29 de marzo 2019. Cinco mujeres no tan conocidas. Desafiaron
las reglas de su época pero sin dejar a un lado su fe. 1. LAURA BASSI. Católica
y científica. Fue la primera mujer que logró entrar a la academia de las
ciencias de la universidad de Bolonia que, a su vez, fue la primera universidad
fundada por la Iglesia católica.
Cuando tenía tan sólo 13 años, el doctor de su familia
(Gaetano Tacconi, que también daba clases de medicina y filosofía en la
universidad) vio que era todo un prodigio y se hizo cargo de su educación.
Siete años después, Tacconi la presentó ante un grupo de
filósofos así como frente al arzobispo Prospero Lambertini. Todos quedaron
impresionados con su inteligencia y fue admitida en la academia de las ciencias
como miembro honorario, siendo la primera mujer en lograrlo.
Se graduó de filosofía a los 21 años y como era una gran
amante de la física, pero no se le permitía dar clases formales en la
universidad por ser mujer, realizó varias conferencias privadas y
demostraciones experimentales en su propia casa basadas en los principios de
Isaac Newton. Pocos años después, se casó con el físico Giovanni Giuseppe
Veratti, con quien realizó varios trabajos en conjunto, entre ellos, el posible
uso medicinal de la electricidad, aunque nunca llegó a publicar nada.
l arzobispo Lambertini se convirtió en el papa Benedicto XIV
y reorganizó la academia de las ciencias de la Universidad de Bolonia. Creó un
grupo especial de 25 científicos para que cada año mostraran sus
investigaciones.
Laura Bassi fue la única mujer en lograr un puesto allí,
aunque no tenía los mismos privilegios de los otros 24. También creó un
laboratorio privado que se volvió muy famoso en Europa y acogió a grandes
científicos. Asimismo, logró liderar el departamento de física experimental de
la universidad con su esposo como asistente, convirtiéndose en la primera mujer en lograr un cargo en el
departamento de física de cualquier universidad y en la segunda mujer de la
historia en obtener un doctorado.
2. Santa Ángela Merici
Esta religiosa italiana fue la fundadora de las Ursulinas.
Cuando tenía 10 años, ella y sus hermanos quedaron huérfanos y fueron criados
por su tío, quien era un hombre de mucho dinero, al norte de Italia. Su hermana
mayor murió repentinamente y sin recibir los sacramentos, hecho que la marcó
profundamente. Siendo una adolescente, se hizo terciaria franciscana y vivió
con mucha austeridad, rechazando todos los beneficios y lujos que había tenido
antes.
Se dedicó a enseñar catecismo a los pobres y durante una
visita a Roma se encontró con el papa Clemente VII, quien le pidió hacerse
cargo de unas enfermeras. Sin embargo, ella le comentó sobre una visión que
había tenido donde Jesús le pedía conformar una sociedad de mujeres, por lo que
había creado una especie de noviciado informal. El Pontífice le concedió
hacerlo formalmente y ella tuvo una visión de santa Úrsula, así que decidió
llamar a su compañía Las Ursulinas, un grupo inicial de 28 religiosas que se
encargaban de educar en la fe a niñas (especialmente aquellas de bajos recursos)
y a cuidar a los enfermos. Finalmente, en 1544 el papa Pablo III las reconoció
(cuatro años después de la muerte de Ángela) y en 1565 se organizaron como
Congregación.
3. Santa Quiteria
Dicen que es la sanadora de la rabia y, aunque es muy
apreciada en Portugal, Francia y España, poco se habla de ella. Dice la leyenda
que fue una de las 9 hijas de Lucio Catelio Severo, régulo de Galicia y
Portugal, y su esposa Calsia, quienes eran paganos y enemigos de los
cristianos.
