9 de febrero 2018. Los obispos católicos nos hemos reunido
para reflexionar sobre la realidad y la renovación de nuestras parroquias, para
que cumplan con la misión de ser familias en la fe, comunidades evangelizadoras
y semilleros del testimonio cristiano en medio de la sociedad. También hemos
puesto la mirada en las situaciones que vive nuestra nación. La verdadera
riqueza de Colombia, como señaló el Papa Francisco, es “la calidad humana de
sus gentes, hombres y mujeres de espíritu acogedor y bondadoso; personas con
tesón y valentía para sobreponerse a los obstáculos” (7-9-2017). Sin embargo,
como pastores enviados por Cristo, nos duelen y preocupan profundamente estas
situaciones que hoy nos están haciendo sufrir a los colombianos:
1. Se están presentando nuevas formas de violencia y de
terrorismo, en las ciudades y en los campos, así como el cruel asesinato de
líderes sociales, indígenas, mujeres y menores de edad.
2. Reaparecen estructuras armadas ilegales y bandas
criminales como el Clan del Golfo y las Autodefensas gaitanistas de Colombia,
que siguen sembrando dolor y muerte.
3. Sorprende la corrupción generalizada que está minando
personas y estructuras de nuestra sociedad.
4. Continúa el alarmante aumento del microtráfico de
estupefacientes y crece la capacidad corruptora de quienes controlan sus redes
de distribución, incluso con aberrantes estrategias para inducir a los niños y
adolescentes a la drogadicción.
5. No ceden la polarización y la división por cuenta de
partidismos e intolerancia, que impiden llegar al proyecto común que necesita
el país.
6. Se advierte una creciente pérdida de confianza en los
órganos que deben administrar justicia y en otras instituciones públicas.
7. Duele cada vez más la crisis humanitaria que padecen
quienes vienen de Venezuela a las zonas de frontera y a otros lugares del país;
están afrontando situaciones que urgen una rápida solución.
8. Se constata que se siguen dando iniciativas legislativas
y de otros órdenes que no valoran ni protegen la vida humana y la familia.
9. Se insiste en una colonización ideológica que da frutos
en la implantación de experiencias educativas amparadas en la ideología de
género, y que ponen la educación al servicio de proyectos y agendas foráneas.
10. Avanza la cultura del descarte, que abusa y destruye el
medio ambiente, convirtiendo en desperdicio no solamente las cosas y los
recursos útiles, sino también a las personas, considerándolas sólo como un bien
de consumo.
11. Es lamentable la indiferencia y pasividad de muchos
frente al sufrimiento, la enfermedad, la pobreza, la vulnerabilidad de los
niños y los ancianos. Los obispos sufrimos verdaderamente con estas situaciones
y nos sentimos muy cerca de las víctimas que ellas dejan. Construir una
Colombia en paz es una tarea que no da tregua y que exige el compromiso de
todos. No podemos decaer en el esfuerzo por lograr la unidad de la nación ni
permitir que el odio y la venganza, la inequidad social y la falta de
oportunidades sigan truncando la vida de los colombianos; no dejemos que
cualquier tipo de violencia acabe con una vida más. Para lograr este propósito,
es necesario que todos sembremos y cultivemos en el corazón el mismo amor por
la patria, que construyamos un proyecto nacional, que no perdamos la esperanza,
que nos comprometamos todos con valentía, y que no dejemos a la improvisación o
a la decisión de unos pocos el futuro.
Por esto, a la luz del Evangelio, los obispos católicos
hacemos un apremiante llamado:
1. A quienes persisten en las vías de la violencia, que, de
una vez por todas, se den cuenta que la venganza, la mentira, la prepotencia y
el terrorismo no resuelven nada y que todo se puede conseguir por los caminos
del respeto de la vida humana, del diálogo, de la fraternidad y del perdón.
2. A nuestros
gobernantes, que afronten con un liderazgo claro los problemas urgentes de la
nación y la situación de los migrantes que llegan de Venezuela, deponiendo
intereses personales y mirando ante todo al bien común.
3. A los que se están presentando para ser elegidos a los
cargos públicos, que, escuchando al pueblo, configuren propuestas que respondan
a los desafíos del país.
4. Al ELN, que,
teniendo en cuenta los clamores del pueblo, cese ya amenazas y acciones
violentas, para que aparezca la verdad y la buena voluntad en el camino de la
paz, y haya condiciones favorables para continuar las conversaciones en busca
de la paz.
5. Al Gobierno, que continúe en el empeño de seguir buscando
una salida negociada al conflicto, como un aporte indispensable a un proyecto
integral de paz para todo el pueblo colombiano.
6. A los jóvenes, que no se vayan del país, que mantengan
viva la esperanza, que sigan luchando por los grandes ideales personales y de
Colombia, que contagien a los demás su sensibilidad y solidaridad frente a los
más pobres y necesitados.
7. A las familias, que se conviertan en santuarios de la
vida y no renuncien a la importante misión de educar a los hijos; este es un
servicio indispensable para el país.
8. A todos, que multipliquen las iniciativas de diverso
orden para superar, con verdadera solidaridad, la crisis humanitaria y social
generada por la situación de Venezuela.
9. Al pueblo
colombiano, que asuma con sensatez y responsabilidad la misión que le
corresponde en este momento histórico. En los próximos comicios para el
Congreso y la Presidencia de la República, lo invitamos a no dejarse engañar ni
desinformar por opiniones irresponsables e infundadas que circulan en las redes
sociales, y a seguir los criterios que al respecto hemos dado en el mensaje
sobre las elecciones de diciembre del año pasado.
Acercándose el tiempo de cuaresma y la jornada de oración a
la que ha convocado el Papa Francisco para el próximo 23 de febrero, recordamos
de un modo particular a nuestros fieles católicos la exhortación de Jesús a
orar siempre sin desfallecer (cfr. Lc 18,1-8). Por tanto, pidamos a Dios el don
de la paz, y mantengamos viva, con nuestro testimonio, la esperanza del pueblo
colombiano.
Colocamos el presente y el futuro de nuestro país bajo la
protección de la Santísima Virgen María. Estamos seguros de que su intercesión
nos ayudará a alcanzar cuanto necesitamos para construir un país que sea patria
y casa para todos. + Óscar Urbina Ortega Arzobispo de Villavicencio Presidente
de la Conferencia Episcopal.