10 de diciembre de 2018

NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE.


NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE. Nuestra Iglesia Católica propone el amor y la devoción a la Santísima Virgen María.  La santidad ejemplar de la Virgen mueve a los fieles a "levantar los ojos a María, la cual brilla como modelo de virtud ante toda la comunidad de los elegidos". Virtudes sólidas, evangélicas:
            La fe y la dócil aceptación de la Palabra de Dios (Lc.1, 26).
La obediencia generosa (Lc.1, 38). La humildad sencilla (Lc.1, 48).

            La caridad solicita (Lc.1, 39). La sabiduría reflexiva (Lc. l, 29)
            La piedad hacia Dios, pronta en el cumplimiento de los deberes religiosos (Lc.2, 21). Agradecida por los bienes recibidos (Lc. 1, 46) que ofrece en el templo (Lc.2, 22).
            Que ora en la comunidad apostólica (Hechos 1, 12), la fortaleza en el destierro (Mt.2, 13).
            En el dolor (Lc.2, 3 4). La pobreza llevada con dignidad y confianza en el Señor (Lc.1, 48). Cuidando siempre a su Hijo desde la cuna hasta la cruz (Le. 2, l) La delicadeza y la pureza virginal (Mt. l, 18)
            La piedad hacia la Madre del Señor, se convierte para nosotros en ocasión de crecimiento en la Gracia Divina.
Los santos Padres de la Iglesia dicen que la primera vez que la Sagrada Escritura habla acerca de la Virgen es en el libro del Génesis, capitulo 3 versículo 15,  cuando dijo a la serpiente o Satanás "pondré enemistad entre ti y la mujer y el hijo de ella te aplastara la cabeza" Con estas palabras Dios anunció que nacería una mujer cuyo Hijo iba a vencer totalmente el demonio. Esa mujer es la Virgen Maria y su hijo Jesucristo venció para siempre a Satanás en la cruz (Lc.6)
Madre del profeta Samuel y la madre de sansón, dos mujeres que consagraron su hijo a Dios.
            Los santos destacan su amor a la Virgen y por ende el fruto de su santidad. San Ignacio de Antioquia dice que María es Madre de Dios. San Justino compara la Virgen con Eva. San Ireneo, dice que Maria es corredentora y nuestra Madre espiritual.

El 9 de diciembre de 1531 un indio llamado Juan Diego, iba muy de madrugada del pueblo hacia la ciudad de México, al llegar junto al cerro llamado Tepeyac escuchó que le llamaban de arriba del cerro diciendo: Juanito, Juan Dieguito ... El subió y encontró una señora de sobrehumana belleza; cuyo vestido era brillante como el sol, la cual le dijo: Yo soy la siempre Virgen Maria, Madre del verdadero Dios, deseo que se me construya aquí un templo, para mostrar y prodigar todo mi amor, compasión - auxilio y defensa a todos los moradores, a los demás que me invoquen y en mi confíen.

            El indio se arrodilló y le dijo: Señora mía, voy corriendo a cumplir lo que me has mandado. Fue a la ciudad al palacio del Obispo, Fray Juan de Zumarraga, religioso franciscano. Por este gran acontecimiento se construyeron 3 templos sucesivamente te en el cerro Tepeyac. El actual fue terminado en 1709 y fue eleva do a la categoría de Basílica por San Pío X. 1754. El Papa Benedicto XIV confirmó el patronato de la Virgen de Guadalupe sobre toda la nueva España y concedió la primera misa y oficio propio. En 1910 San Pío X. la proclamó patrona de América Latina. En 1931 Pío XI. la nombró patrona de las islas Filipinas. En 1945 Pío XII le dio el titulo de Emperatriz de América.

            El 22 de Enero de 1999 el Papa Juan Pablo II declara oficialmente que se celebre la fiesta de Nra Sra. Guadalupe en América Latina como fiesta oficial el 12 de diciembre cada año. En el año 2002 El Santo Padre Juan Pablo II, visita nuevamente a México y celebra la Beatificación de Juan Diego.
            Los mensajes de Nuestra Señora de Guadalupe, todos son una invitación abierta a la conversión, a la oración, a evitar el mal, a respetar a los sacerdotes y escuchados como mensajeros de Dios.

