Evangelio para el domingo 12 de mayo 2019. «
°°° Dijo Jesús: mis ovejas obedecen cuando yo las llamo; yo las conozco, y
ellas me siguen. Yo les doy vida eterna, y no se perderán jamás. Y nadie las
arrebatará de mis manos.” °°° Juan 10, 27-30. El Sacerdote existe para la
comunidad. Su razón de ser es un hombre lleno del Espíritu de Dios. Un enviado
de Dios. Un hombre virtuoso. Una persona que vive apasionadamente la misión que
el Maestro le encomendó: “Te he destinado a ser luz de las naciones, para que
lleves la salvación hasta el último rincón de la tierra” (Hechos 13, 47).
Ante el acontecimiento de la resurrección de
Cristo el Mesías. El Padre celestial permite que su Hijo se levante de entre
los muertos y se cumpla así la Iglesia tan deseada por el Redentor del Mundo.
Una Iglesia de pescadores, una Iglesia de hombres y mujeres, sencillos y
humildes de corazón-; una Iglesia de sacerdotes –hombres consagrados por el
mismo resucitado, para que continúen su misión en el Reino instaurado. Una
Iglesia ministerial y carismática. Una Iglesia, -comunidad de
comunidades-. Una Iglesia donde todos
deseamos ser discípulos y misioneros.
El
nombre más dulce y el que toca el corazón de cualquier creyente es: “Cristo es
el buen Pastor.” (Juan 10,11). Una
persona que significa mucho, que interesa tanto, que llama la atención, que
llega a todos por razón de su propio ser. El que habla con autoridad, el que
tiene palabras de vida eterna. Los sacerdotes con nuestro esfuerzo y buen deseo
tratamos de lograr ese gran reto: Somos pastores. Nos lanzamos a esa gran aventura,
de ser párrocos, capellanes, educadores, administradores, obispos, cardenales,
misioneros etc. Dejamos muchas cosas del mundo para ganar otras que son
indispensables para nuestra misión. El buen pastor está dispuesto a todo, e
incluso a dar su vida por la causa de los demás: está dispuesto a conocer muy
bien sus ovejas, las cuida permanentemente, no permite que nadie se las
arrebate. El sacerdote asume el martirio y la cruz del Señor, en aras de su
ministerio: Llevar hombres y mujeres hacia Dios.
El
Papa Francisco enseña que un buen pastor, debe tener el poder y la autoridad
que tenía Jesús. Debe gozar de la humildad, la mansedumbre, la cercanía, la
capacidad de compasión, y una excelente dosis de ternura. El corazón del Buen
Pastor nos dice que su amor no tiene límites, no se cansa y nunca se da por
vencido. En él vemos su continua entrega sin algún confín; en él encontramos la
fuente del amor dulce y fiel, que deja libre y nos hace libres; en él volvemos
cada vez a descubrir que Jesús nos ama «hasta el extremo» (cf. Juan 13,1), sin
imponerse nunca. Cuida tu salud: Nada mejor, que contar con un buen pastor. Padre,
Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.