Evangelio para el domingo 10 de
junio 2018. °°° «¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Si un reino está
dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir. Si una casa está
dividida contra sí misma, esa casa no podrá subsistir. Y si Satanás se ha
alzado contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, pues ha llegado su
fin” °°° Marcos 3, 20-35.
La obra de
Cristo habla por sí misma. Es la obra de alguien que ya había sido anunciado
con mucha anterioridad desde el profetismo en Israel. Jesús no intenta ganarse
la admiración de los demás recurriendo a casos extraordinarios. Él es el Hijo
de Dios, Él es quien debía venir al mundo, Él es el Salvador del mundo. Cuando
no se cree en él como Mesías se le puede tildar de loco, de alguien que no está
en sus cabales, o el extremo pensamiento de que tiene una posesión diabólica.
El Maestro demuestra cómo es una señal evidente de la ruina del imperio de
satán, y, por ende, ha llegado la salvación al mundo: Él mismo les da el poder
a los apóstoles sobre los espíritus inmundos, (cf. Marcos 6,7). Ellos
experimentan que los demonios se someten en el nombre de Dios, (cf. Lucas 10,
17).
El poder y la Gracia de Dios
están por encima de cualquier tipo de mentalidad y concepto individual.
Resistirse a aceptar el Misterio de Dios y su Reino, es abrir la posibilidad al
pecado. Muchas formas de pecado nacen ante la terquedad humana, se anidan
fácilmente en el corazón nuestro porque encuentran el terreno apto para subsistir.
Hay una realidad muy cierta que condena la vida humana: Oponerse a la ayuda de
Dios, a la acción de su Santo Espíritu, es abrirle paso a la ruina total
nuestra. No es Dios quien castiga, es la misma persona quien cierra todo tipo
de posibilidades, por su falta de fe, por su incredulidad en la acción divina,
por su egoísmo. Desconocemos el poder de Dios y caemos en el pecado contra el
Espíritu Santo. (cf. Marcos 3,29). Toda división necesariamente es fruto del
pecado. Combatir el pecado, es imposible para quien está lejos de la Gracia de
Dios, para aquel que vive su prepotente historia, para aquel que cree dominar
todo tipo de situaciones. No siempre tenemos la razón; hay alguien que la tiene
mejor que nosotros: “Quien hace la voluntad de Dios” (Marcos 3,35). Cuida
tu salud: La fuerza y la violencia no pueden ser la última razón. Padre, Jairo
Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.