24 de junio 2018. Una vez más, el Papa Francisco recordó la
importancia de la familia, pues es “un santuario de la vida”, y recordó que “en
la gestación de un hijo, los padres actúan como colaboradores de Dios”. Antes
del rezo del Ángelus este domingo 24 de junio, día en que la Iglesia celebra el
nacimiento de San Juan Bautista, el Santo Padre destacó cómo el nacimiento del
primo de Jesús “iluminó la vida de sus padres, Isabel y Zacarías, y llenó de
alegría y de estupor a sus familiares y vecinos”.
“Estos padres ancianos habían
soñado y preparado aquel día, pero ya no lo esperaban más: se sentían
excluidos, humillados, decepcionados”. Entonces, “ante el anuncio del
nacimiento de un hijo, Zacarías se mostró incrédulo, porque las leyes naturales
no lo consentían”. Como consecuencia, “el Señor dejó mudo a Zacarías durante el
tiempo de la gestación”.
De esta reacción de Zacarías y de su consecuente
enmudecimiento, el Papa sacó una lección: “Dios no depende de nuestras lógicas
y de nuestras limitadas capacidades humanas, Es necesario aprender a fiarse y a
callar ante el misterio de Dios, y contemplar en humildad y silencio su obra
que se revela en la historia y que tantas veces supera nuestra imaginación”. “Todo
el suceso del nacimiento de Juan Bautista está rodeado de un alegre sentimiento
de estupor, de sorpresa, de agradecimiento: la gente estaba presa de un santo
temor de Dios, ‘y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas’,
dice el Evangelio”. “El pueblo fiel
–observó el Papa– intuye que ha sucedido algo grande, incluso a pesar de ser
algo humilde y desconocido, y se pregunta: ‘¿Qué será este niño?’”.
Ante ese estupor, esa sorpresa y ese agradecimiento,
Francisco invitó a hacer examen de conciencia y preguntarse: “¿Cómo es mi fe?
¿Es alegre o plana? ¿He experimentado el estupor cuando he oído hablar de la
evangelización? ¿Siento la gracia dentro de mí? ¿Sé sentir el consuelo del
Espíritu o permanezco cerrado a Él? ¿Cómo es nuestra fe? ¿Está abierta a las
sorpresas de Dios?”. El Papa finalizó su reflexión pidiendo a la Virgen “que
nos ayude a comprender que cada persona humana tiene la impronta de Dios,
fuente de vida”. Fuente: Aciprensa.