Durante los días 3 al 5 de
mayo del año 2018, se llevó a cabo en la Arquidiócesis de Ibagué, Colombia, el
II Congreso sobre san José. Nuestro Arzobispo, Flavio Calle Zapata, el gestor y
el promotor de la idea, da por inaugurado dicho evento: °°°°
Con alegría y esperanza
iniciamos el congreso denominado San
José en la vida de la Iglesia. ¿Por qué este título? Por los vínculos profundos de San José con la
Iglesia:
Él está presente en el inicio y en el desarrollo de ella, es esposo de
la Madre de la Iglesia, es padre de Jesucristo, su fundador, es su patrono
universal, a su patrocinio acuden numerosas instituciones eclesiales y él
protege a cada uno de los hijos de Dios que se encomiendan a su cuidado.
Aunque el tiempo será
escaso, esperamos alcanzar un valioso acercamiento de la mente y del corazón al
santo Patriarca; para lograrlo nos proponemos mantener la mirada y los
corazones fijos en él, guiados por las enseñanzas que autorizados
conferencistas han preparado para este evento.
No hay nada nuevo para inventar, habrá aclaraciones, profundizaciones y
énfasis que nos llegarán en la persona y en la voz de los mensajeros del Evangelio.
Como nuestra capacidad de atención y contemplación es débil, imploramos la
acción del Espíritu Santo sobre los participantes en este congreso.
Tendremos una variedad de maestros
que nos entregarán el resultado de su estudio, de la oración y de su devoción a
San José. Cada uno de ellos aporta el don de sembrar y de multiplicar. Los
siguientes son los conferencistas y los temas que serán tratados:
- San José, Patrono de
la Iglesia universal, por Su Eminencia el
Cardenal José de Jesús Pimiento Rodríguez.
- San José, esposo de la
Virgen María, por el Señor Nuncio
Apostólico, Ettore Balestrero.
- San José en la
historia de la salvación, por Mons. Froilán
Casas Ortiz, Obispo de Neiva.
- El Hogar de Nazaret y
la familia hoy, por Mons. Omar de
Jesús Mejía Giraldo, Obispo de Florencia.
- San José trabajador, por Mons. Miguel Fernando González Mariño,
Obispo Auxiliar de Ibagué.
- La devoción a San José, por Mons. Orlando Roa Barbosa, Obispo del
Espinal.
- San José en los Padres
de la Iglesia, por Mons. Fabio
Duque Jaramillo, Obispo de Garzón.
- San José Custodio del
Redentor y Protector nuestro, por Mons. Joaquín
Humberto Pinzón Güiza, Vicario Apostólico de Puerto Leguízamo - Solano.
- El amor y el silencio
de San José, por la Dra. Olga
Elvira Hincapié Aguilar.
- Tendremos la oportunidad de escuchar a varios
señores obispos, religiosos y laicos apóstoles del santo Patriarca, que
darán testimonio de su experiencia
de devoción a San José.
- Con motivo de este
congreso consagraremos nuestra patria, Colombia, al cuidado y patrocinio
de San José.
Muchas verdades que se
escucharán, serán como una breve degustación de la teología josefina y a la vez
invitación a una profundización posterior. A San José lo encontramos muy
cercano e inmediato a Dios, por eso llegando a él estaremos en la antesala de
Dios, unidos a él llegaremos a María que es la puerta del cielo y el camino más
corto y directo al Corazón de su Hijo. “Estamos ante la personalidad más
asombrosa de la creación, sólo inferior a Jesús, a quien sirvió de padre dignísimo
y a María, de quien fue dignísimo esposo. La dignidad infinita del Hijo y la
casi infinita de la madre mide la suya. Contemplemos el rostro del augusto
Patriarca a la luz de la mirada filial de Jesús y de la mirada amante de María”
(Fr. Marceliano Llamera, OP en su Prólogo a la obra Teología de San José, BAC, 108)
Menciono algunos temas de
fondo en que se enmarcan las enseñanzas que vamos a escuchar:
1.
Tesoros bajo custodia. Dios puso toda su confianza en San José, dejando en
sus manos como depositario fiel y seguro, los dos tesoros de su Corazón, a
María la Madre de su Hijo y a su mismo Hijo Jesús. San José practicará esa
custodia, ejercitando dos títulos que le darán toda autoridad y serán la fuente
de toda su grandeza y dignidad, esposo de María y padre de Jesús: “Matán
engendró a Jacob y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació
Jesús, llamado Cristo” Mt 1,15-16.
