo para subrayar la unidad de los dos sacramentos. (Derecho 893,1.2)
El ministro de este
sacramento es el Obispo (Derecho 882), el Obispo puede por razones graves
conceder a sacerdotes la facultad de administrar este sacramento (Derecho
884,2). Si un cristiano está en peligro
de muerte, el mismo sacerdote puede administrarle la confirmación (Derecho
883,3)
LOS DONES DEL
ESPÍRITU SANTO Son: hábitos
sobrenaturales infundidos por Dios en las potencias del alma para recibir y secundar con
facilidad las mociones del propio Espíritu Santo al modo divino o sobrehumano. Los dones son infundidos por Dios. El alma no
podría adquirir los dones por sus propias fuerzas ya que transcienden
infinitamente todo el orden puramente natural. Los dones los poseen en algún
grado todas las almas en gracia. Es incompatible con el pecado mortal.
El Espíritu Santo actúa los dones directa e
inmediatamente como causa motora y principal, a diferencia de las virtudes
infusas que son movidas o actuadas por el mismo hombre como causa motora y
principal, aunque siempre bajo la previa moción de una gracia actual.
Los siete dones del
Espíritu Santo son:
Sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor
de Dios. Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David (cfr: Isaías 11, 1-2).
Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a
los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas.
Los doce frutos del
Espíritu Santo son: Caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad,
benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad.
EUCARISTÍA: FUENTE Y CUMBRE DE LA VIDA ECLESIAL
La Sagrada Eucaristía culmina la iniciación
cristiana. Quienes han sido bautizados y configurados con Cristo participan por
medio de la Eucaristía con toda la comunidad en el sacrificio mismo del Señor. (Catecismo
1322-1405)
Cristo instituyó en la
última Cena , el sacrificio eucarístico de su Cuerpo y de su Sangre para
perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la Cruz y confió a
la Iglesia el memorial de su muerte y resurrección, sacramento de piedad, signo
de unidad, vínculo de amor, banquete pascual (Sacrosantum
Concilium 47)
La Eucaristía es fuente y
cumbre de la vida eclesial. Contiene todo el bien espiritual de la Iglesia.
Significa y realiza la comunión de vida con Dios y la unidad del pueblo de Dios
por la que la Iglesia es ella misma. Por la misma Eucaristía nos unimos ya a la
liturgia del cielo y anticipamos la vida eterna, cuando Dios será todo en todos
(1 Corintios 15,28)
Este sacramento recibe
varios nombres, expresando así su riqueza teológica: Eucaristía, porque es acción de gracias a
Dios (Eucharistein) Lucas 22,19, 1 Cor.11,24). Es el banquete del Señor (1
Corintios 11,20) porque se trata de la Cena del Señor que celebró con sus
discípulos y anticipo del banquete de bodas del Cordero (Apocalipsis
19,9). Es la fracción del Pan, rito
propio del banquete judío, utilizado por Jesús cuando bendecía y distribuí el
Pan como cabeza de familia (Mateo 14,19). Los discípulos lo reconocieron
después de su resurrección (Lucas 24,13-35)
Es Asambleas Eucarística,
porque es celebrada en la asamblea de los fieles (1 Corintios 11,17-34). Es memorial de la pasión y de la resurrección
del Señor °°°
Es Santo sacrificio, porque actualiza el único
sacrificio de Cristo Salvador (Hechos 13,15). Es Santa y Divina Liturgia,
porque toda la liturgia de la Iglesia encuentra su centro y su expresión más
densa en la celebración de este sacramento, por eso puede denominarse,
celebración de los santos misterios o del Santísimo Sacramento. Es comunión porque por este sacramento nos
unimos a Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre (1
Corintios 10,16-17). Es Santa Misa, porque
la liturgia en la que se realiza el misterio de salvación, se termina con el
envío de los fieles “missio”
La Eucaristía
pertenece al plan de Salvación de Dios, está en los escritos bíblicos, en la
misma Palabra en que la creemos. En el corazón de la Eucaristía están los
signos del Pan y del Vino, que por las palabras de Cristo y por la invocación
del Espíritu Santo, se convierten en Cuerpo y Sangre de Cristo. Fiel a Cristo, la Iglesia continúa haciendo
esto en memoria de Él, los signos siguen significando la bondad de la creación
(Salmo 104) La Iglesia ve en el gesto de Melquisedec, rey y sacerdote, una prefiguración
de su propia ofrenda (Génesis 14,18)
En la Antigua
Alianza el pan y el vino eran ofrecidos como sacrificio entre las primicias de
la tierra en señal de reconocimiento al creador. Los panes ácimos conmemoran la
salida apresurada y liberadora de Egipto; el recuerdo del maná sugiere siempre
a Israel que vive del pan de la Palabra de Dios (Deuteronomio 8,3) El Pan es
fruto de la tierra y el Cáliz de bendición (1 Corintios 10,16)
Los milagros de la
multiplicación de los panes prefiguran la sobreabundancia de este único Pan de
la Eucaristía, (Mateo 14,13-21). El primer anuncio de la Eucaristía dividió a
los discípulos (Juan 6,60)
Jesús mismo instituye la Eucaristía: lavó los pies y les dio
el mandamiento del amor (Juan 13,1-17). La instituye como memorial de su muerte
y su resurrección y ordena a los apóstoles celebrarla hasta su retorno. Escogió el tiempo de la Pascua para realizar
lo que había anunciado en Cafarnaúm: dar a sus discípulos su cuerpo y su
sangre. (Juan 6) (Lucas 22, 7-220). El
mandamiento de celebrarla es “Hasta que Venga” (1 Corintios 11,26). El domingo
era el día en que los cristianos se reunían para “partir el pan” primer día de
la semana (Hechos 20,7)
La Mistagogia de la
Eucaristía se desarrolla conforme a una estructura fundamental: comprende dos
grandes momentos: Liturgia de la Palabra (Lectura, homilía, Credo y oración
universal) Liturgia Eucarística. Palabra
y Eucaristía constituyen un solo acto de culto.