MARÍA, MODELO DE FE Y ESPERANZA
            La Santísima Virgen María nos da la primera lección fructuosa…  Es la fe, Mesiánica. María le creyó a Dios y acogió a su enviado en su seno.  La respuesta misma de Isabel confirma el gozo de María, la fuerza de su fe, el convencimiento de su obra: “Dichosa tú, que has creído”.

            Profundicemos el aspecto relacional que viene de Dios, de Jesús, de María, y se nos propone como modelo de  adhesión perfecta, hombre-Dios. Dios inicia el curso de la historia en los parámetros de una perfecta relación. La realidad que se vive entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, da como resultado la salvación del mundo, la pedagogía de la fe, la unidad de Dios y la unidad de su obra creadora, la continuidad en sus propósitos y el fin de toda una historia que regresa nuevamente a Dios. 

            Esa es la forma como Dios fue organizando sus cosas, las fue dirigiendo, las proyectó y las acompañó hasta el final. Antes del nacimiento de su Hijo, ya Dios había previsto el ambiente y la misión de su misma Palabra, ese Hijo plantearía la humildad, la sencillez, y la pobreza, como el ambiente donde se aquilatan las almas de Dios, los hombres grandes, las mujeres fuertes, las familias sólidas. Jesús nace en un ambiente de pobreza, no para llamar la atención al mundo, sino para indicarle a la humanidad, el sostén de una buena relación, mientras en cada uno de nosotros, exista la alternativa de la sencillez de corazón, la amabilidad, la docilidad, vamos a lograr lo que Dios logró, estar íntimamente unido con su Hijo y con su Espíritu; de igual forma el género humano, no se puede entender desde otro punto de vista, necesariamente debe existir criterios comunes, hilos conductores de generosidad y progreso entre hombres y mujeres que nos lleven a coexistir como hermanos, como hijos de un mismo Dios y Padre, como discípulos del mismo Maestro Jesús.  Dios es santo, es perfecto, es grande, es maravilloso, se ganó el amor de su obra, porque supo desde un primer momento encontrar el secreto de lo que va a ser grande en el futuro: Una buena relación de unidad.

            Jesús, Hijo de Dios Padre, continúa la obra de la perfección, siguiendo las huellas de Aquel que lo envió. El mismo es consciente de su propia misión, que no puede ser otra diferente a la de su Padre: “Aquí estoy oh Dios para hacer tu voluntad”.  Jesús logra enseñarle a la humanidad el punto de equilibrio en la relación, a través de un juego de palabras regresa a la misma conclusión: “Primero dice, no quieres, ni aceptas sacrificios, ni ofrendas, holocaustos, ni víctimas, después Añade, Aquí estoy; niega lo primero para afirmar lo segundo, y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados”.  Niega el capricho, la individualidad, el egoísmo, para sugerir el valor comunitario de la fe, sin ello no se entiende el ser de Dios, el ser de la Iglesia, la razón de nuestras obras en la fe.

            María Santísima, con su vida y con su fe, transmite ese modelo que ha recibido de Dios, ella entiende perfectamente que su obra y su decisión no es directamente suya sino que es el fruto de una profunda relación con Dios, la fuerza de poder hacer la voluntad de Dios, de entenderlo a El, de creerle a El.  Basta pensar en algunas frases sueltas bíblicas, para descifrar la mentalidad de la Virgen: “Ella guardaba todas esas cosas en su corazón; Hagan lo que El les diga; aquí está la esclava del Señor” 

            Es plenamente creíble esta realidad, en el marco de la Visitación.  Nos cuenta el Evangelio que María se puso en camino y fue aprisa, a la montaña, a un pueblo de Judá y saludó a Isabel.  Entra en contacto con una tercera persona, y le transmite ese espíritu comunitario de la fe. La fe se convierte en una relación perfecta entre las personas, en una manifestación del gozo y de la alegría cristiana, en un compartir tanta Gracia y tanta bondad de Dios. La respuesta no se deja esperar: “Bendita tú, entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”. Continúa la cadena de la fe, recibimos tanta luz y fuerza de Dios, que la convertimos en fortaleza y misión, cuando la llevamos al espíritu de los demás.  María nos da esa gran lección: Hay que creerle a Dios, hay que hacer su santa voluntad, hay que aprender a caminar de la mano de Dios, hay que dejarse guiar por el espíritu de Dios.