24 de agosto 2019. Autor: Julio Sáinz Torres. Misionero
claretiano. ¿Qué significa esta octava Palabra? “Este mandamiento –dice el
catecismo- «prohíbe falsear la verdad en las relaciones con el prójimo». Vivir
de comunicaciones no auténticas es grave porque impide las relaciones
recíprocas y por tanto impide el amor. Donde hay mentira no hay amor. Y cuando
hablamos de comunicación entre personas entendemos no solo las palabras, sino
también los gestos, los comportamientos, incluso los silencios y las ausencias.
Una persona habla con todo lo que es y lo que hace. Todos nosotros estamos en
comunicación, siempre. Todos nosotros vivimos comunicando y estamos
continuamente en vilo entre la verdad y la mentira”.
El Papa nos introduce en un aspecto importante de la verdad.
No es un aspecto subjetivo. Podemos estar sinceramente equivocados: “A veces
nos justificamos diciendo: «Pero yo he dicho lo que sentía». Sí, pero has
extremado tu punto de vista. O: «He dicho completamente la verdad». Puede ser,
pero has revelado hechos personales o reservados. Cuántas habladurías destruyen
la comunión por inoportunidad o falta de delicadeza.
Es más, las habladurías
matan y esto lo dice el apóstol Santiago en su Carta. El chismoso, la chismosa
son gente que mata: mata a los demás, porque la lengua mata como un cuchillo.
¡Tened cuidado! Un chismoso o una chismosa es un terrorista, porque con su
lengua lanza la bomba y se va tranquilo, pero lo que dice, esa bomba lanzada,
destruye la fama del prójimo. No lo olvidéis: decir habladurías es matar”.
“Pilato le dijo: «Entonces, ¡tú eres rey?» Jesús le
contestó: «Tú lo dices: soy rey»”. Jesús ante Pilato nos muestra el camino de
la verdad hasta que nos juguemos la vida. Era coherente con su modo de vivir.
Jesucristo resucitado nos ha dado su Espíritu Santo –Espíritu de la Verdad-
para que podamos vivir, como él vivió. Cada uno de nosotros para comportase
como verdadero, mirar a la persona de Jesús.
“Cada uno de nosotros puede preguntarse: ¿Yo soy testigo de
la verdad o soy más o menos mentiroso, disfrazado de verdadero? Que cada uno se
pregunte. Los cristianos no somos hombre y mujeres excepcionales. Sino que
somos hijos del Padre celestial, el que es bueno y no nos decepciona y pone en su
corazón el amor a los hermanos. Esta verdad no se dice tanto en los discursos,
es un modo de existir, un modo de vivir y se ve en cada obra… No darás falso
testimonio quiere decir vivir como hijos de Dios, que nunca, nunca se desmiente
a sí mismo, nunca dice mentiras; vivir como hijos de Dios, dejando emerger en
cada obra la gran verdad: que Dios es Padre y que nos podemos fiar como hijos
de Él. Yo me fío de Dios: esta es la gran verdad. De nuestra confianza en Dios,
que es padre y me ama, nos ama, nace mi verdad y el ser verdadero y no
mentiroso”. Fuente: Religión en libertad.