En la Eucaristía todos se reúnen en un mismo lugar, escuchan la Palabra,
presentan las ofrendas y reciben el pan del cielo y el cáliz de la Salvación
(Cfr. Juan 6,51).
Los frutos de la
Eucaristía son: acrecienta nuestra unión con Cristo (Juan 6,57); la comunión
nos separa del pecado; nos preserva de futuros pecados mortales; la Eucaristía
edifica la Iglesia, La Iglesia vive de la Eucaristía; la Eucaristía entraña un
compromiso con los pobres (Mateo 25,40)
LOS SACRAMENTOS DE CURACIÓN
Penitencia y Unción de los enfermos.
SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN.
El Señor Jesucristo médico de nuestras almas y
cuerpos, perdonó los pecados al paralítico y le devolvió la salud del cuerpo
(Marcos 2,1-12) quiso que la Iglesia continuase
con la fuerza del Espíritu Santo su obra de curación y salvación. (Catecismo 1420-1484)
Los que se acercan al sacramento de la penitencia,
obtienen la misericordia de Dios, el perdón de los pecados cometidos contra Él
y al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia a la que ofenden con sus
pecados (Lumen Gentium 11)
Se le denomina sacramento
de conversión porque realiza la llamada de Jesús al cambio (Marcos 1,15). Es
sacramento de penitencia, porque consagra un proceso personal y eclesial de
arrepentimiento y de reparación por parte del pecador. Es llamado sacramento de la confesión por la
declaración o manifestación de los pecados ante el sacerdote. Se denomina
sacramento del perdón, porque por la absolución sacramental del sacerdote, Dios
concede al penitente el perdón y la paz.
Es sacramento de reconciliación, porque otorga al pecador el amor de
Dios que reconcilia (2 Corintios 5,20).
La penitencia interior, la
llamada a la conversión no mira tanto las obras exteriores “ayunos,
mortificaciones” sino la conversión del corazón y la penitencia interior. Sin ellas las obras de penitencia son
estériles y engañosas (Joel 2,12-13; Mateo 6,1-6.16-18). El corazón humano es rudo y endurecido por
esa razón se hace necesario que Dios de al hombre un corazón nuevo (Ezequiel
36,26-27). El Espíritu Santo convence al mundo en lo referente al pecado (Juan
16, 8-9), el mundo no ha creído en Aquel que el Padre ha enviado, por eso el
espíritu es consolador (Juan 15,26), da al corazón el arrepentimiento y la
conversión (Hechos 2,36-38)
En el sacramento de la
misericordia sólo Dios perdona los pecados (Marcos 2,7; Marcos 2,10; Lucas
7,48) Jesús confiere este poder a los
sacerdotes (Juan 20,21-23). Cristo quiso
que la Iglesia fuera el instrumento del perdón y de la reconciliación, sus
ministros están encargados de la reconciliación (2 Corintios 5,18)
Cristo instituyó el sacramento de la
reconciliación en favor de todos los miembros pecadores de su Iglesia, ante
todo para los que después del bautismo hayan caído en el pecado grave y así
hayan perdido la gracia bautismal y hayan lesionado la comunión eclesial. Este sacramento es la segunda tabla de
salvación.
El sacramento
comprende dos pasos fundamentales: los actos del hombre que se convierte bajo
la acción del Espíritu Santo (Examen de conciencia, La contrición, la
confesión, la satisfacción, la penitencia).
