29 de agosto 2019. La Iglesia Católica conmemora el Martirio
de San Juan Bautista, quien murió decapitado por anunciar y denunciar la
verdad. Juan Bautista es el único santo en la Iglesia a quien se le celebra su
nacimiento (24 de junio) y su muerte por medio del martirio.
Esta memoria “se remonta a la dedicación de una cripta de
Sebaste, en Samaria, donde, ya a mediados del siglo IV, se veneraba su cabeza.
Su culto se extendió después a Jerusalén, a las Iglesias de Oriente y a Roma,
con el título de Decapitación de san Juan Bautista”, según explicó el Papa
emérito, Benedicto XVI en el año 2013.
Añadió que “en el Martirologio romano se hace referencia a
un segundo hallazgo de la preciosa reliquia, transportada, para la ocasión, a
la iglesia de San Silvestre en Campo Marzio, en Roma. Estas pequeñas
referencias históricas nos ayudan a comprender cuán antigua y profunda es la
veneración de San Juan Bautista”.
San Juan Bautista, mártir de la verdad
El 30 de agosto de 2012, el Papa emérito, Benedicto XVI
dedicó su catequesis de la Audiencia General a esta memoria. "La Iglesia
celebra hoy la memoria del Martirio de San Juan Bautista, el precursor de
Jesús, que testimonia con su sangre su
fidelidad a los mandamientos de Dios.
Su vida nos enseña que cuando la
existencia se fundamenta sobre la oración, sobre una constante y sólida
relación con Dios, se adquiere la valentía de permitir que Cristo oriente
nuestros pensamientos y nuestras acciones", dijo.
Benedicto XVI destacó que "celebrar el martirio de san
Juan Bautista nos recuerda también a nosotros, cristianos de nuestro tiempo,
que no se puede descender a negociar con
el amor a Cristo, a su Palabra, a la Verdad. La Verdad es verdad y no hay
componendas".
"La vida cristiana
exige, por decirlo de alguna manera, el 'martirio' de la fidelidad cotidiana al
Evangelio, es decir, el valor de dejar que Cristo crezca en nosotros y sea Él
quien oriente nuestro pensamiento y nuestras acciones. Pero esto sólo puede
suceder en nuestra vida si la relación con Dios es sólida".
"La oración no
es tiempo perdido, no es robar espacio a las actividades, incluso a las
apostólicas, sino que es exactamente lo contrario: sólo si somos capaces de una
vida de oración fiel, constante y confiada, será el mismo Dios quien nos dará
la capacidad y la fuerza para vivir de modo feliz y sereno, para superar las
dificultades y testimoniarlo con valor. Que san Juan Bautista interceda por
nosotros, a fin de que sepamos conservar siempre la primacía de Dios en nuestra
vida", agregó. Fuente: Aciprensa. Redacción.
LA VIDA TIENE VALOR SOLO
AL DARLA
Homilía Papa Francisco.
8 de febrero 2019. Durante la Misa celebrada en la Casa
Santa Marta, el Papa Francisco afirmó que el martirio de San Juan el Bautista
es un gran testimonio que recuerda que “la
vida tiene valor solo al darla, al darla en el amor, en la verdad, en la
donación a los otros, en la vida diaria, en la familia”. En su homilía, el
Santo Padre invitó a meditar sobre los cuatro protagonistas de la narración del
Evangelio de San Marcos dedicado a la decapitación de San Juan el Bautista. Una
narración con cuatro personajes, que el Papa animó a mirar “abriendo el
corazón” para que el Señor nos hable: el
rey Herodes “corrupto e indeciso”; Herodías, la esposa del hermano del rey “que
sabía solo odiar”; Salomé “la bailarina vanidosa” y el profeta “decapitado solo
en su celda”.