2.
La virginidad de María. José custodia a María, protege su virginidad
abrigándola bajo el manto sagrado del matrimonio con él, que también es virgen.
No se trataba de un no virgen cuidando a una virgen; eran dos vírgenes en la
unidad de un fidelísimo matrimonio y asistidos de manera elevadísima por la
gracia de Dios. María era la “llena de gracia”, lo dijo el Ángel, y José no era
menos, era también un lleno de gracia,
aunque esto no viene afirmado en la Sagrada Escritura.
La purísima María está abrigada por José ya que es su esposa.
Gracias a esa pureza protegida, el Espíritu Santo la cubre con su sombra, la
fecunda con un germen divino. Al estar la Virgen Purísima bajo el abrigo
matrimonial de José, también el fruto de su vientre virginal nacerá cubierto
con la paternidad de José, queda en custodia en manos de José, por eso en la
Escritura se dirá: “¿No es éste el hijo del carpintero?” El Papa León XIII dice: “Este matrimonio da
origen a la obra salvadora de la humanidad…Por estos esposos Dios da a la
humanidad a su Hijo encarnado, camino para que los hombres lleguen a Dios”
El gran orador sagrado, Bossuet, obispo de Meaux,
(1627-1704) dice: “La pureza de María pertenece a José por su matrimonio, es
suya por los castos cuidados con los que la ha conservado. ¡Oh fecunda virginidad!
Si sois el bien de María, sois también el bien de José…por esto Jesús es su
hijo, no por cierto por la carne, pero es su hijo por el Espíritu, en razón de
la alianza virginal que le une con su madre. San Agustín lo ha dicho en forma
breve: “Por este fiel matrimonio, merecieron ambos ser llamados padres de
Cristo”
3.
José, verdadero padre de Jesús. José recibe a Jesucristo, el máximo Tesoro del
Padre, el Ungido por el Espíritu Santo, que es confiado a sus manos para que lo
abrigue, sustente y defienda en calidad
de padre. José cumplirá esta misión de manera perfecta a lo largo de su
vida.
Que José es padre de Jesús es una verdad de sólida
fundación bíblica y poseída sin interrupción por el pueblo de Dios: “Y al
entrar los padres con el Niño Jesús”
(Lc 1, 27); “Su padre y su madre
estaban maravillados de lo que se decía de él” (v 33); “Sus padres iban cada año a Jerusalén en la fiesta de Pascua. Y
cuando era ya de doce años, al subir sus
padres, según el rito festivo al volverse acabados los días, el Niño Jesús
se quedó en Jerusalén, sin que sus padres
lo echaran de ver” (v 41-43); “Jesús, al empezar, tenía unos treinta años, y
era, según se creía, hijo de José” (Lc 3,23); “¿No es éste el hijo de José?”
(Lc 4,22); “¿No es éste el hijo del
carpintero?... ¿No es éste Jesús el hijo de José, cuyo padre y madre
nosotros conocemos?” (Jn 6,42). La misma Virgen María, sabiendo muy bien que el
niño no era hijo de José según la naturaleza, dice: “Tu padre y yo, afligidos, te buscábamos” (Lc 2l, 48)
José ejerce el oficio de padre dentro de la Sagrada
Familia: “Dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús, porque salvará
a su pueblo de sus pecados” (Mt 1,21). “Levántate, toma al niño y a su madre y
vete a la tierra de Israel…y levantándose tomó al niño” (Mt 2, 19-21). En todo
momento Jesús obedece a José como a padre, a él tributa obediencia y honor:
“Bajó con ellos y vino a Nazaret y les estaba sujeto…” (Lc 2,51)
Dios ha dado a José participación del atributo de la paternidad y en
consecuencia lo ha dotado de la gracia para dar el trato que correspondía a su
Hijo. José no teme ejercer el mando sobre su hijo porque sabe bien que es su
padre y que tiene esa misión recibida del Padre celestial. San Anselmo dice que
Dios puso en el pecho de José un corazón paternal encendido en su amor y
Bossuet anota que el Padre celestial da a José una chispa de amor infinito para
que ame a Jesús. José recibe, por gracia no por naturaleza, una participación
del amor purísimo, inmenso y santísimo con que el Padre celestial ama a su Hijo.
