8 de mayo 2018. “El diablo está derrotado”, “podríamos decir
que está moribundo”, pero todavía tiene gran poder, gran capacidad de
seducción, es como un perro rabioso encadenado que tiene la capacidad de morder
en cuanto ve la ocasión. Así lo describió el Papa Francisco, que insistió en la
necesidad de no acercarse al demonio, no dialogar con él y refugiarse en la
Virgen María cuando ataca con sus tentaciones. En la homilía de la Misa
celebrada en la Casa Santa Marta este martes 8 de mayo, el Santo Padre advirtió
que “el diablo sabe qué palabras decir” para seducir a las personas, “y a
nosotros nos gustar se seducidos”.
“Él, el diablo, tiene esa capacidad, esa capacidad
de seducir”, advirtió. “Por eso es tan difícil de entender que está derrotado,
porque se presenta con gran poder, te promete muchas cosas, te da regalos,
bellos, bien envueltos. Y podemos pensar: ‘¡Oh, qué bonito!’. Pero tú no sabes
qué es lo que hay dentro. Sabe presentar sus propuestas ante nuestra vanidad,
ante nuestra curiosidad, y nosotros lo compramos todo, cedemos ante las
tentaciones”.
El diablo, continuó el Pontífice, “es peligrosísimo. Se
presenta con todo su poder, y sus promesas son todas mentira, y nosotros, como
tontos, las creemos. Sabe hablar bien, es capaz de cantar para engañar. Es un
derrotado que se mueve como si fuera un vencedor. Sus luces son deslumbrantes
como fuegos artificiares, y como tales, no duran, se desvanecen. Por el
contrario, la luz del señor es suave, pero permanente”. Francisco explicó que
“debemos estar atentos a no dialogar con el diablo como, por el contrario, hizo
Eva: se creyó la gran teóloga y cayó”. Por el contrario, Jesús en el desierto
no lo hace, responde con la Palabra de Dios. Por ello, el Papa insistió en que
no se puede dialogar con el diablo: “Con el diablo no se dialoga, porque él nos
vence, es más inteligente que nosotros”.
En cambio, el Pontífice animó a buscar refugio en la Virgen
María ante las acciones del diablo. El diablo “es un condenado, es un
derrotado, un encadenado que está a punto de morir, pero es capaz de causar
estragos. Nosotros debemos rezar, hacer penitencia, no acercarnos, no dialogar
con él”. “Debemos ir donde la madre, como los niños. Cuando un niño tiene
miedo, va junto a la madre: ‘¡Mamá, mamá…, tengo miedo!’”. “Id donde la Virgen,
ella nos custodia. Los Padres de la Iglesia, sobre todo los místicos rusos,
dicen: en el tiempo de las turbaciones espirituales, hay que refugiarse bajo el
manto de la gran Madre de Dios. Ir donde la Madre de Dios. Que ella nos ayude
en esta lucha contra el derrotado, contra el perro encadenado para vencerlo”, (Texto usado por el Papa: Juan 16, 5-11) concluyó. Fuente: Redacción Aciprensa.