31 de marzo 2019. El Papa Francisco aseguró que una
comunidad cristiana de pequeño tamaño, como la de Marruecos, no tiene por qué
ser insignificante, siempre que sea fiel al Evangelio. En el encuentro con los
sacerdotes, religiosos, consagrados y el Consejo Ecuménico de las Iglesias este
domingo en la catedral de Rabat, en el viaje que está realizando a Marruecos,
el Santo Padre señaló que “los caminos de la misión no pasan por el
proselitismo, que lleva siempre a un callejón sin salida, sino por nuestro modo
de ser con Jesús y con los demás”. Por tanto, “el problema no es ser pocos, sino ser insignificantes, convertirse en
una sal que ya no tiene sabor de Evangelio, o en una luz que ya no ilumina”. En
este sentido, rechazó la idea de que sólo se puede ser significativo “si somos
la masa y si ocupamos todos los espacios”. Insistió en que “somos cristianos
porque hemos sido amados y encontrados, y no gracias al proselitismo”.
Francisco reconoció que “los cristianos son un grupo
pequeños en este país”, y explicó que “para mí esta realidad no es un problema,
aun cuando reconozco que a veces la vida pueda resultar difícil para algunos”. El
Papa se remitió a la parábola evangélica del grano de levadura para afirmar que
la comunidad cristiana de Marruecos “es semejante a un poco de levadura que la
madre Iglesia quiere mezclar con una gran cantidad de harina, hasta que toda la
masa fermente”. La razón de esa explicación, es que “Jesús no nos ha elegido y enviado para que seamos los más numerosos. Nos
ha llamado para una misión. Nos ha puesto en la sociedad como esa pequeña
cantidad de levadura: la levadura de las bienaventuranzas y el amor fraterno
donde todos como cristianos nos podemos encontrar para que su Reino se haga
presente”.
“Nuestra misión de bautizados, sacerdotes, consagrados, no
está determinada principalmente por el número o la cantidad de espacios que se
ocupan, sino por la capacidad que se tiene de generar y suscitar
transformación, estupor y compasión; por el modo en el que vivamos como
discípulos de Jesús, junto a aquellos con quienes compartimos lo cotidiano, las
alegrías, los dolores, los sufrimientos y las esperanzas”. Por ello, dadas las
características de la comunidad cristiana en Marruecos, el Papa recomendó
diálogo a los miembros de la Iglesia. “Afirmar
que la Iglesia debe entablar un diálogo no depende de una moda, menos aún de
una estrategia para que aumente el número de sus miembros”.
“Si la Iglesia debe entablar un diálogo es por fidelidad a
su Señor y Maestro que, desde el comienzo, movido por el amor, ha querido
dialogar como amigo e invitarnos a participar de su amistad”. Explicó el
Pontífice que “en estas tierras, el cristiano aprende a ser sacramento vivo del
diálogo que Dios quiere entablar con cada hombre y mujer, en cualquier
situación que viva. Por tanto, es un diálogo que estamos llamados a realizar a
la manera de Jesús, manso y humilde de corazón, con un amor ferviente y
desinteresado, sin cálculos y sin límites, respetando la libertad de las
personas”.
En concreto, “como consagrados, estamos llamados a vivir
dicho diálogo de salvación como intercesión por el pueblo que nos ha sido
confiado”. “Es un diálogo que se convierte en oración y que podemos realizar
concretamente todos los días en nombre de la fraternidad humana”, señaló el
Papa. El Papa cerró su discurso con un llamado a la caridad, “especialmente
hacia los más débiles, es la mejor
oportunidad que tenemos para seguir trabajando en favor de una cultura del
encuentro”. Fuente: Aciprensa. Redacción.