Evangelio
para el domingo 11 de agosto 2019. « °°° Enseñando Jesús a sus discípulos, les
decía: «Estad preparados y con las lámparas encendidas, como haciendo guardia
de noche. Portaos como quienes aguardan a que su amo vuelva de la boda, para
abrirle apenas llegue y llame a la puerta.” (Lucas 12, 32-48). La fe es
seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve La fe es la garantía de los bienes que
esperamos, nos permite descubrir las maravillas que Dios ha preparado para cada
uno de nosotros. (Hebreos 11, 1-2). Felices aquellas personas que saben vivir
inteligentemente su fe, en todo espacio, en todo lugar, en todo momento. No es
posible ser cristiano y seguir ahogado en las riquezas; es necesario poner toda
la confianza en el Señor y compartir: “Busca primero el Reino de Dios y todo lo
demás se te dará por añadidura”. (Mateo 6,33).
No
basta con creer en todo lo que tiene que ver con Dios y dejarlo así a la
deriva; pues el Reino del que Jesús nos habla, exige vigilancia, no todo es
seguro si no está bajo la gracia, la oración, el sacrificio y la generosidad
por vivir y experimentar el Reino de Dios: El Maestro dice: Velen y oren porque
no saben el día ni la hora. (Mateo 24, 42). Quien propone una vida diferente,
uniforme y estable, es Dios. Y Él sabe por qué lo dice; a hombres y mujeres nos
corresponde escuchar con mucha atención lo que Dios quiere indicarnos: “Dichoso
el criado si el amo, al llegar, lo encuentra portándose bien” (Mateo 24, 46).
Esperar
la Venida del Salvador no es tan fácil explicarlo con palabras concretas porque
podemos caer en los extremos de prefigurar modelos, estilos de vida o formas
muy particulares de pensar cada cual con respecto a su experiencia de fe. El
Hijo de Dios va rumbo a su Pascua (muerte y resurrección). Cada ser humano
tiene su pasado, (experiencias vividas); su presente, (la realidad misma que lo
circunda); y su futuro, (una vida
organizada donde se minimizan los riesgos). Hay que aprender a vivir de acuerdo
al orden que Dios le ha dado a la creación, cada cosa tiene su lugar, cada
experiencia tiene su instante, todo tiene su valor, todo tiene su principio y
su fin. Quien cree en Dios, tiene una lectura particular de su pasado y su
presente. Cada hora es una oportunidad para vivir la vida como el siervo fiel y
prudente, (Cf. Mateo 24, 45). El Papa Francisco recomienda el desapego de los
bienes terrenales, la confianza en Dios, la vigilancia interior. “Donde está tu
tesoro, allí también está tu corazón” (Lucas 12,34). Cuida tu salud: La
sabiduría y la inteligencia, las recomienda Dios. (Cf. Proverbios 4, 5-7). Padre,
Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.