Evangelio para el domingo 1 de julio
2018. °°° « Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al
verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las
últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.» Jesús se fue
con él, acompañado de mucha gente.” °°° (Marcos 5, 21-43).
La sanación que
ofrece Jesús es eminentemente espiritual, va en comunión con la fe de la
persona, con la conversión de la persona, y por supuesto la misión que realiza
quien recibe la gracia en función del Reino de Dios. “Nada puede enfrentar el poder salvador de
Dios revelado en Jesucristo cuando es acogido en la fe. Ni siquiera la muerte
es obstáculo, pues ella es vencida en primer lugar por Jesucristo, Él mismo lo
afirma: “Yo soy la resurrección y la vida”. (Juan 11,25-26). El Hijo de Dios permite que entendamos el
valor absoluto de la vida, la procedencia de la vida, quién es el autor y el
dueño de la vida. Esa misma realidad se la comparte al jefe de la sinagoga: “La
niña no ha muerto, está dormida” (Marcos 5,39). La muerte se convierte para
Dios en plenitud de la vida, la resurrección es alcanzar la gloria de la vida
de Dios en nosotros. La vida embarga un misterio para nosotros; no sabemos
valorar la vida, muchos juegan con la vida, otros contaminan la vida, otros
destruyen sus propias vidas, algunos se encargan de terminar con la vida de los
demás. La vida lo debe ser el todo para
una persona: es gracia, es salud, es amor, es comprensión, es respeto, es
valor, es conquista, es libertad, es desarrollo y plenitud de lo que somos. El
mismo Dios creó a las personas para la incorruptibilidad, nos hizo imagen de su
misma naturaleza, pero por envidia del diablo entró la muerte en el mundo. (cf.
Sabiduría 2, 23-24).
Dios da la vida, imprime vida en un
ser, le permite que ese ser entienda la vida y pueda proyectarse en su
vida. Todo depende del espíritu, de la
fuerza divina con que ese ser ha sido creado.
Dios le da vida. Así lo expresa
desde sus inicios en el libro sagrado: “Entonces el señor Dios formó al hombre
del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre
un ser viviente”. (Génesis 2, 7). San
Juan Pablo II proclama un evangelio de la vida, el cual está en el centro de la
predicación de Jesucristo: « Yo he venido para que tengan vida y la tengan en
abundancia » (Juan 10, 10). Se refiere a aquella vida « nueva y « eterna », que
consiste en la comunión con el Padre, a la que todo hombre está llamado
gratuitamente en el Hijo por obra del Espíritu Santificador. Pero es
precisamente en esa « vida » donde encuentran pleno significado todos los
aspectos y momentos de la vida del hombre” (Evangelium Vitae. 1) Cuida tu
salud: Ama y santifica tu propia vida. Padre,
Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de
Ibagué.