12 de junio 2018. Durante la Misa celebrada este martes 12
de junio en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco destacó la importancia del
“simple testimonio habitual, el que se ofrece cada día” sin esperar el
reconocimiento de ningún mérito. El Santo Padre explicó que el testimonio más
grande que puede dar un cristiano es entregar la vida como la entregó Jesús, es
decir, el martirio. Sin embargo, hay otro tipo de testimonio que es el
testimonio de cada día, “el que comienza por la mañana al levantarse y finaliza
por la noche, cuando se va a dormir”.
Ese testimonio consiste en “ser sal y luz
para los demás, sin atribuirse méritos”. “Puede parecer poca cosa”, indicó
Francisco, “pero el Señor, con poca cosa, puede hacer milagros, puede hacer
maravillas”. Por lo tanto, el cristiano debe tener una actitud de humildad. En
eso consiste ser sal y luz.
“Sal para los demás, luz para los demás, porque la sal no se
da sabor a sí misma, está siempre al servicio de los demás. La luz no se
ilumina a sí misma, está siempre al servicio de los demás. Sal para los demás.
Un poco de sal, cambia los alimentos. En el supermercado, la sal no se vende en
toneladas, sino en pequeñas bolsas. Con eso es suficiente. Y luego, la sal no
se vale por sí misma. Siempre para ayudar a los demás: ayuda a conservar las
cosas, a dar sabor a las cosas. Simple testimonio”.
Por lo tanto, continuó el Pontífice, ser cristiano en el día
de hoy significa ser cristiano “para la gente, para ayudar en las horas de
oscuridad”. “El Señor nos dice así: ‘Tú eres sal, tú eres luz’”, pero el
cristiano debe ser sal y luz en el anonimato, sin esperar que se le acredite
ningún mérito. “Nosotros cuando comemos no decimos: ‘¡Ah!, ¡qué sal más
buena!’. No, decimos: ‘¡Qué pasta más buena! ¡Qué carne más buena…!’. De noche,
cuando caminamos por casa, no decimos: ‘Qué buena esta luz’. No, de hecho,
ignoramos la luz, pero vivimos con esa luz que ilumina. Esta es la dimensión
que hace que nosotros, cristianos, seamos anónimos en la vida”.
El Papa subrayó: “No somos protagonistas de nuestros
méritos”, y señaló que hay que alejarse de actitudes como la del fariseo que
daba gracias al Señor pensando que era santo. “Una bella oración para todos
nosotros, que podemos hacer al finalizar la jornada, es preguntarse: ‘¿Hoy he
sido sal? ¿Hoy he sido luz?’. Esta es la santidad de cada día. Que el Señor nos
ayude a comprenderlo”, finalizó el Pontífice. Lectura comentada por el Papa
Francisco: Mateo 5:13-16 Fuente: Aciprensa.