Por otra parte la acción de Dios por ministerio de la Iglesia (perdón)
que son los Obispos y presbíteros.
La contrición es un
dolor del alma y una detestación del pecado cometido con la decisión de no
volver a pecar. El Examen de conciencia
debe realizarse a la luz de la Palabra de Dios (Romanos 12,15; 1 Corintios
12-13; Gálatas 5; Efesios 4-6). La
confesión de los pecados nos libera y facilita nuestra reconciliación con los
demás. Se deben decir todos los pecados mortales (Éxodo 20,17; Mateo 5,28) Toda persona llegada al uso de razón debe
confesar sus pecados graves una vez al año (Derecho 989) Se recomienda la
confesión de los pecados veniales (Derecho 988) esto ayuda a formar la
conciencia y a luchar contra las malas inclinaciones.
La satisfacción de obra. Muchos pecados hacen daño a los demás, es
preciso restituir, reparar el daño (devolver lo robado, restablecer la
reputación de alguien calumniado, compensar las heridas etc)
La absolución quita
el pecado pero no remedia los desórdenes que el pecado causó; por lo tanto hay
que expiar los pecados, debe cumplir una penitencia (Romanos 3,25; 1 Juan
2,1-2).
El ministro del sacramento de la reconciliación
es: el Obispo y los sacerdotes. (Juan
20,23; 2 Corintios 5,18). Los efectos de
este sacramento son: restituye la Gracia
con Dios y nos une en una profunda amistad. El fin es la reconciliación con
Dios. La paz y la tranquilidad. Una restitución de la dignidad y de los bienes
de la vida de los hijos de Dios (Lucas 15,32). Reconcilia con la Iglesia al
penitente. Anticipa al juicio al que seremos sometidos al fin de esta vida
terrena (1 Corintios 5,11; Gálatas 5,19-21; Apocalipsis 22,15)
Las penas del
pecado. El pecado grave nos priva de la comunión con Dios, nos hace incapaces
de la vida eterna. Todo pecado venial entraña un apego desordenado a las
criaturas que tienen necesidad de purificación (purgatorio) debemos esforzarnos
por no permitir que el pecado dañe el acceso a la vida eterna, despojándonos de
las malas costumbres (Efesios 4,24)
La Mistagogia de
este sacramento comprende: saludo y bendición del sacerdote, lectura de la
Palabra de Dios para motivar la contrición, exhortación al arrepentimiento,
confesión de los pecados, imposición y aceptación de la penitencia, absolución
por parte del sacerdote, alabanza de acción de gracias a Dios, despedida con la
bendición del sacerdote.
¿CÓMO PUEDO CONFESARME BIEN?
La confesión de los pecados debe ser:
Ῠ Sincera: sin querer engañar al Sacerdote,
pues a Dios es imposible engañarlo.
Ῠ Completa: sin callarse ningún pecado.
Ῠ Humilde: sin altanería ni arrogancia.
Ῠ Prudente: debemos
usar palabras adecuadas y correctas, y sin nombrar personas ni descubrir pecados ajenos
Breve: sin explicaciones innecesarias, y sin
mezclarle otros asuntos.
E. Satisfacción: consiste en cumplir la penitencia que nos impone el
sacerdote, con la intención de reparar los pecados cometidos. Es obligatorio
cumplir la penitencia, porque es parte del mismo sacramento.
AMOR A DIOS. "Yo, el Señor, soy tu Dios, que te he sacado del país de Egipto, de la casa
de la servidumbre. No habrá para ti otros dioses delante de mí.
No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los
cielos,
Ni de lo que hay abajo en la tierra. No te postraras ante ellas ni les
darás culto"
(Ex 20,2-5; Dt 5, 6-9)
"Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, solo a El darás
culto" (Mt 4,10)
» ¿Creo en Dios? ¿Doy testimonio de Él? ¿Tengo en El una fe y
una confianza firme y completa?
» ¿He creído y/o consultado y/o
usado: supersticiones, hechicerías, brujería, magia
NO JURAR EN VANO. "No tomarás
en falso el nombre del Señor tu Dios".
(Ex 20, 7; Dt 5,11; Lv 19,12)
"se dijo a los antepasados: no perjurarás. pues yo digo que no juréis
en modo alguno". (Mt 5, 33-34)
» ¿He empleado el nombre de Dios
en cosas diferentes a Alabarlo, Bendecirlo y Glorificarlo?
» ¿He abusado del nombre de Dios,
es decir, he usado inconvenientemente el nombre de Dios, o de Jesucristo, o de
la Santísima Virgen María, o de algún Santo?
3. SANTIFICAR LAS
FIESTAS
"Recuerda
el día sábado (hoy domingo) para santificarlo.
