Evangelio para el
domingo 4 de febrero 2018. -«°°° Todo el mundo te busca. Él les respondió:
Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que
para eso he salido” °°° Marcos 1, 29-39. Jesús de Nazareth nos sorprende con su
pedagogía, con su Palabra novedosa, con su estilo particular de hacer las
cosas, con su personalidad. El poder de
Jesús llama mucho la atención, porque ese poder va a acompañado de milagros,
curaciones, comprensión, ternura, dolor, acompañamiento, sabiduría, etc. En la personalidad del Maestro de Jerusalén
existe el equilibrio genial entre lo que él anuncia, lo que hace y el resultado
que espera como aprendizaje de cada uno de nosotros: Lo que él anuncia es el
Reino de su Padre celestial, (cf. Lucas 8,1); lo que él hace es practicar la
misericordia y la caridad con los demás, (cf. Marcos 1,34); el resultado de ese
proceso es la conversión de cada persona que se pone al servicio de Dios en el
mundo, (cf. Marcos 1, 31). Jesucristo sabe lo que hace y sabe cómo hacerlo:
Aprovecha el momento para educar y formar, “Y recorrió toda Galilea, predicando
en sus sinagogas y expulsando los demonios.” Ese es un método completo: El Hijo
de Dios restaura la vida de cada persona y la convierte en ejemplo y servicio
para los demás.
Dios da a cada persona
gracias, cualidades, talentos, dones, inteligencia, sabiduría, habilidades; la
dificultad aparece cuando muchos no saben cómo administrarlas. Algunos
enloquecen, otros convierten esas cualidades en demonios destructores de ellos
mismos, otros desperdician, otros se dejan llevar por las influencias de los
demás, otros se duermen en los laureles, otros terminan llenos de tesoros, pero
vacíos en sus vidas; otro tanto no logra el objetivo porque la soberbia no se
lo permite. El método cristiano lleva
consigo las cláusulas del maestro: hacer tanto bien, ayudar, sanar, convertir,
y a la vez evangelizar con la misma Palabra a quien quiera recibirla con fe.
Así lo sintió y lo experimentó el apóstol de los gentiles: “Todo lo hago por el
Evangelio”. (1 Corintios 9,23). La
sanación de nuestras vidas va en concordancia con la Palabra que recibimos y
aceptamos definitivamente como presupuesto de nuestra vida espiritual. Jesús hace tanto bien por la humanidad,
porque sabe lo que está haciendo, y lo hace con seguridad pensando en el otro; él
mismo lo afirma: “Vamos a otra parte, a los pueblos cercanos para predicar
también allá, porque para esto he venido” (Marcos 1, 38). Jesucristo se
convierte en nuestro modelo de: Profeta, apóstol, misionero, Maestro: Él todo
lo hace bien. Cuida tu salud: Nunca dejes de servir a los demás; el
servicio es la mayor alegría. Padre,
Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.