“Cristo llamó amigos a los Apóstoles; el Dios hombre
llama a José, padre… ¡Qué aplausos y qué regocijo, qué honores y alabanzas
resonarán en la Jerusalén celestial al pronunciar el nombre de José, a quien el
mismo Dios se dignó llamar padre y a quien la Reina de los Ángeles aún aclama
como esposo amantísimo!”(Isidoro de Isolano, Suma de los dones de San José, cap. VII)
4.
El secreto de la Encarnación del Verbo. La
Encarnación del Verbo fue un secreto delicadísimo depositado en el corazón de
San José y que debía ser guardado oculto hasta la hora oportuna. San José,
conservó este secreto del Rey, no como un depositario pasivo, sino meditándolo
en su corazón, es decir, profundizando en el misterio recibido en custodia y
defendido con silencio y recogimiento. Comprende que hay gran sabiduría en el
silencio interior y también exterior mientras sea necesario. San José nos
enseña así que sólo en el silencio es posible escuchar la voz de Dios y entrar
en los misterios del cielo que Dios revela a los humildes y pequeños.
No siendo nuestro interés sólo académico,
aprovecharemos para admirar la santidad, la grandeza, las virtudes, las
perfecciones de San José; de esta manera se acrecentará nuestro amor a él, la
confianza y el deseo de imitarlo desde nuestra pequeñez, la conveniencia de
propagar su conocimiento y devoción tan provechosa para todos los fieles.
Seremos como abejas que buscan un poco del néctar de los lirios de San José.
Tendremos la oportunidad de unir pastores y pueblo de Dios para la celebración
de la Eucaristía y rendir honores a San José.
San José es patrono universal que atiende todas las
causas de orden material y espiritual, siendo superado en dignidad, gracia y
poder de intercesión sólo por la Santísima Virgen María. Ese gran poder y su
eficacia se explican por la perfección de su caridad, por los méritos obtenidos
en esta vida mediante su cooperación a la redención, por la misión cumplida
como cabeza de hogar al servicio de Jesús y María y por su altísima unión con
Dios en la gloria. Jesús y María necesitaron de José, acudieron a él para
pedirle la ayuda que siempre recibieron. Esa disponibilidad de auxilio no se ha
perdido, antes bien se ha potenciado en la gloria, donde José está atento a las
peticiones de todos los hombres que vamos todavía en camino por este mundo
hacia la patria celestial.
Es sabido de todos que María es Mediadora de todas las
gracias, pero es necesario insistir que el camino más corto y seguro para
llegar a María es su esposo San José. Hemos escuchado que el Mediador único
ante el Padre es Cristo, el camino para llegar a Cristo es su Madre María, el
camino corto y seguro para llegar a María es San José. Cada uno de Ellos
argumenta con sus trofeos: Cristo ostenta ante el Padre sus llagas gloriosas;
María presenta los dolores y alegrías de su entrega maternal; San José muestra
sus manos encallecidas en el trabajo de carpintero para garantizar el pan que alimenta
el hogar de Nazaret.
Algunos casos de especial devoción a San José. Conviene recordar aquí algunas famosas expresiones
de Santa Teresa de Jesús, claro testimonio de los beneficios que se alcanzan
mediante una sincera devoción a San José: “Y tomé por abogado y señor al
glorioso San José, y encomendéme mucho a él…Procuraba yo hacer su fiesta con
toda solemnidad que podía…No me acuerdo, hasta ahora, haberle suplicado cosa
que la haya dejado de hacer…Si va algo torcida la petición, él la endereza,
para más bien mío…Que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer
en una necesidad; a este glorioso santo tengo experiencia que socorre en
todas…Y quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la
tierra, que como tenía nombre de padre, siendo ayo, le podía mandar, así en el
cielo hace cuanto le pide… querría yo persuadir a todos fuesen devotos de este
glorioso santo por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de
Dios” (Vida de Santa Teresa de Jesús,
escrita por ella misma, c 6,p 88-90, Madrid 1914)
Santa Teresita del Niño
Jesús sentía que en ella la devoción a San José se confundía con la que tenía a