Seis días trabajarás
y harás todos tus trabajos, Pero el día séptimo es día de descanso para el
Señor, tu Dios. No harás ningún trabajo"
(Ex 20, 8-10;
Dt 5, 12-15)
"El Sábado ha sido instituido
para el hombre y no el hombre para el sábado.
De suerte que
el Hijo del Hombre también es Señor del sábado" (Mc 2, 27-28)
» ¿He trabajado o he hecho trabajar sin
necesidad urgente en día de precepto?
» ¿He utilizado mi tiempo del día del
precepto, en actividades indecorosas u otras diferentes al compartir familiar y
crecimiento espiritual?
4. Honrarás a tu padre y a tu madre
(Cuarto mandamiento).
En el Hogar
-¿Obedezco,
cuido y honro a mis padres según mi edad y sus necesidades?
-¿Pongo malas
caras? -¿Doy tiempo a la familia?; ¿Cenar juntos?; ¿Diversiones? -¿Hospitalidad?
No matarás. (Quinto
Mandamiento)
¿De algún modo he matado o atentado contra la vida? (ej.: apoyo o
participación en aborto, suicidio, conducir sin cuidado, actos irresponsables
que ponen una vida en peligro, agresión, violencia, etc.? ¿He atentado contra
la dignidad de alguien?
No cometerás actos
impuros. (No adulterio, no fornicación) (Sexto Mandamiento)
-¿He buscado afectividad fuera del orden del Señor?
-¿Cómo distingo entre sentimentalismo y una auténtica relación de amor
entre hermanos?;
No robarás (Séptimo
mandamiento).
-¿De algún modo he robado?
¿Descuidando o no devolviendo propiedad ajena o común)?
¿Me aprovecho de mi puesto para beneficio personal?
No levantarás falsos
testimonios ni mentirás (Octavo Mandamiento)
-¿Quién inspira mis palabras: Dios o mi ego?¿He querido dar mi opinión
en todo?
-¿Digo la verdad?; ¿He revelado secretos; He juzgado (o chismeado)?
-¿Me he quejado buscando conmiseración o desahogo?
-¿He puesto mi atención a lo indebido
No consentirás pensamientos ni deseos impuros (Noveno Mandamiento)
- ¿He codiciado la mujer o el esposo de mi prójimo?
- ¿He mirado a un hombre a una mujer de manera impura?
No codiciarás los bienes ajenos (Décimo Mandamiento)
- ¿He deseado los bienes ajenos?
- ¿He sido envidioso?
- ¿He sido avaro?
- ¿He comido más de lo que necesito?
· ¿He sido orgulloso?
Obras de Misericordia
-Corporales: solidaridad con enfermos/ hambrientos/ sedientos/presos/
desnudos/ forasteros/ enterrar los muertos. ¿Veo a estos como hermanos por los
que me entrego o estadísticas?.
-Espirituales: dar buen consejo/ corregir/ perdonar (¿guardo algún
resentimiento?)/ consolar/ sufrir con paciencia las molestias del prójimo/
rezar por los vivos y los muertos.
-¿Estoy atento al dolor ajeno?; ¿Hago a acepción de personas según su
apariencia?
-¿Vivo en sencillez?; -¿Imito a Cristo que fue pobre?, ¿soy libre de apegos
materiales?
-¿Se refleja esto en mi actitud en las compras?; ¿me dejo llevar por
antojos?; ¿cuáles?
-¿Coopero con las obras de la Iglesia con verdadero sacrificio y amor o doy
de mis sobras?
ACTO DE CONTRICIÓN
Jesús mi Señor y Redentor, yo
______ me arrepiento de todos los
pecados que he cometido hasta hoy, me pesa de todo corazón, porque con ellos he
ofendido a un Dios tan bueno, propongo firmemente no volver a pecar, confío que
por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis cumplas y me
has de llevar a la vida eterna. Amén
SACRAMENTO DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
La Unción de los enfermos es un sacramento
instituido por Jesucristo, insinuado como tal en el Evangelio de san Marcos
(cfr. Mc 6,13), y recomendado a los fieles y promulgado por el Apóstol
Santiago: «Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la
Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la
oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si
hubiera cometido pecados, le serán perdonados» (Santiago 5,14-15).
La Tradición viva
de la Iglesia, reflejada en los textos del Magisterio eclesiástico, ha
reconocido en este sacramento, especialmente destinado a reconfortar a los
enfermos y a purificarlos del pecado y de sus secuelas, uno de los siete
sacramentos de la Nueva Ley
Para un cristiano la enfermedad y la muerte pueden
y deben ser medios para santificarse y redimir con Cristo. La unción de los
enfermos ayuda a vivir estas realizar dolorosas .
