8 de marzo 2019. “La comunidad sacerdotal o presbiterio,
exige una red de relaciones recíprocas que se sitúan en el ambiente de la
comunión eclesial originada por el bautismo”. Con esta intención temática,
iniciamos nuestra jornada espiritual los sacerdotes de Ibagué. Nos reunimos en el Seminario Mayor, en
comunión con nuestros obispos: Monseñor, Flavio Calle Zapata; Monseñor, Miguel
Fernando González Mariño. Liderados por
el Padre Alejandro Castaño, delegado para la pastoral sacerdotal. Invitado para esta reunión, el Padre, Miguel Ángel Aguilar Aguilar, fraternidad sacerdotal, san Juan de Ávila. Acudimos a
dicho encuentro, primer jueves de este mes, para profundizar sobre el tema de la fraternidad sacerdotal.
La importancia que tiene para los ministros de Dios, aprender a ser hermanos,
vivir como hermanos, preocuparnos por los demás. Comparto los apuntes que tomé
en esta reunión. Padre. Jairo
Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.
Tomamos como punto de referencia la audiencia general del
santo padre, San Juan Pablo II, perteneciente al primero de septiembre del año
1993. El Papa, destaca la importancia de
las relaciones de los sacerdotes con sus hermanos en el sacerdocio. El Papa
afirma en su catequesis que el fundamento más específico en las relaciones de
los sacerdotes, es la común participación sacramental y espiritual en el
sacerdocio de Cristo, del que brota un sentido espontáneo de pertenencia al
presbiterio.
El mismo
concilio Vaticano II, en el decreto Presbyterorum Ordinis, en el numeral 8
advierte: “Los presbíteros constituidos por el orden del presbiterado, se unen
todos entre sí por íntima fraternidad sacramental; pero especialmente en la
diócesis, a cuyo servicio se consagran bajo el propio obispo, forman un solo
presbiterio”. La manera como se puede
expresar esa fraternidad sacerdotal contiene un amplio abanico de
posibilidades: “Guiados por el espíritu fraterno, los presbíteros no olviden la hospitalidad, practiquen la beneficencia y la asistencia mutua,
preocupándose sobre todo de los que
están enfermos, afligidos, demasiado recargados de trabajos, aislados,
desterrados de la patria, y de los que se ven perseguidos[72]. Reúnanse también gustosos y alegres
para descansar, pensando en aquellas palabras con que el Señor invitaba, lleno
de misericordia, a los apóstoles cansados: "Venid a un lugar desierto, y
descansad un poco" (Marcos 6, 31).
Además, a fin de que los
presbíteros encuentren mutua ayuda en el cultivo de la vida espiritual e
intelectual, puedan cooperar mejor en el ministerio y se libren de los peligros
que pueden sobrevenir por la soledad, foméntese
alguna especie de vida común o alguna conexión de vida entre ellos, que
puede tomar formas variadas, según las diversas necesidades personales o
pastorales; por ejemplo, vida en común, donde sea posible; de mesa común, o a lo menos de frecuentes y periódicas reuniones. También
han de estimarse grandemente y ser
diligentemente promovidas aquellas
asociaciones que, con estatutos reconocidos por la competente autoridad
eclesiástica, fomenten la santidad de
los sacerdotes en el ejercicio del ministerio por medio de una adecuada ordenación de la vida, convenientemente
aprobada, y por la fraternal ayuda, y de este modo intentan prestar un servicio
a todo el orden de los presbíteros”.
Todo
sacerdote debe comprender y estimar la obra realizada por sus hermanos en el
sacerdocio. Es cuestión de espíritu cristiano y eclesial, así como de apertura a
los signos de los tiempos. La comprensión
recíproca es definitiva en la ayuda mutua de los sacerdotes: “Es de gran
importancia que los sacerdotes se ayuden
mutuamente, a fin de ser siempre cooperadores de la verdad”. La ayuda mutua puede darse por ejemplo: Estar
dispuesto a socorrer a un hermano necesitado. La misma parroquia no puede ser
una isla. Termina el Papa santo, advirtiendo
que es desear y se debe favorecer un especial esfuerzo de comprensión mutua y
de ayuda recíproca, sobre todo en las relaciones entre los presbíteros de más
edad y los más jóvenes: unos y otros son
igualmente necesarios para la comunidad cristiana y apreciados por los
Obispos y el Papa. La recomendación es: El Concilio recomienda a los sacerdotes
de mayor edad que tengan comprensión y simpatía con respeto a las iniciativas
de los jóvenes; y a los jóvenes, que respeten la experiencia de los mayores y confíen
en ellos; a unos y a otros recomienda que
se traten con afecto sincero. Que cultiven la beneficencia y comunión de
los bienes (cf. Hebreos 13,16). Siempre
solícitos con los enfermos afligidos, cargados en exceso de trabajo,
solitarios, desterrados de su patria, así como de quienes son víctimas de la
persecución. (cf. Mateo 5, 10). Es
importante guardar el santo ideal de la Comunión Sacerdotal.
Los
sacerdotes participantes en esta jornada, dieron las siguientes opiniones:
Ø
La fraternidad sacerdotal es un don, es una
gracia de Dios.
Ø
Todos somos hermanos en el sacerdocio, gracias
al sacramento del Orden.
Ø
El comportamiento individualista nos hace mucho
mal a los sacerdotes.
Ø
La
calumnia lastima la vida del hermano sacerdote.
Ø
No debemos quejarnos de los demás sacerdotes, ni
criticarlos. Misericordia es el principio de la vida sacerdotal.
Ø
Vivir la caridad entre los sacerdotes, debe ser
requisito para la fraternidad presbiteral.
Ø
Que los sacerdotes nos ayudemos mutuamente.
Debemos preocuparnos por los demás.
Ø
Es importante que exista la corrección fraterna, entre nosotros los sacerdotes. Siempre con el
espíritu de la caridad.
Ø
¿Será que algunos no creen en la fraternidad
sacerdotal? Hay que creer para poder
lograr la unidad en el presbiterio. Debemos intentar, ser buenos compañeros.
Ø
Para vivir la fraternidad sacerdotal, hay que superar las barreras psicológicas, que
tenemos con respecto a los demás.
Ø
La fraternidad sacerdotal, depende del corazón
de cada cual.
Terminamos nuestra jornada de espiritualidad a las 11
am. Agradecimientos por las atenciones
que recibimos en el Seminario Mayor.