la Santísima Virgen, dice: “Pedí también a San José que fuera mi custodio; mi
devoción hacia él desde la infancia, era una misma cosa con mi amor a la
Santísima Virgen” (Historia de un alma,
cap. VI)
León XIII en su encíclica Quamquam pluries, constata el
crecimiento del culto a San José, sobre todo desde que Pío IX lo proclamó
patrono de la Iglesia universal; así se expresa el pontífice: “Consideramos muy
conveniente que el pueblo cristiano se acostumbre a invocar con piedad
ferviente y espíritu de confianza, juntamente con la Virgen Madre de Dios, a su
castísimo esposo San José…”
San Juan XXIII abrió una
nueva era de conocimiento y amor a San José. Ordenó dar nuevo esplendor al
altar de San José en la Basílica de San Pedro y propuso que San José fuera “el
punto de convergencia y piedad religiosa para cada alma y para innumerables
muchedumbres… ¡Oh San José! Aquí está tu puesto como Protector universalis Ecclesiae” En la inauguración del Concilio
Vaticano II oraba así a San José: “Sé siempre nuestro protector. Que tu
espíritu interior de paz, de silencio, de trabajo y oración al servicio de la
Iglesia, nos vivifique siempre y alegre en unión con tu esposa bendita, nuestra
dulcísima e inmaculada Madre”
El Beato Paulo VI en su
homilía de la fiesta de San José del año 1968 presenta a San José como quien
abre el evangelio de las bienaventuranzas, preparando el período de la
redención, sin esplendor humano, “nivelado con el común de los hombres, sin
historia y sin renombre…hombre silencioso, pobre, esclavo del deber a pesar de
su ascendencia real”. Son destacados sus coloquios con el Ángel durante el
sueño, pues era guiado y aconsejado en su intimidad por el mensajero celestial.
Gozaba de un dictado de la voluntad de Dios que se anteponía a sus acciones. ¡José,
no temas: Haz esto! ¡Ve! ¡Vuelve! “No
discute, no duda, no aduce derechos o aspiraciones. Se somete totalmente a la
palabra que se le dirige”.
San Juan Pablo II Publicó Redemptoris Custos en el centenario de
la encíclica Quamquam Pluries de León
XIII, “para que en todos crezca la devoción al Patrono de la Iglesia universal
y el amor al Redentor al que él sirvió ejemplarmente”
San Andrés Basset
(1845-1937) de la Congregación de la Santa Cruz, hermano coadjutor, portero de
colegio, construyó el Oratorio de San
José de Montreal, “Capital mundial de la devoción a San José”; este humilde
religioso es considerado el gran apóstol de la devoción al santo Patriarca en
el siglo XX.
Los papas Benedicto XVI y
Francisco no solo suman ya un acervo importante de doctrina que hace amable y
cercano al pueblo de Dios el nombre de San José, sino que son ellos mismos
grandes devotos y amantes del santo Patriarca. No es el momento de entrar en
los contenidos de este Magisterio.
A manera de conclusión. Este congreso persigue sembrar un mayor conocimiento
y amor a San José, ya que nadie ama lo que no conoce. Lanzaremos las semillas
del amor a San José, como el sembrador del Evangelio que retorna a casa con la
esperanza de recoger frutos abundantes para la gloria de Dios y el bien de las
almas al llegar el tiempo de la cosecha. Sabemos bien que en el amor siempre
hay un horizonte sin límites. Conocer a San José es descubrir un sin igual
amigo, y un amigo verdadero es un tesoro.
Conservemos un deseo
ardiente de admirar e imitar más a San José, una decisión de invitarlo a ser
parte de nuestra vida cotidiana, de escogerlo como director de nuestra vida
interior, de involucrarlo en las realidades de la vida social y política de
nuestro tiempo, así como él afrontó las de su época cuando vivió exiliado en
Egipto para librar a su Hijo de la masacre de niños decretada por Herodes.
Como conclusión de este
congreso cada uno quedará invitado a acoger de nuevo a San José en el recinto
de su corazón, a rendirle el culto de una vida en gracia y creciente santidad,
a escuchar la Palabra de Dios, a practicar la caridad cristiana y al compromiso
misionero en medio de las realidades de nuestro tiempo.
Bienvenidos todos a estos
días de gracia y bendición.
Flavio Calle Zapata
Arzobispo de Ibagué.