¿QUÉ NOS ENSEÑA LA SAGRADA
BIBLIA, EN CUANTO A LA COMPASIÓN DE DIOS CON LOS ENFERMOS?
La compasión de
Cristo hacia los enfermos y sus numerosas curaciones de dolientes de toda clase
(cf Mateo 4,24) son un signo maravilloso de que "Dios ha
visitado a su pueblo" (Lucas 7,16) y de que el Reino de Dios está muy
cerca. Jesús no tiene solamente poder para curar, sino también de perdonar los
pecados (cf Marcos 2,5-12): vino a curar al hombre entero, alma y
cuerpo; es el médico que los enfermos necesitan (Marcos 2,17).
Su compasión hacia
todos los que sufren llega hasta identificarse
con ellos: "Estuve enfermo y me visitasteis" (Mateo 25,36). Su
amor de predilección para con los enfermos no ha cesado, a lo largo de los
siglos, de suscitar la atención muy particular de los cristianos hacia todos los
que sufren en su cuerpo y en su alma. Esta
atención dio origen a infatigables
esfuerzos por aliviar a los que sufren. (Catecismo 1503)
Cristo no sólo se
deja tocar por los enfermos, sino que hace suyas sus miserias: "El tomó
nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades" (Mateo 8,17;
cf Isaías 53,4). No curó a todos los enfermos. Sus curaciones eran
signos de la venida del Reino de Dios (Catecismo 1505)
Cristo invita a sus
discípulos a seguirle tomando a su vez su cruz (cf Mateo 10,38).
Siguiéndole adquieren una nueva visión sobre la enfermedad y sobre los
enfermos. Jesús los asocia a su vida pobre y humilde. Les hace participar de su
ministerio de compasión y de curación: "Y, yéndose de allí, predicaron que
se convirtieran; expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos
enfermos y los curaban" (Marcos 6,12-13).
"¡Sanad a los enfermos!"
(Mateo 10,8). La Iglesia ha recibido esta tarea del Señor e intenta
realizarla tanto mediante los cuidados que proporciona a los enfermos, como por
la oración de intercesión con la que los acompaña. Cree en la presencia
vivificante de Cristo, médico de las almas y de los cuerpos.
Esta presencia
actúa particularmente a través de los sacramentos, y de manera especial por la
Eucaristía, pan que da la vida eterna (cf Juan 6,54.58) y cuya
conexión con la salud corporal insinúa san Pablo (cf 1
Corintios 11,30). (Catecismo 1509).
La Unción de los
enfermos "no es un sacramento sólo para aquellos que están a punto de
morir. Por eso, se considera
tiempo oportuno para recibirlo cuando el fiel empieza a estar en peligro de muerte por enfermedad o
vejez" (SC 73; cf CIC, can. 1004, §1; 1005; 1007; CCEO,
can. 738).
Si un enfermo que
recibió la unción recupera la salud,
puede, en caso de nueva enfermedad grave, recibir de nuevo este sacramento. En el curso de la misma
enfermedad, el sacramento
puede ser reiterado si la enfermedad se agrava. Es apropiado recibir la Unción
de los enfermos antes de una operación importante. Y esto mismo puede
aplicarse a las personas de edad avanzada cuyas fuerzas se debilitan. (Catecismo 1514).
¿QUIÉN PUEDE ADMINISTRAR ESTE SACRAMENTO?
Solo los sacerdotes
(obispos y presbíteros) son ministros de la Unción de los enfermos Es deber de
los pastores instruir a los fieles sobre los beneficios de este sacramento. Los
fieles deben animar a los enfermos a llamar al sacerdote para recibir este
sacramento. Y que los enfermos se preparen para recibirlo en buenas disposiciones, con la
ayuda de su pastor (Catecismo
1516).
CUÁLES EFECTOS
PRODUCE EL SACRAMENTO DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS?
La gracia primera de este sacramento es una gracia de consuelo, de
paz y de ánimo para vencer las dificultades propias del estado de enfermedad
grave o de la fragilidad de la vejez. Esta gracia es un don del Espíritu Santo
que renueva la confianza y la fe en Dios y fortalece contra las tentaciones del
maligno, especialmente tentación de desaliento y de angustia ante la muerte
(cf. Hebreos 2,15). (Catecismo
1520).
Por la gracia de
este sacramento, el enfermo recibe la fuerza y el don de unirse más íntimamente
a la Pasión de Cristo: en cierta manera es consagrado para dar fruto
por su configuración con la Pasión redentora del Salvador. (Catecismo 1521).
Si el sacramento de
la unción de los enfermos es concedido a todos los que sufren enfermedades y
dolencias graves, lo es con mayor razón "a los que están a punto de salir
de esta vida". La Unción de los enfermos acaba de conformarnos con la
muerte y resurrección de Cristo, como el Bautismo había comenzado a hacerlo. (Catecismo 1523).
