27 de mayo 2018. El Papa Francisco explicó que la fiesta de
la Santísima Trinidad que la Iglesia celebra hoy, recuerda que Dios es una
comunión de amor, que no es indiferente ni lejano y que siempre vela por cada
uno de sus hijos. Ante unas 25 mil personas reunidas para el rezo del Ángelus Regina
coeli, este mediodía en la Plaza de San
Pedro, el Pontífice explicó que “las lecturas bíblicas de hoy nos hacen
comprender cómo Dios no quiere tanto revelarnos que Él existe, sino más bien
que es el ‘Dios con nosotros’,
cercano a nosotros, que nos ama, que camina con nosotros, que está interesado en nuestra historia personal y cuida a cada uno, comenzando con los más pequeños y necesitados”.
cercano a nosotros, que nos ama, que camina con nosotros, que está interesado en nuestra historia personal y cuida a cada uno, comenzando con los más pequeños y necesitados”.
El Obispo de Roma resaltó que la fiesta de la Santísima
Trinidad permite a los fieles “contemplar y alabar el misterio del Dios de
Jesucristo, que es Uno en la comunión de tres Personas: el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo. Para celebrar con estupor siempre nuevo a Dios-Amor, que nos
ofrece gratuitamente su vida y nos pide difundirla en el mundo”. “Él es ‘Dios allá en los cielos’, pero
también ‘aquí en la tierra’. Por lo tanto, no creemos en un ente lejano, ¡no!,
en un ente indiferente, ¡no! Al contrario, creemos en el Amor que ha creado el
universo y ha generado un pueblo, se ha hecho carne, ha muerto y resucitado por
nosotros, y como Espíritu Santo todo lo transforma y lo lleva a su plenitud”.
El Pontífice recordó luego que “San Pablo, que en primera
persona ha experimentado esta transformación obrada por Dios-Amor, nos comunica
su deseo de ser llamado Padre, más bien ‘Papá’ –Dios es nuestro Papá– con la
total confianza de un niño que se abandona en los brazos de quien le ha dado la
vida”. “El Espíritu Santo –recuerda también el Apóstol– actuando en nosotros
hace que Jesucristo no se reduzca a un personaje del pasado, no, sino que lo
sintamos cercano, nuestro contemporáneo y experimentemos la alegría de ser
hijos amados de Dios”.
El Santo Padre dijo también que “en el Evangelio el Señor
resucitado promete quedarse con nosotros para siempre. Es gracias a esta
presencia suya y a la fuerza de su Espíritu que podemos realizar con serenidad
la misión que Él nos confía. ¿Cuál es esa misión? Anunciar y testimoniar a
todos su Evangelio y así ampliar la comunión con Él y la alegría que de ella
deriva. Dios, caminando con nosotros, nos llena de alegría y la alegría es un
poco el primer idioma del cristiano”.Entonces, continuó, “la fiesta de la
Santísima Trinidad nos hace contemplar el misterio de Dios que incesantemente
crea, redime y santifica, siempre con amor y por amor, y a cada criatura que lo
acoge le permite reflejar un rayo de su belleza, bondad y verdad”.
“Desde siempre, Él ha optado por caminar con la humanidad y
forma un pueblo que es una bendición para todas las naciones y para cada
persona, nadie está excluido. El cristiano no es una persona aislada sino que
pertenece a un pueblo: este pueblo que Dios forma. No se puede ser cristiano
sin tal pertenencia y comunión. Somos un pueblo: el pueblo de Dios”. Para concluir,
el Papa pidió “que la Virgen María nos ayude a cumplir con alegría la misión de
testimoniar al mundo, sediento de amor, que el sentido de la vida es llegar al
amor infinito, el amor concreto del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.
Fuente: Aciprensa. Walter Sánchez Silva.