Ibagué, Colegio Tolimense,
3-5 de mayo de 2018
CONSAGRACIÓN DE
COLOMBIA A SAN JOSÉ
Amado San José, Esposo Fiel
de la Madre de Dios y Padre Adoptivo de Jesucristo nuestro Redentor, confiados
en tu poderosa intercesión, venimos hoy ante ti para consagrarte nuestra Patria
Colombia y dejarla bajo tu custodia y protección. El Enemigo ha sembrado
divisiones y amenaza con destruir nuestra valiosa herencia recibida durante
largos años. Es verdad que hemos pecado de muchas maneras, especialmente por la
violencia fratricida y la inequidad social; por eso, arrepentidos suplicamos el
perdón de Dios y estamos dispuestos a una verdadera conversión.
Glorioso Jefe de la Sagrada
Familia, te suplicamos que hagas valer tu cercanía al trono de Dios
todopoderoso y le pidas que florezca su reino de amor, de justicia y de paz en
nuestra amada patria. Defiéndenos de los enemigos que pretenden arruinar nuestras
familias, engañar a niños y jóvenes, instaurar una cultura que destruye la vida
y una rebeldía contra la Ley de Dios. Líbranos de avanzar en los errores y
vicios que conducen a la desgracia moral y a la ruina material.
Amadísimo Padre y Amigo San
José, ruega al Padre Celestial que, así como por el misterio de la Encarnación
nos envió a su Hijo, el Buen Pastor, envíe también ahora nuevos obreros a su
mies, que anuncien íntegro el Evangelio de Cristo, para salvación y alegría de
los hombres. Intercede para que el Espíritu Santo nos conceda gobernantes con
el carisma de honestidad y sabiduría. Carpintero de Nazaret, Patrono de los
obreros y artesanos, ayuda al pueblo colombiano a encontrar trabajos dignos y a
fomentar el desarrollo integral en toda la geografía nacional.
San José, Maestro de vida
cristiana, enséñanos a respetar y a promover la dignidad de cada persona
humana, a defender a los niños e inocentes, a ayudar con caridad cristiana a
los que viven alejados de Dios, a socorrer a los más vulnerables y sufridos en
su cuerpo y en su espíritu. Enséñanos a vivir alegres en la práctica del
Evangelio, a crecer cada día en el camino de santidad, a usar con gratitud y
buen cuidado los recursos de la creación, a emplear para el bien los avances que
nos ofrece la tecnología de este tiempo.
San José, Modelo de todas
las virtudes, te damos gracias por acoger esta consagración y presentar
nuestras súplicas ante el trono de la Santísima Trinidad. Recíbenos en tu
Corazón y ofrécenos como obsequio de amor al Corazón de la Inmaculada
Concepción, tu Santísima Esposa y Reina Gloriosa de Colombia. Amén.
Flavio Calle Zapata
Arzobispo de Ibagué.
Presentada en el Congreso San José en la vida de la Iglesia,
Catedral de Ibagué, 5 de mayo de 2018.
SAN
JOSÉ, MODELO DE VIDA Y SANTIDAD PARA TODO CREYENTE
San José, modelo de vida y santidad para todo creyente.
Ponencia de Monseñor Flavio Calle Zapata, arzobispo de Ibagué (Colombia). Primer
congreso sobre san José, en la Arquidiócesis de Ibagué. En el mes de marzo año
2013. «Nuestros pueblos nutren un cariño y especial devoción a San José, esposo
de María, hombre justo, fiel y generoso que sabe perderse para hallarse
en el misterio del Hijo. San José, el silencioso maestro, fascina, atrae y enseña, no con palabras sino con el resplandeciente testimonio de sus virtudes y de su firme sencillez» AP 274
¿QUIÉN ES SAN JOSÉ?
Es mencionado 14 veces en los Evangelios, pero hablan poco
de él. Su interés está dedicado a dar a conocer al Salvador y su obra. El
Carpintero de Nazareth queda en la sombra, a pesar de la delicada y sublime misión que cumple. Es cabeza de
la Sagrada Familia, esposo de María Madre de Dios, padre putativo y custodio
del Redentor acá en la tierra.
COOPERADOR ÍNTIMO DE JESÚS
Es el santo más grande después de la Santísima Virgen María.
Después de María es la persona más inmediata, más íntima, más querida por
Jesús.
Vivió para ÉL, dedicado por completo a dar gloria a Dios,
siguiendo con entera fidelidad la Voluntad de Dios, cooperador inmediato y
estrechísimo en la obra redentora de Jesús, orante y contemplativo, consagrado
íntegramente al cumplimiento de la misión recibida.