A los que van a
dejar esta vida, la Iglesia ofrece, además de la Unción de los enfermos, la Eucaristía
como viático. Recibida en este momento del paso hacia el Padre, la Comunión del
Cuerpo y la Sangre de Cristo tiene una significación y una importancia
particulares. Es semilla de vida eterna y poder de resurrección, según las
palabras del Señor: "El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida
eterna, y yo le resucitaré el último día" (Jn 6,54). Puesto que es
sacramento de Cristo muerto y resucitado, la Eucaristía es aquí sacramento del
paso de la muerte a la vida, de este mundo al Padre (Jn 13,1). (Catecismo 1524).
SACRAMENTOS AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD
Orden sacerdotal y matrimonio
Sacramentos ordenados para la salvación de los demás
¿QUÉ ES EL SACRAMENTO DEL ORDEN?
Es el sacramento
gracias al cual la misión confiada por Cristo a sus Apóstoles sigue siendo
ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos: es, pues, el sacramento del
ministerio apostólico. Comprende tres grados: el episcopado, el presbiterado y
el diaconado. (Catecismo 1536).
¿QUIÉN INSTITUYE EL SACERDOCIO Y SU MISIÓN?
El mismo Cristo es la fuente del ministerio en la
Iglesia. Él lo ha instituido, le ha dado autoridad y misión, orientación y
finalidad: Cristo el Señor, para dirigir al Pueblo de Dios y hacerle progresar
siempre, instituyó en su Iglesia diversos ministerios que están ordenados al
bien de todo el Cuerpo. En efecto, los ministros que posean la sagrada potestad
están al servicio de sus hermanos para que todos los que son miembros del
Pueblo de Dios... lleguen a la salvación. (Catecismo 874). "¿Cómo creerán
en aquél a quien no han oído?, ¿cómo oirán sin que se les predique?, y ¿cómo
predicarán si no son enviados?" (Romanos 10, 14-15).
De Cristo, los obispos y los presbíteros reciben
la misión y la facultad (el "poder sagrado") de actuar in persona
Christi Capitis, los diáconos las fuerzas para servir al pueblo de Dios en la
"diaconía" de la liturgia, de la palabra y de la caridad, en comunión
con el Obispo y su presbiterio. Este ministerio, en el cual los enviados de
Cristo hacen y dan, por don de Dios, lo que ellos, por sí mismos, no pueden
hacer ni dar, la tradición de la Iglesia lo llama "sacramento". El
ministerio de la Iglesia se confiere por medio de un sacramento específico. (Catecismo
875)
¿QUÉ SIGNIFICA EL ÚNICO SACERDOCIO DE CRISTO?
Cristo, sumo
sacerdote y único mediador, ha hecho de la Iglesia "un Reino de sacerdotes
para su Dios y Padre" (Apocalipsis 1,6; cf. Apocalipsis 5,9-10; 1
Pedro 2,5.9).Toda la comunidad de los creyentes es, como tal, sacerdotal.
Los fieles ejercen su sacerdocio bautismal a través de su participación, cada
uno según su vocación propia, en la misión de Cristo, Sacerdote, Profeta y Rey.
Por los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación los fieles son
"consagrados para ser [...] un sacerdocio santo" (Catecismo 1546).
¿QUIÉN PUEDE RECIBIR EL SACRAMENTO DEL ORDEN?
"Sólo el varón
bautizado recibe válidamente la sagrada ordenación" (CIC can 1024). El
Señor Jesús eligió a hombres para formar el colegio de los doce Apóstoles
(cf Mc 3,14-19; Lc 6,12-16), y los Apóstoles hicieron lo
mismo cuando eligieron a sus colaboradores (1 Tm 3,1-13; 2 Tm 1,6; Tt 1,5-9)
que les sucederían en su tarea. El colegio de los obispos, con quienes los
presbíteros están unidos en el sacerdocio, hace presente y actualiza hasta el
retorno de Cristo el colegio de los Doce. La Iglesia se reconoce vinculada por
esta decisión del Señor. Esta es la razón por la que las mujeres no reciben la
ordenación (cf Juan Pablo II, Mulieris Dignitatem 26-27.
¿PARA QUÉ ORDENAN UN SACERDOTE?
El Orden Sacerdotal
es un sacramento que, por la imposición de las manos del Obispo, y sus
palabras, hace sacerdotes a los hombres bautizados, y les da poder para
perdonar los pecados y convertir el pan y el vino en el Cuerpo y en la Sangre
de Nuestro Señor Jesucristo.
