Evangelio
para el domingo 22 de marzo 2020. Quien reconoce su limitación, logra ver la
luz de Dios. °°° « Al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Sus
discípulos le preguntaron: “Maestro, ¿quién pecó, él o sus padres, para que naciera
ciego?” Jesús respondió: No fue porque él o sus padres pecaran, sino que nació
así para que se manifiesten en él las obras de Dios. Debemos trabajar en las
obras de aquel que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie
puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.” (Juan 9,
1-41). Alguien aseveró en la historia: Si no fuéramos tan ciegos, tan tercos,
tan orgullosos, tan perfeccionistas, °°° nos dejaríamos guiar por las palabras
sabias y eternas del Maestro de Nazareth. “Yo soy”. Él es la luz del mundo, es
la razón de nuestro existir, es quien devuelve la vista a los que todavía
siguen ciegos ante la verdad de Dios. Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis
de Ibagué.
El ciego de nacimiento, según el pasaje
de la Sagrada Biblia. Encarna el proceso
de fe que hemos vivido los creyentes; el cual consiste en un reconocimiento
gradual de Jesús a través de sus palabras y de sus gestos salvíficos. Jesús
busca muchas maneras de hacernos entender, su procedencia divina. Utiliza el
método de su revelación a través de los milagros y sanaciones. A pesar de
tantos esfuerzos, de muchas palabras; hombres y mujeres continúan
contradiciendo sus signos, cambiando el orden de sus palabras, cerrándole el
paso a quien viene en nombre de Dios. La mayor dificultad para ver a Dios, para
reconocerlo a él, es el orgullo personal. Así quedó escrito en el versículo 14
salmo 19: “Que el orgullo no me domine nunca. Así seré perfecto y libre de
pecado.” El Papa emérito Benedicto XVI
Advierte de los ciegos curables y aquellos que no se dejan curar, porque se
presumen de sanos. (cf. Ángelus 2 de marzo 2008).
¿Cuándo
abandonaremos la ceguera que nos circunda?; ¿cuándo lograremos entender y
dirigir la vida desde la luz de Dios?; ¿cuándo vamos a ubicarnos frente a un
Jesús tan real, tan próximo a nosotros, tan cerca, tan nuestro? Lo haremos
aceptando la luz de Dios, asumiendo una vida sacramental que se ajuste a los
propósitos de Dios: “Dios no escucha fácilmente a los pecadores ciegos y
necios, sino a aquellos que con el tiempo han aprendido a vivir según la
voluntad de Dios.” Afirma el Salvador del mundo: "Toda planta que no ha
plantado mi Padre celestial será arrancada de raíz. Dejadlos. Son ciegos, guías
de ciegos; y si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el hoyo"
(Mateo 15, 13-14). Cuida tu salud: La bondad, la justicia y la verdad, son
fruto de la luz. (cf. Efesios 5, 9).