13 de febrero 2018. Autor: Padre, Mario García Isaza, formador,
seminario mayor, Ibagué, Colombia. “Los
comunicadores sociales han de ser honestos servidores de la verdad. Su servicio
a la sociedad consiste precisamente en proporcionarle la verdad…A ellos les
urge mayormente el deber de guardarla, porque a ella tienen pleno derecho sus
oyentes o lectores. La mentira, y
con mayor razón la calumnia, en sus labios o
en su pluma, causan incalculables perjuicios a la sociedad y a los individuos,
por el influjo que necesariamente tienen los medios de comunicación social
sobre la opinión pública, y por la ordinaria dificultad de los lesionados para
defenderse en ese campo, lo cual hace más grave e irreparable su violación” (
El compromiso moral de cristiano, Conferencia Episcopal de Colombia, sexta
edición, N° 1356)
Estamos los colombianos en ambiente de plena campaña electoral; nos
preparamos para unas jornadas democráticas de enorme trascendencia, y en las
que está en juego, quizá como nunca, el destino de Colombia como sociedad y
como nación. Por desgracia, dicha campaña se desarrolla en un clima de
pugnacidad que no ayuda al análisis sereno y ecuánime que sería de desearse.
Pero hay algo aún peor: de la agresividad y de la presentación acomodada de los
propios argumentos o de los de los oponentes, hay quienes no dudan en pasar a
la mentira, a la tergiversación de los hechos, y, peor aún, a la calumnia
descarada e insolente. Circula en los últimos días, y ha invadido como un
auténtico virus maligno los diversos espacios electrónicos de comunicación, un
texto que se atribuye al doctor Fernando Londoño Hoyos, y que va acompañado de
una fotografía. En esta última, aparece el señor arzobispo de Cali en compañía
de algunos dirigentes del que fue hasta hace poco el grupo terrorista de las
FARC, que posa ahora de partido político. Y el mensaje que la acompaña afirma,
con grandilocuente tono de cosa indiscutible, que el Prelado hizo que esos
personajes adoctrinaran al clero de su arquidiócesis, y que conminó luego a los
sacerdotes a votar y hacer votar por ellos, amenazándolos, si no lo hicieren,
con sanciones canónicas. Un comunicado emitido por el Clero de Cali, nos ha
hecho saber, como lo sospechábamos por el contenido mismo, impensable, de lo
que se afirma, que todo – fotografía y texto –es falso; que no es más que un
montaje miserable; que lo que se ha publicado es una calumnia infame, de una
avilantez y de una deshonestidad que sobrepasan todos los límites de la villanía, y que ya no bordea sino que
ha traspasado los del delito. Lo mínimo que debería exigírseles al doctor
Londoño y al medio de comunicación a través del cual él se expresa y echó a
rodar semejante infundio, es una retractación total y una petición de perdón.
Eso podría aminorar un poco el profundo daño que han causado. Porque aquello de:”
mentid, mentid, que algo queda” , encierra un táctica diabólica. Y cuando
alguien con ascendiente y poder de influir, como sucede en este caso, la
utiliza, jamás podrá resarcir totalmente a quienes ha ofendido.
¡ Es el colmo ! Yo, como simple ciudadano de Colombia, alzo mi voz de
protesta contra esta alevosía; y envío al señor arzobispo de Cali – ojalá
muchos lo hiciéramos – mi humilde mensaje de solidaridad y desagravio. Correo: magarisaz@hotmail.com