Para dedicarse a la
salvación eterna de sus hermanos los hombres. Esta ocupación es la más grande
de la Tierra, pues los frutos de sus trabajos no acaban en este mundo, sino que
son eternos.
La vocación al
sacerdocio lleva consigo el celibato, recomendado por el Señor. La obligación
del celibato no es por exigencia de la naturaleza del sacerdocio, sino por ley
eclesiástica. El sacerdote es un pastor de almas. Un proclamador de la Palabra de Dios.
Los sacerdotes son,
en la Iglesia y para la Iglesia, una representación sacramental de Jesucristo,
Cabeza y Pastor, proclaman con autoridad su palabra; renuevan sus gestos de
perdón y de ofrecimiento de la salvación, principalmente con el Bautismo, la
Penitencia y la Eucaristía; ejercen, hasta el don total de sí mismos, el
cuidado amoroso del rebaño, al que congregan en la unidad y conducen al Padre
por medio de Cristo en el Espíritu.
En una palabra, los
sacerdotes existen y actúan para el anuncio del Evangelio al mundo y para la
edificación de la Iglesia, personificando a Cristo, Cabeza y Pastor, y en su
nombre. (Pastores Dabo Vobis 15)
¿SAN JUAN MARÍA
VIANNEY PATRONO DE LOS SACERDOTES, DEFINE EL MINISTERIO?
El santo cura de Ars dice
que el sacerdocio es “de Cristo”. Es Él quien llama. La iniciativa no viene de
los hombres. Es Dios quien, según las palabras del cura Vianney, “coloca al
sacerdote como otro mediador entre el
Señor y el pobre pecador”. Dios llama y elige.
San Juan María Vianney subraya que el sacerdocio no sólo es de Cristo, sino
“del Corazón de Cristo”. En otra ocasión, el santo dice que “este sacramento
eleva al hombre hasta Dios”. La relación con el Creador es fundamental para el
sacerdocio. “Cuando veáis al sacerdote, pensad en Nuestro Señor Jesucristo”.
Sin esta relación personal con Cristo, con su Corazón, la vida del sacerdote no
tiene sentido. El sacerdocio se perfila así en su última grande característica:
un don para los demás. “El sacerdote no es sacerdote para él. No lo es para él,
lo es para vosotros”. (Santo cura de Ars).
¿QUÉ RECOMIENDA EL PAPA FRANCISCO EN EL
SACERDOCIO?
1.- Es apasionado
Tras resaltar que “el Buen Pastor da la vida por sus ovejas” y
que no las abandona “Y este es el trato al que llamamos celo apostólico.
2.- Sabe discernir “Sabe que en la vida hay seducción. El padre de la
mentira es un seductor. El pastor no, el pastor ama.
3.- La capacidad de denunciar “El
Buen Pastor sabe denunciar, con nombre y apellido” (Homilía Papa Francisco 22
de junio 2017).
EL MATRIMONIO
SACRAMENTO DE LA UNIDAD Y LA COMPLEMENTARIEDAD
¿QUÉ NOS DICE LA SANTA BIBLIA Y
EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA CATÓLICA?
“No habéis leído que el creador desde el comienzo, los hizo hombre y
mujer, y dijo: dejará el hombre a su padre y a su
madre y se unirá a su mujer y los dos se harán una sola carne, pues bien, lo
que Dios unió no lo separe el hombre”. (Mateo. 19,4-6).
El matrimonio es
una íntima comunidad conyugal de vida y de amor (Gaudium et Spes.48) En el
Antiguo Testamento de la Sagrada Escritura, el matrimonio fue considerado como
imagen de la Alianza de Dios con su pueblo.
En el Nuevo Testamento, Cristo dignificó y elevó la comunidad conyugal a
un plano del todo especial:
“Así como Dios antiguamente se adelantó a unirse a
su pueblo por una alianza de amor y de fidelidad, así ahora el salvador de los
hombres y esposo de la Iglesia sale al encuentro de los esposos cristianos por
medio del sacramento del matrimonio”.
Matrimonio es la alianza en que el hombre y la
mujer hacen entre sí con los fines de conseguir el mayor bien para ellos dos y
la generación y la buena educación de los hijos. Esta alianza fue elevada por
Cristo a la dignidad de sacramento (CIC can.1055)
Las dos cualidades
principales del matrimonio son: La unidad (un solo hombre con una sola mujer).
La indisolubilidaddad (para siempre, sin divorcio) (CIC. can 1056) El matrimonio se produce cuando las dos
personas declaran públicamente su
consentimiento, con tal de que esas dos personas cumplan todas las condiciones
que el Derecho Jurídico exige para
eso.
