6 de mayo de 2019

NO HAY RAZONES PARA IMPROVISAR EN LA MISA


6 de mayo 2019. Joseph (Joe) Hoover, un religioso jesuita (que no es sacerdote), actor, escritor de teatro y articulista en la veterana revista "América" (de los jesuitas de EEUU) ha publicado un artículo con el título: "Queridos sacerdotes que improvisáis en misa: por favor, no lo hagáis". Joe Hoover, como actor y autor de teatro, sabe lo que es improvisar, pero sabe también que hay que respetar el texto, los ritmos, los gestos, las repeticiones... y eso es lo que pide a los sacerdotes, con la libertad de quien es religioso pero no es sacerdote.
Joseph Hoover sabe de teatro, declamación, poesía... y pide a los sacerdotes que se limiten a seguir el misal
"Oh, sacerdotes que improvisáis oraciones en misa, que hacéis monólogos para empezar el espectáculo, que dais argumentaciones finales antes de la despedida, que hacéis aclaraciones significativas entre el "Señor, ten piedad"... oh, sacerdotes que sentís la necesidad de hacer la misa personal o interesante o más espiritual de lo que parece en su superficie, que ponen el gesto de la paz por sorpresa en otros momentos, o cambiáis cuándo hay que arrodillarse o levantarse...", escribe el hermano Hoover.


"Confiad en la energía que expresáis, en vuestra presencia, vuestro físico, vuestra postura, que vuestra voz es suficientemente espiritual. Confiad en eso y ¡simplemente decid las palabras! ¡Haced los gestos! Eso basta", exhorta.

"Añadir más palabras no hará 'mejor' la misa. Si pronuncias las palabras con claridad, como están, si las dejas fluir a través de ti, la gente en los bancos las escuchará como nunca antes. De hecho, la misa se hará interesante y personal y nueva. No necesitas hacer nada más. No trata de ti", añade Hoover.

La misa es un ritual para experimentarlo, no una transmisión de textos

El sentido de la liturgia, con sus normas fijadas y repetitivas, explica, es "ayudarte a rezar". Como en el teatro o el cine, no se trata tanto de transmitir un texto, una serie de conceptos y palabras, como de hacer vivir una experiencia al que acude al ritual.

"Conocer las palabras fijas del guion da libertad al actor para ser espontáneo; conocer las fórmulas fijas de la liturgia puede liberar a un sacerdote para tener experiencia al momento", añade. Hoover admite algunos pequeños comentarios si pasa algo: el monaguillo bosteza dramáticamente, un bebé llora en el momento preciso... "Vale, responde, sé humano". También es posible hacer un pequeño comentario al empezar la misa. En el funeral de un joven en un colegio, rodeado de sus maestros y amigos, tiene sentido dirigir unas palabras al inicio. Hoover tenía un maestro de novicios que en la misa diaria empezaba siempre con un brevísimo comentario acerca del santo del día, y así aprendió mucho. Pero él pide que una vez empiece la misa, fluya según el ritmo fijado en la liturgia.


Los sacerdotes nuevos, y los veteranos, han de saber que la liturgia tiene fuerza suficiente: no hay que improvisar

Distinguir entre reverencia y rigidez

"La feligresía sabe distinguir entre la reverencia y la rigidez, sabe si celebras misa con sana piedad o si adoras a un fiero dios romano llamado rúbrica", especifica el articulista. "Rigidez es tensión: si estás tenso, nosotros los feligreses nos pondremos tensos. La misa, de repente, tratará acerca de ti", explica.

Hoover exhorta a evitar improvisaciones y añadidos también en las misas de niños, "el templo mismo de las oraciones y gestos improvisados. También aquí puedes seguir el texto, sólo el texto, y no parecerás distante ni insensible".

A todos nos gusta saber lo que viene a continuación

Alaba a un sacerdote que conoce que en las misas de niños "reserva los personalismos solo para la homilía. Para las oraciones de la misa, simplemente, lee las oraciones. Rutina, estructura, lo de siempre. Eso es lo que los niños quieren. Y ellos le seguían, participaban, podías verlo. Los niños se sientes seguros siguiendo una estructura. Les gusta saber lo que va a venir. A la mayoría de nosotros nos gusta".

"La estructura no encadena a nadie, nos libera. De hecho, no puede haber libertad donde no hay límites. ¡Liberaos, oh sacerdotes, de pensar que tenéis que recrear lo que no necesita ser recreado! Dejad que las palabras hagan su trabajo. Dejad que la liturgia actúe. Confiad que vuestra presencia bastará: sois suficiente", concluye el artículo. Fuente: Religión en libertad.

La liturgia no es un «hágalo usted mismo»
Ni puede reducirse a gustos y corrientes, dice Francisco

El Papa Francisco se ha dirigido a Disciplina de los Sacramentos acerca de la necesidad de acercar la liturgia al pueblo de Dios

El Santo Padre recordó que la asamblea de este año tiene por tema “La formación litúrgica del Pueblo de Dios”, tarea que consiste en "difundir en el Pueblo de Dios el esplendor del misterio viviente del Señor, manifestado en la liturgia”.

“Hablar de formación litúrgica del Pueblo de Dios significa, ante todo, tomar conciencia del papel insustituible que desempeña la liturgia en la Iglesia y para la Iglesia. Y luego, ayudar concretamente al Pueblo de Dios a interiorizar mejor la oración de la Iglesia, a amarla como una experiencia de encuentro con el Señor y con los hermanos y, a la luz de esto, a redescubrir su contenido y observar sus ritos”, explicó el Papa.

