28 de diciembre 2018. Los Santos Inocentes. Autor: Padre, Mario García Isaza. CM. Formador en el seminario mayor la Inmaculada, en Ibagué, Colombia. Conserva nuestra liturgia, entre las celebraciones que vienen después de la Navidad, la fiesta de los santos inocentes. En El Tiempo de hoy, una columna suscrita por Moisés Wasserman trae algunas consideraciones acerca de los fundamentos históricos que pueda tener esta conmemoración de un hecho que sólo consta en el Evangelio de San Mateo. Escuché, hace pocos días, la larga conferencia que dictó el muy diserto intelectual y escritor Doctor Jesús Vallejo Mejía en el Centro Cultural Cruzada, sobre el tema de la ideología de género;
Y hoy me llega un correo que encuentro profundamente
sugestivo, y del que extracto: “Los católicos conmemoramos a los niños
asesinados por Herodes en la conocida como matanza de los Santos Inocentes. Por
analogía, hoy podemos considerar Santos inocentes también a esos centenares de
millones de niños que han sido asesinados en ese holocausto silencioso llevado
a cabo en sofisticadas salas de despiece: el aborto.” Traigo a cuento todo lo anterior
como una forma de compartir, como me gusta hacerlo, con mis cohermanos y mis
amigos, las preocupaciones que me asaltan, las reflexiones que se me ocurren a
propósito de todo lo que tiene que ver con nuestras convicciones, nuestras
certezas, nuestros principios y nuestra responsabilidad pastoral.
Tengo que confesar que el citado artículo del Doctor
Vallejo me llegó hondo. Más de una vez he expresado un interrogante que me
punza dolorosamente: ¿no habremos perdido, o peor aún abandonado por negligencia
o por miedo, la dimensión apologética de nuestra misión como bautizados y como
ministros de la Iglesia? ¿No estaremos
incurriendo en la actitud de los perros mudos incapaces de ladrar, de que habla
la Escritura? (Isaías. 56,10) ¿Somos suficientemente claros para abordar temas
de ética cristiana, de ley natural o de dogma, y serenamente audaces para
controvertir, con la doctrina de la Revelación y del Magisterio, las heterodoxias
que hoy, soterradamente unas veces y otras de manera insolente, atacan lo que
profesamos y amamos? Frente a temas como la ideología de género, dentro de la
cual se prohija y estimula el aborto, se resquebrajan los fundamentos de la
familia, se desfigura la naturaleza misma del ser humano, del hombre y de la
mujer, ¿no habremos sido hasta ahora de veras claudicantes?
Bueno es que católicos como el doctor Vallejo nos
interpelen con reflexiones como las siguientes, que tomo de su artículo en el
periódico Debate, y que, sin duda, revelan una muy legítima preocupación. “La firmeza que antaño exhibía la Iglesia
militante, ha derivado en una distensión proclive a las claudicaciones. Ello es
palmario en los Estados Unidos y en la Europa Occidental, o en la Compañía de
Jesús…. Y lo padecemos entre nosotros. Los ejemplos abundan… Encontramos
párrocos que rechazan las imágenes con argumentos luteranos, o niegan verdades
católicas…y establecimientos educativos patrocinados por la Iglesia que en lugar de entronizar a San Agustín o a Santo
Tomás…rinden culto a Marx..o a Nietszche…Qué decir del silencio de la jerarquía
eclesiástica ante la imposición torticera de la ideología de género como
normatividad constitucional en el NAF (Nuevo Acuerdo Final)? Dizque en aras de
la paz con las FARC, se dejó pasar, sin que mediase debate alguno, una
formulación de principios encaminada a destruir la familia, que es la obra
maestra de la civilización cristiana.”
Puede uno encontrar en el escrito que estoy
comentando, afirmaciones o generalizaciones que sería necesario matizar o
discutir. Pero creo que, en el fondo, desnuda una realidad que nos llama a la
reflexión. Máxime cuando el escritor remata con frases como ésta, que muestran
su diamantina actitud: “Fieles a la
promesa evangélica, aprestémonos más bien a orar por su unidad y su santidad (
de la Iglesia) de modo que la crisis que ahora padece no traiga consigo su
disolución, sino un nuevo nacimiento…”
¡Que los Santos Inocentes nos alcancen esta gracia!. Deseo y pido a Dios
para todos mis amigos una lluvia de bendiciones y gracias de todo género en el
2019.