Evangelio para el domingo 6 de
mayo 2018. -«°°° Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo
mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor”
(Juan 15, 9-17). El amor ha sido el patrimonio y el hilo conductor del querer
de Dios desde la misma creación. El Hijo de Dios brota del amor del Padre, y de
la misma manera realiza su misión desde el amor a su Padre,
la sostiene durante
todo el tiempo y advierte a sus discípulos para que tengan en cuenta, que con
las armas del amor encontrarán el resultado de una vida nueva: “Ya no los llamo
siervos”. El amor no funciona en un
ambiente solitario, porque se puede convertir en un empujón que se da en un
tiempo determinado, o en una ilusión que con el pasar de los días se va opacando
y no sigue su curso; por eso el Maestro, le añade a ese sentimiento grande y
noble la –permanencia-. Permanecer en el amor de Dios, es contar con un soporte
fijo para una misión interminable, es el quehacer permanente de los hijos de
Dios. El santo Padre Francisco en su homilía matutina en la casa santa Marta,
enseñó que el fundamento de la Iglesia se encuentra en el servicio y el amor:
“La Iglesia no va hacia delante, la Iglesia no respira”. “Sin el amor no crece,
se transforma en una institución vacía, de apariencia, de gestos sin fecundidad”
(Abril 2018).
Dios nos envía a amar y el mismo
sostiene ese amor con los sacramentos, con la Iglesia, con la oración, con la
presencia de su Santo Espíritu, con la santidad de vida. La ley del Señor está
formulada de manera tal, que siempre es una tarea para nosotros; su
cumplimiento es un don: “Ámense los unos a los otros”. Santo Tomás decía que el
amor es procurar el bien del otro. Alguien dijo en la historia, que el amor es:
“Caminar juntos en la misma dirección”, pienso que tenía mucha razón. Pues no se
puede desconocer al otro y su entorno para poder amarlo y comprenderlo,
aceptarlo y valorarlo, tolerarlo y ayudarle, si no está de por medio la visión
que yo tengo del amor. Una persona no se puede volver esclava de otra en aras
del amor. En la mente de Dios no existen los esclavos: “Los llamo amigos,
porque le he dado a conocer todo lo que escuché a mi Padre” (Juan 15,15). Amar
es una fuerza del espíritu, es un cultivo del alma, es un quehacer cotidiano.
El amor tal como lo plantea el Evangelio, es el bastón que soporta tantas
cargas, el lente desde donde se pueden apreciar con tranquilidad y sensatez las
cosas de la vida. Augusto Cury como médico psiquiatra y psicoterapeuta,
analizando la inteligencia de Cristo decía: “El Maestro de los maestros, nos enseña
que en las fallas y las lágrimas se esculpe la sabiduría. El Maestro del amor,
enseña que la vida es el espectáculo más grande en el teatro de la existencia”.
Cuida tu salud: Ama siempre en lugar de
odiar. Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué.