12 de marzo de 2020

LA SALVACIÓN QUE OFRECE DIOS, ROMPE LOS ESQUEMAS HUMANOS.

Evangelio para el domingo 15 de marzo 2020. « Llegó Jesús a un pueblo de Samaría llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía. Llega una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dice: -«Dame de beber.» Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. La samaritana le dice: -« ¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? » Porque los judíos no se tratan con los samaritanos. Jesús le contestó: -«Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.» °°° Juan 4, 5-42.
La salvación que ofrece Dios, va en comunión con la fe de la persona, con la conversión, con el verdadero arrepentimiento, con la aceptación de la Palabra de Dios. Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué. Una mujer samaritana, encuentra su camino hacia Dios.
El Maestro de Nazareth le regala la clave de la salvación: “Los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.” (Juan 4, 23).

La preocupación de Dios es la totalidad. Dios piensa y actúa mejor que nosotros. En Dios no existe diferencia, entre raza, pueblo o nación. Dios cuida su propia creación.  “Nada puede detener el poder salvador de Dios revelado en Jesucristo cuando es acogido en la fe. Ni siquiera la muerte es obstáculo, pues ella es vencida por Jesucristo, Él mismo lo anuncia: “Yo soy la resurrección y la vida.” (Juan 11, 25)  El mayor obstáculo que encuentra la salvación es la incredulidad. La Samaritana, según el episodio bíblico, una mujer despreciada por su condición, tiene el valor de hablar con Jesucristo y de conocer verdaderamente, quién es el que puede salvar. Dice la Escritura: “Ya no creemos por lo que tú nos contaste. Lo hemos oído y sabemos que este es verdaderamente el Salvador del mundo” (Juan 4, 42).

            Jesucristo es el que sale al encuentro de los pecadores y los sedientos. Es Dios quien toma la iniciativa. El Papa emérito Benedicto XVI, enseñaba que: “La sed de Cristo es una puerta de entrada al misterio de Dios, que se hizo sediento para saciarnos, como se hizo pobre para enriquecernos (cf. 2 Corintios 8, 9). Sí; Dios tiene sed de nuestra fe y de nuestro amor. Como un padre bueno y misericordioso desea para nosotros todo el bien posible. Cuida tu salud: Jesucristo quiere que todos se salven, su condición es que crean en él.