EL CAMINO DE SU VIDA
Descendiente de David. Hombre justo. Esposo de María por una
prodigiosa escogencia divina. Llamado por todos Carpintero de Nazareth y padre
de Jesús. Ante el misterio de la Encarnación se comporta temeroso y
maravillado, pero el Ángel lo tranquiliza. Va a Belén para el censo. Acoge al
Niño Dios en la pobreza y el frío de una cueva de animales. Presenta con María al
Niño Dios en el Templo. Huye a Egipto como refugiado para salvar la vida del
Niño. Retorna a Nazareth hasta su glorioso tránsito a las manos del Padre.
LA DEVOCIÓN A SAN JOSÉ
San José es el santo que todo cristiano debe venerar con
devoción particular porque es el protector de la Iglesia, defensor de la vida
consagrada y de la familia, patrono de los obreros, defensor de los niños, de
las vírgenes, de las madres, de los prófugos y los moribundos.
Es protector de los Seminaristas y Sacerdotes, pues asistió
en la tierra al Sumo y Eterno Sacerdote.
Es gran protector de los que a él se encomiendan y le piden ayuda para
las obras que agradan a Dios. Obtiene muchísimas gracias, ya que Dios no le
dice no en el cielo, a quien le sirvió con todo a Él, aquí en la tierra.
SAN JOSÉ Y LA FE
- San José, llamado hombre justo es poseedor de todas las virtudes. La primera y principal, la base sobre la cual se levanta el edificio de un verdadero hombre de Dios, es la fe. La fe descansa en Dios, en su Palabra, en sus anuncios y promesas. San José vivó de fe. Actuó por la fe, por la confianza y por el abandono total en la Divina Providencia.
2. Por su fe San José
aceptó siempre las palabras del Ángel como venidas de Dios. Muchos de los
anuncios de Dios a José fueron durante el sueño, que es un estado borroso y
confuso.
Sin la menor vacilación aceptó la maternidad de María, creyó
en la divinidad del Niño a pesar de su similitud con todos los
niños, huyó a Egipto para salvarlo, regresó a su patria cuando le fue
indicado.
SUS PADRES Y SU INFANCIA
Su nombre, José. Es hijo de la oración de sus padres. Es
semejante a María en los orígenes, en la patria (Nazareth) y en las virtudes.
Sus padres le brindan la educación de un perfecto judío en religión y en las
virtudes humanas.
Circuncidado y presentado al Templo en las fechas indicadas.
Su infancia fue un acelerado crecimiento en las virtudes. Sus maestros fueron
sus mismos padres. Le apasionaba la historia de los patriarcas y profetas cuyas
virtudes imitaba. Aprendió de memoria los salmos y oraba como los
antiguos; 7 veces al día.
SAN JOSÉ, PRODIGIO DE SANTIDAD
- Es santo ya desde el vientre de su madre. Llegó pronto a los hábitos más perfectos en todas las virtudes. Más sabio y santo que todos los patriarcas.Más alto en santidad que los mismos serafines. Crecía maravillosamente en el amor a Dios y el prójimo, en la práctica de todas las virtudes, de modo que se volvía cada día más admirable no sólo ante los ojos de los hombres sino de los mismos ángeles.
- San
José era modelo de judío orante. Los elementos que Nuestro Señor, Maestro
de la oración perfecta, tuvo presentes al componer y entregar el Padre
Nuestro a los Apóstoles; los escuchó en la oración de San José. José
enseñaba a Jesús a orar, pero en ese ejercicio el maestro se convertía en
discípulo. José pedía perdón a Dios y perdonaba las ofensas recibidas, oraba por los
perseguidores, pedía la venida del Reino de Dios, la liberación del mal y
de caer en la tentación de la apostasía. San José dirigía su vida por la
Voluntad de Dios que está en los cielos y quería que ese divino querer se
cumpliera igualmente en la tierra. Como pobre y humilde pedía el don del
pan cada día.
- La
razón de su santidad consiste principalmente en hacer sido destinado para
ejercer, en nombre del Padre Celestial, la patria potestad sobre Jesús y
María.
- Dios
lo hizo digno esposo de la Divina Madre y padre del Hijo de Dios en la
tierra.
- San
José recibe el poder más grande dado a un mortal después de la
maternidad virginal de
María.
