1 de agosto 2019. “Se necesitan salvavidas”. + Felipe
Arizmendi Esquivel. Obispo Emérito de San Cristóbal de Las Casas
VER
Un columnista del periódico nacional El Sol de México
escribió: “El delito de aborto es un fenómeno similar en toda América Latina.
Un factor en común es la intervención de ideas religiosas, dogmas y doctrinas,
en lo que debería ser un asunto puro de salud pública y derechos humanos de las
mujeres”. ¡Qué ignorancia y perversión! ¿Es salud pública matar a un inocente?
¿Es un derecho humano asesinar a otro ser humano, que no pidió venir a la vida
y que no es culpable de lo que le pasa a una mujer? ¿Luchar por la vida humana
en el seno materno es sólo fruto de ideas religiosas, dogmas y doctrinas? Cierto que la religión cristiana ordena no
matar; pero este precepto, antes de todo, es humano, es una moral natural, es
una ética de cualquier cultura civilizada, de todos los tiempos. Lo peor
del caso es que muchas personas abortistas se consideran católicas, evangélicas
y cristianas, demostrando con ello una aberrante ignorancia y una contradicción
flagrante con su fe.
Un ministro de la Suprema Corte de Justicia de la nación
dijo: “El aborto es un dilema que corresponde al foro más íntimo de la mujer”.
Sí y no. Sí, porque ella debe decidir en conciencia. No, porque su decisión
atañe a derechos humanos de otra persona en gestación. El derecho de la mujer
termina donde empieza el derecho de otro ser humano. El foro más íntimo de la mujer debe ser educado para que respete la
vida que ella libremente engendró.
No falta quien insista en que nuestro gobierno es laico y
que, por tanto, no debe depender de ideas religiosas, ni en éste ni en otros
casos. Siguen pensando que defender una vida inocente es asunto exclusivo de
quienes creemos en Dios. Sí, nuestra fe nos ilumina para no tomar caminos
errados, pero esto es de elemental sensibilidad humana. No es la fe la que nos dice cuándo empieza una vida humana, sino la
ciencia. Esta ha demostrado que, a partir de la concepción, se inicia el
proceso de una vida humana. No son células de un pez, de cualquier vegetal o
animal, sino de una persona. Y lo es desde ese momento, no hasta que empieza a
latir el corazón, ni hasta que se forma el cerebro, ni hasta que el feto
empieza a sentir dolor, ni hasta la 12 semana, sino a partir del primer
momento. Eso dice la ciencia, no la fe. Sin embargo, hay quienes insisten en
que no hay persona humana sino hasta alguno de las etapas antes dichas. Esas
son sus defensas ideológicas, no acordes con la ciencia.
PENSAR
El Papa Francisco, en un discurso a quienes atienden
embarazos de niños con alguna deficiencia o malformación, dijo: “Desafortunadamente,
la cultura dominante de hoy no promueve este enfoque: a nivel social, el temor
y la hostilidad hacia la discapacidad a menudo llevan a la elección del aborto,
configurándolo como una práctica de “prevención”. Pero la enseñanza de la
Iglesia sobre este punto es clara: la
vida humana es sagrada e inviolable y el uso del diagnóstico prenatal con
fines selectivos debe ser desalentado, porque es la expresión de una mentalidad
eugénica inhumana, que elimina la posibilidad de que las familias abracen y
amen a sus hijos más débiles.
A veces escuchamos: “Ustedes los católicos no aceptan el
aborto, es el problema de su fe”. No. Es un problema pre-religioso. La fe no
tiene nada que ver con eso. Viene más tarde, pero no tiene nada que ver con
eso; es un problema humano. Es un
problema pre-religioso. No cargamos en la fe algo que no le pertenece desde el
principio. Es un problema humano. Solo dos cosas nos ayudarán a entender
esto: dos preguntas. Primera pregunta: ¿es legítimo eliminar una vida humana
para resolver un problema? Segunda pregunta: ¿es permisible alquilar un sicario
para resolver un problema? La respuesta es tuya. Este es el punto. No vayas a
los religiosos en algo que concierne a lo humano. No es lícito. Nunca, nunca elimines una vida humana o
rentes a un sicario para resolver un problema.
El aborto nunca es la respuesta que buscan las mujeres y las
familias. Más bien, es el miedo a la enfermedad y la soledad lo que hace que
los padres vacilen. Las dificultades prácticas, humanas y espirituales son innegables,
pero precisamente por esta razón son urgentes y necesarias acciones pastorales
más incisivas para apoyar a quienes reciben niños enfermos. Es decir, es
necesario crear espacios, lugares y “redes de amor” a los que las parejas
puedan recurrir, así como dedicar tiempo al acompañamiento de estas familias. Y
gracias, en particular, a ustedes, familias, madres y padres, que han acogido
con satisfacción la vida frágil – la palabra fragilidad debe ser enfatizada –
porque las madres, e incluso las mujeres, son especialistas en fragilidad: dar
la bienvenida a la vida frágil; y que ahora están apoyando y ayudando a otras
familias” (25-V-2019).
ACTUAR
¡Se necesitan salvavidas, personas que luchen por defender el derecho humano básico, que es el
derecho a la vida! Comprendamos a quienes consideran el aborto como su
única alternativa existencial, pero ayudémosles con otras opciones favorables a
la vida humana, de la madre y de la creatura. Fuente: Zenit org.