El Pontífice comenta que San Juan “sabía que tenía que
aniquilarse a sí mismo” y recordó que lo había dicho desde el inicio hablando
de Jesús: “Él debe crecer, y yo en cambio disminuir”. Y él “ha disminuido hasta
la muerte”, afirmó. “Fue el precursor, el anunciador de Jesús, quien ha dicho:
‘No son yo, es él el Mesías’. Se los mostró a los primeros discípulos, y luego
su luz se apagó poco a poco, hasta la obscuridad de esa celda, en la prisión,
donde solo, fue decapitado”, recordó el Papa.
El martirio es un
misterio
En esta línea, el Papa interrogó: ¿Por qué sucede esto? Y
explicó que “la vida de los mártires no es fácil de narrar. El martirio es un servicio, es un misterio,
es un don de la vida muy especial y muy grande”. Y al final, la situación
concluye violentamente a causa de “actitudes humanas que llevan a quitar la
vida de un cristiano, de una persona honesta y hacerlo mártir”.
Posteriormente, el Santo Padre analizó las actitudes de los
otros tres personajes protagonistas del martirio. El rey Herodes quien “creía que Juan era un profeta”, “lo escuchaba con
gusto”, en un momento “lo protegía”, pero lo tenía en la cárcel. Estaba
indeciso porque San Juan “lo reprendía por su pecado”, el adulterio. “En el
profeta -explicó el Papa- Herodes “sentía la voz de Dios que le decía: ‘cambia
vida’. Pero no conseguía hacerlo. El rey
era corrupto, y donde hay corrupción, es muy difícil salir”. Después, el
Papa describió a Herodías, la esposa del hermano del rey, asesinado por Herodes
para poseerla. El Evangelio dice de ella
que “odiaba” a San Juan porque hablaba claro. “Y nosotros sabeos que el
odio es capaz de todo, es una fuerza grande. El odio es el respiro de satanás. Pensamos que él no sabe amar, no
puede amar. Su ‘amor’ es el odio. Y esta mujer, tenía el espíritu satánico del
odio”, explicó Francisco.
El tercer personaje es la hija de Herodías, Salomé, buena
para bailar “que gusta tanto a los invitados y al rey” y Herodes promete a la
chica “te daré todo”. “Usa las mismas palabras que usó satanás para tentar a Jesús”,
dijo el Papa. “Detrás de estos
personajes está satanás, el sembrador de odio en la mujer, sembrador de vanidad
en la chica, sembrador de corrupción en el rey. Y ‘el hombre más grande
nacido de mujer’ terminó solo, en una celda obscura de la prisión, por el
capricho de una bailarina vanidosa, el odio de una mujer diabólica y la
corrupción de un rey indeciso. Es un mártir, que dejó que su vida sea menos,
menos, menos, para dar lugar al Mesías”, explicó el Santo Padre.
Testimonio de un gran
hombre, un gran santo
De este modo, el Papa Francisco señaló que San Juan muere
allí en la celda, en el anonimato “como tantos mártires nuestros”. El Evangelio
dice solo que “los discípulos fueron a recoger el cadáver para darle
sepultura”. “Es un gran testimonio, de un gran hombre, de un gran santo”,
añadió. “La vida tiene valor solo al darla, al darla en el amor, en la verdad,
al donarla a otros, en la vida diaria, en la familia. Siempre darla. Si alguno
toma su vida para sí mismo, para cuidarla, como el rey en su corrupción o la
señora con el odio o la chica con su vanidad -un poco adolescente,
inconsciente- la vida muere, la vida termina marchita, no sirve”, destacó el
Santo Padre. Al finalizar, el Papa Francisco sugirió recordar a los cuatro
personajes: el rey corrupto, la señora
que solo sabía odiar, la chica vanidosa que no tiene conciencia de nada y el
profeta decapitado solo en la celda. “Miren eso, y cada uno abra el corazón
para que el Señor le hable sobre esto”, concluyó. Fuente: Aciprensa. Mercedes
de la Torre.