29 de junio de 2018

NADA PUEDE ENFRENTAR EL PODER SALVADOR DE DIOS.


Evangelio para el domingo 1 de julio 2018. °°° « Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.» Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente.” °°° (Marcos 5, 21-43).
La sanación que ofrece Jesús es eminentemente espiritual, va en comunión con la fe de la persona, con la conversión de la persona, y por supuesto la misión que realiza quien recibe la gracia en función del Reino de Dios.  “Nada puede enfrentar el poder salvador de Dios revelado en Jesucristo cuando es acogido en la fe. Ni siquiera la muerte es obstáculo, pues ella es vencida en primer lugar por Jesucristo, Él mismo lo afirma: “Yo soy la resurrección y la vida”. (Juan 11,25-26).   El Hijo de Dios permite que entendamos el valor absoluto de la vida, la procedencia de la vida, quién es el autor y el dueño de la vida. Esa misma realidad se la comparte al jefe de la sinagoga: “La niña no ha muerto, está dormida” (Marcos 5,39). La muerte se convierte para Dios en plenitud de la vida, la resurrección es alcanzar la gloria de la vida de Dios en nosotros. La vida embarga un misterio para nosotros; no sabemos valorar la vida, muchos juegan con la vida, otros contaminan la vida, otros destruyen sus propias vidas, algunos se encargan de terminar con la vida de los demás.  La vida lo debe ser el todo para una persona: es gracia, es salud, es amor, es comprensión, es respeto, es valor, es conquista, es libertad, es desarrollo y plenitud de lo que somos. El mismo Dios creó a las personas para la incorruptibilidad, nos hizo imagen de su misma naturaleza, pero por envidia del diablo entró la muerte en el mundo. (cf. Sabiduría 2, 23-24).

Dios da la vida, imprime vida en un ser, le permite que ese ser entienda la vida y pueda proyectarse en su vida.  Todo depende del espíritu, de la fuerza divina con que ese ser ha sido creado.  Dios le da vida.  Así lo expresa desde sus inicios en el libro sagrado: “Entonces el señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un ser viviente”. (Génesis 2, 7).   San Juan Pablo II proclama un evangelio de la vida, el cual está en el centro de la predicación de Jesucristo: « Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia » (Juan 10, 10). Se refiere a aquella vida « nueva y « eterna », que consiste en la comunión con el Padre, a la que todo hombre está llamado gratuitamente en el Hijo por obra del Espíritu Santificador. Pero es precisamente en esa « vida » donde encuentran pleno significado todos los aspectos y momentos de la vida del hombre” (Evangelium Vitae. 1) Cuida tu salud: Ama y santifica tu propia vida.    Padre, Jairo Yate Ramírez.  Arquidiócesis de Ibagué.