Calsia tuvo a sus 9 hijas en un solo parto y, temiendo que
esto fuera visto como una infidelidad o una rareza por su esposo (que se
encontraba de viaje), las mandó a arrojar a un río cercano. Su partera se
arrepintió en el camino y llevó a las niñas a un pueblo cristiano cercano para
que fueran criadas por distintas mujeres bajo su fe. Las nueve ofrecieron su
virginidad al Señor. Años después, en un período de extrema persecución a los
cristianos en la región de Balcagia (hoy Bayona, en la costa gallega), las
nueve hermanas fueron detenidas y llevadas a Lucio Catelio.
En plena amenaza de tortura si no abandonaban el
cristianismo, él notó que se parecían mucho a su esposa. Indagó un poco más y
descubrió que las nueve eran sus hijas. Entonces se debatió entre su rol de
padre y el de juez, trató de convencerlas para que se volvieran paganas y le
rezaran a sus dioses, pero no tuvo éxito. Enfurecido, las mandó a una torre y
les dio un día para arrepentirse. Las hermanas lograron escapar (dice también
la leyenda que con ayuda de la Virgen) y cada una tomó un rumbo distinto; sin
embargo, fueron apresadas y torturadas una por una.
En el caso de Quiteria, se había ido a un monte a vivir en
oración, pero tuvo la llamada de un ángel que le dijo que regresara a casa de
sus padres. Al llegar, ellos pensaron que se había arrepentido y le ofrecieron
a Germano, un noble joven y rico, para casarse. Ella se negó y dijo que su
único esposo estaba en el Cielo, así que su propio padre le pidió a aquel joven
que vengara la ofensa cortándole la cabeza. Quiteria volvió a escapar y logró
llegar a los Montes de Toledo. Pero hasta allá la fue a perseguir Germano. Ella
intentó esconderse en un árbol y le pidió al pastor que se encontraba cerca que
no la delatase.
No fue así y Quiteria fue
decapitada, no sin antes pedirle al Señor que librase de rabia y furor a quienes
se valiesen de su patrocinio. Se le reconocen varios milagros, entre ellos,
curar al pastor que la entregó, quien fue mordido por sus propios perros cuando
ella fue asesinada.
4. Santa Anna Wang
No hay muchas santas chinas en la Iglesia católica, pero
esta adolescente es una de ellas. Durante el Levantamiento Yihétuán, un
movimiento en contra de la influencia foránea (principalmente de Occidente) en
la cultura, comercio, política, religión y tecnología china, Anna fue una las
mártires cristianas que se negó a renunciar a su fe.
Con tan sólo 14 años, fue
líder de oración en un grupo de mujeres capturadas. Dicen que como tenía
sus dos brazos alzados y unidos para rezar, uno de sus captores le cortó uno
para ver si dejaba hacerlo. Ella no se detuvo y le cortaron el otro.
Finalmente, fue decapitada y hoy en día es una de las decenas de mártires
asiáticos canonizados por la Iglesia católica.
5. Maria Gaetana Agnesi
Esta mujer italiana nació en una casa con privilegios y eso
le permitió acceder a una educación de élite. Sin embargo, lejos de ser otra
mujer más de su tipo de clase social según la época, Agnesi se quiso dedicar al
mundo de las matemáticas, una carrera que era pensada “para los hombres”. A los
21 años ya hablaba varios idiomas y quiso entrar a un convento, pero su padre
se lo negó y ella obedeció. Sin embargo, tomó la decisión de retirarse
prácticamente de la vida pública y se dedicó a leer y estudiar libros sobre
religión y matemáticas.
Luego, ella misma escribió
uno llamado Instituciones Analíticas, el cual fue traducido a múltiples
idiomas, brindando grandes aportes en el área y convirtiéndose en la primera
mujer en destacar en esta ciencia. El papa Benedicto XVI fue otro que quedó
impresionado con su talento, así que le pidió ser profesora en la universidad
de Bolonia. Sin embargo, tras la muerte de su padre, Agnesi no sólo debió
cuidar de sus hermanos (unos 20) sino que prefirió dedicarse al trabajo comunitario
y la religión. Renunció a sus riquezas (no hay confirmación que se haya
convertido formalmente a religiosa) y fundó varios hospicios. Murió en uno de
ellos años después. Fuente: Aleteia. Espiritualidad.