El matrimonio se
llama consumado cuando los esposos después de celebrado, ya han realizado el
acto conyugal apto para engendrar hijos. El matrimonio se llama rato o
contraído, pero no consumado cuando los esposos aún no han realizado el acto
conyugal. Si los cónyuges ya han
cohabitado se presume que el matrimonio ya está consumado (CIC. can.1061). La promesa
de matrimonio no obliga a nadie a casarse (CIC. can 1062).
EL MATRIMONIO DEBE SER FECUNDO
La fecundidad es un
don, un fin del matrimonio, pues el amor conyugal tiende naturalmente a
ser fecundo. El niño no viene de fuera a añadirse al amor mutuo de los esposos;
brota del corazón mismo de ese don recíproco, del que es fruto y cumplimiento.
Por eso la Iglesia, que “está en favor de la vida” (FC 30), enseña que
todo “acto matrimonial en sí mismo debe quedar abierto a la transmisión de la
vida” (HV 11). (Catecismo
2366).
¿CUÁLES SON LAS
OFENSAS A LA DIGNIDAD DEL MATRIMONIO?
El adulterio.
Esta palabra designa la infidelidad conyugal. Cuando un hombre y una mujer, de
los cuales al menos uno está casado, establecen una relación sexual, aunque
ocasional, cometen un adulterio. Cristo condena incluso el deseo del adulterio
(cf Mt 5, 27-28).
El sexto
mandamiento y el Nuevo Testamento prohíben absolutamente el
adulterio (cf Mt 5, 32; 19, 6; Mc 10, 11; 1
Co 6, 9-10). Los profetas denuncian su gravedad; ven en el adulterio
la imagen del pecado de idolatría (cf Os 2, 7; Jr 5,
7; 13, 27).
2381 El adulterio es una injusticia. El que lo comete falta a
sus compromisos. Lesiona el signo de la Alianza que es el vínculo matrimonial.
Quebranta el derecho del otro cónyuge y atenta contra la institución del
matrimonio, violando el contrato que le da origen. (Catecismo 2380)
EL DIVORCIO El Señor Jesús insiste en la intención original del
Creador que quería un matrimonio indisoluble (cf Mt 5, 31-32;
19, 3-9; Mc 10, 9; Lc 16, 18; 1 Co 7, 10-11), y
deroga la tolerancia que se había introducido en la ley antigua
(cf Mt 19, 7-9).
El divorcio es
una ofensa grave a la ley natural. Pretende romper el contrato, aceptado
libremente por los esposos, de vivir juntos hasta la muerte.
El
divorcio atenta contra la Alianza de salvación de la cual el matrimonio
sacramental es un signo. El hecho de contraer una nueva unión, aunque
reconocida por la ley civil, aumenta la gravedad de la ruptura: el cónyuge
casado de nuevo se halla entonces en situación de adulterio público y
permanente: (Catecismo 2382—2384).
REQUISITOS PARA EL MATRIMONIO
Solicitar el
sacramento un mes antes en la Parroquia
Dialogar con el párroco
Edad mínima. 18 años para los dos novios
Asistir al curso pre matrimonial, o traer constancia si lo ha
realizado en otra parte
Presentar acta de bautismo reciente en su expedición (3 meses)
Presentar acta de confirmación o declaración juramentada de haberla
recibido
Registro civil de nacimiento
Fotocopia de la cédula de ciudadanía
Una fotografía tamaño cédula
Llenar las informaciones (expediente), que es la promesa solemne del
matrimonio
Los novios deben recibir el sacramento de la Penitencia
Pasada la celebración del matrimonio, los esposos deben presentarse
a una notaría para registrar su matrimonio. Deben llevar el acta de matrimonio
(autenticada en la cancillería del Palacio Episcopal) Calle 10 # 2-58 y además
el acta de la celebración de matrimonio católico para Notaría (El matrimonio se
registra en la ciudad donde se celebró).
En caso de segundad nupcias. Debe presentar el acta de defunción del
cónyuge, o sentencia de nulidad matrimonial
ORACIÓN POR LA FAMILIA. PAPA FRANCISCO Jesús, María y José en vosotros contemplamos el esplendor
del verdadero amor, a vosotros, confiados, nos dirigimos.
Santa Familia de
Nazaret, haz también de nuestras familias lugar de comunión y cenáculo de
oración, auténticas escuelas del Evangelio y pequeñas Iglesias domésticas.
Santa Familia
de Nazaret, que nunca más haya en las familias episodios de violencia, de
cerrazón y división; que quien haya sido herido o escandalizado sea pronto
consolado y curado.
Santa Familia
de Nazaret, que el próximo Sínodo de los Obispos haga tomar conciencia a todos
del carácter sagrado e inviolable de la familia, de su belleza en el proyecto
de Dios. Jesús, María y José, escuchad, acoged nuestra súplica.