6 de mayo 2019. A Jesús lo vemos con los ojos de la Fe. Homilía
del Papa Francisco en la Misa de las Primeras Comuniones en Bulgaria. Queridos
hermanos y hermanas: Estoy feliz de saludar a los niños y niñas que han
recibido la Primera Comunión, como también a sus padres, familiares y amigos.
Os dirijo a todos vosotros el hermoso saludo que también se acostumbra decir en
vuestro país durante el tiempo pascual: «Cristo ha resucitado». Este saludo es
expresión de nuestra alegría como cristianos, discípulos de Jesús, porque Él,
que ha entregado la vida por amor en la cruz para destruir el pecado, ha
resucitado y nos ha hecho hijos adoptivos de Dios Padre. Estamos contentos
porque Él está vivo y presente entre nosotros, hoy y siempre.
Vosotros, queridos niños y niñas, habéis venido aquí de
todas partes de esta “Tierra de las rosas” para participar en una fiesta
maravillosa, que estoy seguro no olvidaréis nunca: vuestro primer encuentro con Jesús en el sacramento de la Eucaristía.
Alguno de vosotros podría preguntarme: Pero, ¿cómo podemos encontrar a Jesús,
que vivió hace tantos años y después murió y fue sepultado?
Es verdad: Jesús ha hecho un gesto de amor inmenso para salvar
a la humanidad de todos los tiempos. Estuvo en la tumba tres días, pero
nosotros sabemos —nos lo aseguran los apóstoles y otros muchos testigos que lo
han visto vivo— que Dios, su Padre y nuestro Padre, lo resucitó. Y ahora Jesús
está vivo y está aquí con nosotros, por eso hoy lo podemos encontrar en la
Eucaristía. No lo vemos con estos ojos,
pero lo vemos con los ojos de la fe.
Os veo aquí vestidos con las túnicas blancas: es un signo
importante y hermoso. Porque estáis vestidos de fiesta. La Primera Comunión es
ante todo una fiesta en la que celebramos que Jesús quiso quedarse siempre a
nuestro lado y que nunca se separará de nosotros. Una fiesta que ha sido
posible gracias a nuestros padres, nuestros abuelos, nuestras familias y a las
comunidades que nos han ayudado a crecer en la fe.
Para venir aquí, a esta ciudad de Rakovski, habéis hecho un
largo camino. Y vuestros sacerdotes y catequistas, que han seguido vuestro
itinerario de catequesis, os han acompañado también en el camino que os lleva
hoy a encontrar a Jesús y a recibirlo en vuestro corazón. Él, como hemos
escuchado en el Evangelio de hoy (cf. Juan 6,1-15), un día multiplicó
milagrosamente cinco panes y dos peces, saciando el hambre de la muchedumbre
que lo había seguido y escuchado. ¿Os habéis dado cuenta de cómo empezó el
milagro?
De la mano de un niño que llevó lo que tenía: cinco panes y
dos peces (Juan 6,9). Al igual que vosotros, que hoy ayudáis a que se produzca
el milagro de hacernos recordar a todos los mayores aquí presentes el primer
encuentro que tuvimos con Jesús en la Eucaristía y poder dar gracias por ese
día. Hoy nos permitís estar nuevamente de fiesta y celebrar que Jesús está
presente en el Pan de Vida. Porque hay
milagros que sólo pueden ocurrir si tenemos un corazón como el vuestro, capaz
de compartir, soñar, agradecer, confiar y honrar a los demás.
Hacer la Primera Comunión significa querer estar cada día
más unidos a Jesús, crecer en amistad con Él y que otros también puedan
disfrutar de la alegría que nos quiere regalar. El Señor os necesita para poder
realizar el milagro de que su alegría llegue a muchos de vuestros familiares y
amigos.
Queridos niños, queridas niñas: Estoy contento de compartir
con vosotros este gran momento y de ayudaros a encontrar a Jesús. Verdaderamente,
estáis viviendo un día en espíritu de amistad, alegría, fraternidad y comunión
entre vosotros y con toda la Iglesia que, especialmente en la Eucaristía,
expresa la comunión fraterna entre todos sus miembros. Nuestro documento de identidad es este: Dios es nuestro Padre, Jesús es
nuestro Hermano, la Iglesia es nuestra familia, nosotros somos hermanos,
nuestra ley es el amor.
Deseo animaros a rezar siempre con el entusiasmo y la
alegría que tenéis hoy. Recordad que este es el sacramento de la Primera Comunión
y no de la última, acordaos que Jesús os espera siempre. Por eso, os deseo que hoy sea el inicio de muchas comuniones,
para que vuestro corazón esté siempre como hoy, en clima de fiesta, lleno de
alegría y, sobre todo, de gratitud. Fuente: Aciprensa.