24 de marzo 2019. El Papa Francisco, durante el rezo del
Ángelus Regina Coeli este domingo en la Plaza de San Pedro del Vaticano, destacó
la paciencia de Dios que nos ofrece la posibilidad de convertirnos, sin
embargo, advirtió que esa posibilidad de conversión no es ilimitada: “Podemos
tener gran confianza en la misericordia de Dios, pero sin abusar”. El Santo Padre realizó esta conversión a raíz del
Evangelio de este tercer domingo de Cuaresma que “nos habla de la misericordia
de Dios y de nuestra conversión. Jesús narra la parábola de la higuera estéril.
Un hombre había plantado una higuera en la viña y, con gran confianza, cada
verano acudía a ella para buscar sus frutos, pero nunca los encontraba porque
el árbol era estéril”.
“Empujado por aquella decepción repetida durante tres años,
pensó que lo mejor sería cortar la higuera y plantar otra. Llamó entonces al
viticultor que administraba la viña y le expresó su insatisfacción, por lo que
le pidió que cortara el árbol que ocupaba terreno de forma inútil”. Sin
embargo, “el viticultor pidió al padrón que tuviera paciencia y que le
concediera una prórroga de un año, durante el cual él mismo se ocuparía de
cuidar de forma más atenta y delicada la higuera para así estimular su
productividad”. En esta parábola, “el padrón representa a Dios Padre, y el
viticultor está pensado a imagen de Jesús, mientras que la higuera es el
símbolo de la humanidad indiferente y árida. Jesús intercede ante el Padre para favorecer a la humanidad, y le
pide que le haga caso y le conceda todavía más tiempo para que puedan germinar
los frutos del amor y de la justicia”.
“La higuera que el padrón de la parábola quiere extirpar
representa una existencia estéril, incapaz de entregarse, de hacer el bien. Es
el símbolo del aquel que viva para sí
mismo, saciado y tranquilo, adaptado a su propia comodidad, incapaz de
dirigir la mirada y el corazón a aquellos que están a su alrededor y se
encuentran en condiciones de sufrimiento, de pobreza, de abandono”. Francisco
explicó que “ante esta actitud de egoísmo y de esterilidad espiritual, se
contrapone el gran amor del viticultor ante la higuera: tiene paciencia, sabe esperar, le dedica su tiempo y su trabajo.
Promete al padrón que se preocupara de forma especial de aquel árbol infeliz”.
“Este símil manifiesta la misericordia de Dios, que nos deja
un tiempo para la conversión. Todos
nosotros tenemos necesidad de convertirnos, de dar un paso adelante, y la
paciencia de Dios, su misericordia, nos acompaña en ello. A pesar de la
esterilidad, que en ocasiones marca nuestra existencia, Dios tiene paciencia y nos ofrece la posibilidad de cambiar y de
hacer progresos en el camino del bien”. No obstante, “la prórroga implorada es
concedida a la espera de que el árbol finalmente fructifique, también señala la
urgencia de la conversión. El viticultor dice al padrón: ‘Déjalo todavía este
año’. La posibilidad de la conversión no
es ilimitada, por ello, es necesario acogerla rápido pues, de otro modo, se
perdería para siempre. Podemos tener gran confianza en la misericordia de Dios,
pero sin abusar. No debemos justificar
la pereza espiritual, sino hacer crecer nuestro compromiso a corresponder
rápidamente a esta misericordia con sinceridad de corazón”. El Pontífice
subrayó que “en tiempo de Cuaresma el Señor nos invita a la conversión. Cada
uno de nosotros debe sentirse interpelado a esta llamada, corrigiendo aquello
que se deba corregir en nuestra vida, en nuestro modo de pensar, de actuar y de
vivir las relaciones con el prójimo”. Al mismo tiempo, “debemos imitar la paciencia de Dios que tiene confianza en la
capacidad de todos nosotros de poder levantarnos y retomar el camino”, concluyó
el Papa. Fuente: Aciprensa. Redacción.