Cambiar el corazón, no sólo los libros litúrgicos

De este modo, el Pontífice reconoció que “no basta con cambiar los libros litúrgicos para mejorar la calidad de la liturgia. Hacer esto solamente sería un engaño” sino que “para que la vida sea verdaderamente una alabanza agradable Dios, es ciertamente necesario cambiar el corazón”. Por ello, el Santo Padre destacó que “la conversión cristiana está orientada a esta conversión, que es un encuentro de vida con el Dios de los vivientes”.

La Sede Apostólica trabaja con los obispos y distintas culturas
“En la comunión eclesial, tanto la Sede Apostólica como las conferencias de obispos operan en un espíritu de cooperación, diálogo y sinodalidad. En efecto, la Santa Sede no reemplaza a los obispos, sino que trabaja con ellos para servir, en la riqueza de los diversos idiomas y culturas, la vocación orante de la Iglesia en el mundo”, afirmó.

En esta línea, el Papa explicó que con el Motu proprio “Magnum principium”, promulgado el 3 de septiembre de 2017, quiso “favorecer, entre otras cosas, la necesidad de una colaboración constante, llena de confianza mutua, vigilante y creativa, entre las Conferencias Episcopales y el Dicasterio de la Sede Apostólica que ejerce la tarea de promover la liturgia sagrada”.

Por ello, el Santo Padre señaló que “el deseo es continuar por el camino de la colaboración mutua, conscientes de las responsabilidades que implica la comunión eclesial, en la que encuentran armonía la unidad y la variedad. Es una cuestión de armonía”.

La liturgia es vida que forma, no idea para aprender

El Papa Francisco también abordó el desafío de la formación y dijo que “no podemos olvidar, ante todo, que la liturgia es vida que forma, no idea para aprender”. Y advirtió que es bueno “en la liturgia como en otras áreas de la vida eclesial, no acabar en polarizaciones ideológicas estériles, que nacen a menudo cuando, considerando las ideas propias válidas en todos los contextos, se llega a adoptar una actitud de dialéctica perenne hacia quien no las comparte”.

Por lo tanto, el Pontífice reconoció que en ocasiones se corre “el riesgo de volver a caer en un pasado que ya no existe o de escapar a un futuro presunto. El punto de partida es, en cambio, reconocer la realidad de la liturgia sagrada, un tesoro viviente que no puede reducirse a gustos, recetas y corrientes, sino que debe ser recibido con docilidad y promovido con amor, como un alimento insustituible para el crecimiento orgánico del Pueblo de Dios”.

“La liturgia no es ‘el campo del hágalo usted mismo’, sino la epifanía de la comunión eclesial”, aseguró el Papa. “Por lo tanto, en las oraciones y en los gestos resuena el ‘nosotros’ y no el ‘yo’; la comunidad real, no el sujeto ideal. Cuando se añoran con nostalgia tendencias del pasado o se quieren imponer otras nuevas, existe el riesgo de anteponer la parte al todo, el ‘yo’ al Pueblo de Dios, lo abstracto a lo concreto, la ideología a la comunión y, en la raíz, lo mundano a lo espiritual”, precisó.

La liturgia tiene función formativa: introducir a pastores y laicos

De este modo, el Papa explicó que “dado que la liturgia es una experiencia encaminada a la conversión de la vida a través de la asimilación de la manera de pensar y de comportarse del Señor, la formación litúrgica no puede limitarse simplemente a brindar conocimientos,- esto es un error- aunque sean necesarios, sobre libros litúrgicos, ni siquiera a la defensa del cumplimiento debido de las disciplinas rituales”, advirtió.

“Para que la liturgia cumpla su función formativa y transformadora, es necesario que los pastores y los laicos sean introducidos a la comprensión del significado y del lenguaje simbólico, comprendidos el arte, el canto y la música al servicio del misterio celebrado, también el silencio”.

Formación permanente para clero y laicos

Con respecto a las etapas de la formación, el Papa Francisco recordó que “es necesario cultivar la formación permanente del clero y de los laicos, especialmente de aquellos involucrados en los ministerios al servicio de la liturgia. La formación no solamente una vez, permanente”.

De este modo, el Pontífice remarcó que “las responsabilidades educativas son compartidas, aunque en la fase operativa interpelen más a las diócesis individuales” y señaló que su reflexión ayudará al Dicasterio “a poner a punto pautas y orientaciones para ofrecerlas, en un espíritu de servicio, a quienes -conferencias episcopales, diócesis, institutos de formación, revistas- tienen la responsabilidad de cuidar y acompañar la formación litúrgica del Pueblo de Dios”.

Al finalizar, el Santo Padre aseguró que “todos estamos llamados a profundizar y reavivar nuestra formación litúrgica”, porque la liturgia es, de hecho, “el camino principal a través del cual pasa la vida cristiana en cada fase de su crecimiento”. “Tienen ante ustedes, por lo tanto, una gran y hermosa tarea: trabajar para que el Pueblo de Dios redescubra la belleza de encontrarse con el Señor en la celebración de sus misterios y, encontrándolo, tenga vida en su nombre”, concluyó.  Fuente: religión en libertad.