SAN JOSÉ, MODELO DE VIRTUDES
• Vivía
de la fe; imitaba siempre a Abraham, modelo consumado de creyente, quien
siempre caminó en la presencia del Señor. Vivía de las promesas y oraba por la
realización de los anuncios que Dios le hacía por medio del Ángel
• Tenía
gran caridad con los pobres, daba limosnas sin quedarse con nada, daba con
alegría, no era apegado a cosas ni a dinero, pedía a sus padres para entregar a
los necesitados, destinaba dinero de su trabajo para los pobres
• Observaba
perfecta castidad y pureza. Evitaba los peligros, mortificaba los sentidos,
ofrecía a Dios ayunos y penitencias. Se conservó siempre digno de ser el esposo
virgen de la Reina de las Vírgenes
• La
acción del E.S. lo elevó a la perfección desde niño. Fue dotado de gran
criterio, más que un hombre adulto. Recibió el don de consejo. Dejaba todo en
oración pidiendo a Dios luces para armonizar las decisiones con su divina
Voluntad. Se hizo sabio para aconsejar mediante el contacto con la Torá, su
fuente de sabiduría. Conocía perfectamente las Escrituras, la historia, la
tradición de su pueblo y la legislación. Todo el que necesite buen consejo debe
acudir a San José.
• El
Carpintero de Nazareth es el mayor entre todos los patriarcas y profetas en la
historia de Israel que precedieron a Jesús.
• Sentía
un afecto particular por el Templo de Jerusalén en donde pasaba largas horas de
contemplación. Presentaba ofrendas generosas al Templo. Pedía a Dios una
compañía o amigo fiel con quien pudiera compartir sobre las grandezas de Dios.
Pedía a Dios anticipara el envío del Mesías prometido.
• Dios
puso en su alma una caridad y compasión
altísima por los moribundos. En la agonía se decide la eterna suerte de
las personas y los demonios hacen todo esfuerzo por ganar almas para las penas
eternas.
• Acompañó
con admirable dedicación a sus padres en su enfermedad, agonía y muerte. El
tuvo la dicha de entregar su alma en manos de Jesús y de María. San José, «terrror
de los demonios» , patrono de la santa muerte, debe ser invocado como
compañía y defensa de los moribundos.
SAN JOSÉ DECIDE DEJAR A SU ESPOSA
San José no encontraba explicación a lo que sus ojos veían.
Sin embargo el respeto, el amor y la
delicadeza del trato eran crecientes.
San José nunca hizo juicios de infidelidad. Para proteger a
María decidió dejarla en casa y partir con su alma traspasada de dolor. Dios
devolvió la paz al corazón de José por medio del Ángel.
EL DESPOSORIO DE MARÍA Y JOSÉ ES UN ACTO DE FE
María Inmaculada y Virgen por inescrutable designio de Dios,
acepta a José como esposo. María asume el proyecto de Dios antes que el suyo
propio; es heroica en la obediencia y se abandona en manos de Dios: «He aquí la
esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra».
Dos vírgenes se desposan y se dan el trato a la vez esponsal
y virginal.
El esposo escogido es descendiente de David, como María; de 33 años, hombre guapo y de aspecto agradable pero de incomparable modestia y gravedad; hombre puro en pensamiento, en conducta
y en sus inclinaciones. El más casto y santo de los hombres; el más grato a los ojos
de Dios.
EL SILENCIO DE SAN JOSÉ
• Toda
la misión de José, el Carpintero de Nazareth, su participación en la vida y
obra de Jesús, fue un misterio oculto a los hombres. Es ahora el momento de
revelarlo al mundo porque es necesario que los hombres lo conozcan, lo veneren
y lo amen. El es el poderoso escondido.
• Dios
Padre lo eligió para ser modelo y formador de su Hijo en la tierra, modelo
también de todos los hombres. Amó a Dios como ningún judío justo de su tiempo.
Dios lo eligió entre los hombres de su tiempo por ser justo, piadoso y fiel.
SAN JOSÉ SOMBRA DEL PADRE
José fue imagen perfecta, sombra y resplandor de Dios.
Iluminó a Jesús por el sendero justo.
Lo educó con sabias y santas lecciones de amor, justicia,
paz y reconciliación.
José fue el modelo que Jesús imitó en todo por su obediencia
total a Dios en la ley mosaica.
DICHOSO EL TRÁNSITO DE SAN JOSÉ
Jesús y María asisten a José en su enfermedad y reciben su
alma al expirar. Tienen intercambio de bendiciones, perdones y despedidas. Dios le concede la más dichosa de las muertes.