NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE. Nuestra Iglesia Católica propone el amor y la devoción a la Santísima Virgen María. La santidad ejemplar de la Virgen mueve a los fieles a
"levantar los ojos a María, la cual brilla como modelo de virtud ante toda
la comunidad de los elegidos". Virtudes sólidas, evangélicas:
La fe y la dócil aceptación de la Palabra de Dios (Lc.1, 26).
La
obediencia generosa (Lc.1, 38). La humildad sencilla (Lc.1, 48).
La caridad solicita (Lc.1, 39). La
sabiduría reflexiva (Lc. l, 29)
La piedad hacia Dios, pronta en el
cumplimiento de los deberes religiosos (Lc.2, 21). Agradecida por los bienes
recibidos (Lc. 1, 46) que ofrece en el templo (Lc.2, 22).
Que ora en la comunidad apostólica
(Hechos 1, 12), la fortaleza en el destierro (Mt.2, 13).
En el dolor (Lc.2, 3 4). La pobreza
llevada con dignidad y confianza en el Señor (Lc.1, 48). Cuidando siempre a su
Hijo desde la cuna hasta la cruz (Le. 2, l ) La delicadeza y la pureza virginal (Mt. l,
18)
La piedad hacia la Madre del Señor, se
convierte para nosotros en ocasión de crecimiento en la Gracia Divina.
Los
santos Padres de la Iglesia
dicen que la primera vez que la Sagrada Escritura habla acerca de la Virgen es en el libro del
Génesis, capitulo 3 versículo 15, cuando
dijo a la serpiente o Satanás "pondré enemistad entre ti y la mujer y el
hijo de ella te aplastara la cabeza" Con estas palabras Dios anunció que
nacería una mujer cuyo Hijo iba a vencer totalmente el demonio. Esa mujer es la Virgen Maria y su
hijo Jesucristo venció para siempre a Satanás en la cruz (Lc.6)
Madre
del profeta Samuel y la madre de sansón, dos mujeres que consagraron su hijo a
Dios.
Los santos destacan su amor a la Virgen y por ende el fruto
de su santidad. San Ignacio de Antioquia dice que María es Madre de Dios. San
Justino compara la V irgen
con Eva. San Ireneo, dice que Maria es corredentora y nuestra Madre espiritual.
El
9 de diciembre de 1531 un indio llamado Juan Diego, iba muy de madrugada del
pueblo hacia la ciudad de México, al llegar junto al cerro llamado Tepeyac
escuchó que le llamaban de arriba del cerro diciendo: Juanito, Juan Dieguito
... El subió y encontró una señora de sobrehumana belleza; cuyo vestido era
brillante como el sol, la cual le dijo: Yo soy la siempre Virgen Maria, Madre
del verdadero Dios, deseo que se me construya aquí un templo, para mostrar y
prodigar todo mi amor, compasión - auxilio y defensa a todos los moradores, a
los demás que me invoquen y en mi confíen.
El indio se arrodilló y le dijo:
Señora mía, voy corriendo a cumplir lo que me has mandado. Fue a la ciudad al
palacio del Obispo, Fray Juan de Zumarraga, religioso franciscano. Por este
gran acontecimiento se construyeron 3 templos sucesivamente te en el cerro
Tepeyac. El actual fue terminado en 1709 y fue eleva do a la categoría de
Basílica por San Pío X. 1754. El Papa Benedicto XIV confirmó el patronato de la Virgen de Guadalupe sobre
toda la nueva España y concedió la primera misa y oficio propio. En 1910 San
Pío X. la proclamó patrona de América Latina. En 1931 Pío XI. la nombró patrona
de las islas Filipinas. En 1945 Pío XII le dio el titulo de Emperatriz de
América.
El 22 de Enero de 1999 el Papa Juan
Pablo II declara oficialmente que se celebre la fiesta de Nra Sra. Guadalupe en
América Latina como fiesta oficial el 12 de diciembre cada año. En el año 2002
El Santo Padre Juan Pablo II, visita nuevamente a México y celebra la Beatificación de
Juan Diego.
Los mensajes de Nuestra Señora de Guadalupe,
todos son una invitación abierta a la conversión, a la oración, a evitar el
mal, a respetar a los sacerdotes y escuchados como mensajeros de Dios.
MARÍA, MODELO DE FE Y ESPERANZA
Profundicemos el aspecto relacional
que viene de Dios, de Jesús, de María, y se nos propone como modelo de adhesión perfecta, hombre-Dios. Dios inicia
el curso de la historia en los parámetros de una perfecta relación. La realidad
que se vive entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, da como resultado la
salvación del mundo, la pedagogía de la fe, la unidad de Dios y la unidad de su
obra creadora, la continuidad en sus propósitos y el fin de toda una historia
que regresa nuevamente a Dios.
Esa es la forma como Dios fue
organizando sus cosas, las fue dirigiendo, las proyectó y las acompañó hasta el
final. Antes del nacimiento de su Hijo, ya Dios había previsto el ambiente y la
misión de su misma Palabra, ese Hijo plantearía la humildad, la sencillez, y la
pobreza, como el ambiente donde se aquilatan las almas de Dios, los hombres
grandes, las mujeres fuertes, las familias sólidas. Jesús nace en un ambiente
de pobreza, no para llamar la atención al mundo, sino para indicarle a la
humanidad, el sostén de una buena relación, mientras en cada uno de nosotros,
exista la alternativa de la sencillez de corazón, la amabilidad, la docilidad,
vamos a lograr lo que Dios logró, estar íntimamente unido con su Hijo y con su
Espíritu; de igual forma el género humano, no se puede entender desde otro
punto de vista, necesariamente debe existir criterios comunes, hilos conductores
de generosidad y progreso entre hombres y mujeres que nos lleven a coexistir
como hermanos, como hijos de un mismo Dios y Padre, como discípulos del mismo
Maestro Jesús. Dios es santo, es
perfecto, es grande, es maravilloso, se ganó el amor de su obra, porque supo
desde un primer momento encontrar el secreto de lo que va a ser grande en el
futuro: Una buena relación de unidad.
Jesús, Hijo de Dios Padre, continúa
la obra de la perfección, siguiendo las huellas de Aquel que lo envió. El mismo
es consciente de su propia misión, que no puede ser otra diferente a la de su
Padre: “Aquí estoy oh Dios para hacer tu voluntad”. Jesús logra enseñarle a la humanidad el punto
de equilibrio en la relación, a través de un juego de palabras regresa a la
misma conclusión: “Primero dice, no quieres, ni aceptas sacrificios, ni
ofrendas, holocaustos, ni víctimas, después Añade, Aquí estoy; niega lo primero
para afirmar lo segundo, y conforme a esa voluntad todos quedamos
santificados”. Niega el capricho, la
individualidad, el egoísmo, para sugerir el valor comunitario de la fe, sin
ello no se entiende el ser de Dios, el ser de la Iglesia , la razón de
nuestras obras en la fe.
María Santísima, con su vida y con
su fe, transmite ese modelo que ha recibido de Dios, ella entiende
perfectamente que su obra y su decisión no es directamente suya sino que es el
fruto de una profunda relación con Dios, la fuerza de poder hacer la voluntad
de Dios, de entenderlo a El, de creerle a El.
Basta pensar en algunas frases sueltas bíblicas, para descifrar la
mentalidad de la Virgen :
“Ella guardaba todas esas cosas en su corazón; Hagan lo que El les diga; aquí
está la esclava del Señor”
Es plenamente creíble esta realidad,
en el marco de la
Visitación. Nos cuenta
el Evangelio que María se puso en camino y fue aprisa, a la montaña, a un
pueblo de Judá y saludó a Isabel. Entra
en contacto con una tercera persona, y le transmite ese espíritu comunitario de
la fe. La fe se convierte en una relación perfecta entre las personas, en una manifestación
del gozo y de la alegría cristiana, en un compartir tanta Gracia y tanta bondad
de Dios. La respuesta no se deja esperar: “Bendita tú, entre las mujeres y
bendito el fruto de tu vientre”. Continúa la cadena de la fe, recibimos tanta
luz y fuerza de Dios, que la convertimos en fortaleza y misión, cuando la
llevamos al espíritu de los demás. María
nos da esa gran lección: Hay que creerle a Dios, hay que hacer su santa
voluntad, hay que aprender a caminar de la mano de Dios, hay que dejarse guiar
por el espíritu de Dios.