6 de mayo 2018. Durante el rezo del Ángelus Regina Coeli
este domingo en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el Papa Francisco hizo una
defensa de la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural. El
Santo Padre afirmó que las personas están llamadas a amarse siguiendo el
ejemplo de Jesús, lo cual debe llevar a una serie de actitudes como el cuidado
de los ancianos, el cuidado de los enfermos o la defensa del no nacido. “Este
amor por los demás no puede estar reservado a momentos excepcionales –explicó
el Santo Padre–, sino que debe convertirse en la constante de nuestra
existencia”.
“He ahí por qué estamos llamados a custodiar a los ancianos como
un tesoro precioso y con amor, incluso si crean problemas económicos y
dificultades. He ahí por qué a los enfermos, incluso en la última fase de la
enfermedad, debemos ofrecerles toda la asistencia posible. Es por eso por lo
que los niños por nacer siempre son bienvenidos. Por qué, en definitiva, la
vida siempre debe cuidarse y ser amada desde el momento de la concepción hasta
el ocaso natural”.
En su enseñanza, Francisco destacó que “en este tiempo
pascual la Palabra de Dios continúa mostrándonos estilos de vida coherentes
para pertenecer a la comunidad del Resucitado. Entre ellos, el Evangelio de hoy
presenta la consigna de Jesús: ‘Permaneced en mi amor’”. “Habitar en la
corriente del amor de Dios para mantenerse estables es la condición para
asegurarse de que nuestro amor no pierda su ardor y su audacia en la calle.
También nosotros, como Jesús, debemos acoger con gratitud el amor que viene del
Padre y permanecer en ese amor, tratando de no separarnos con el egoísmo y con
el pecado. Es un programa difícil pero no imposible”. El Papa señaló que “es
importante tomar conciencia de que el amor de Cristo no es un sentimiento
superficial, sino una actitud fundamental del corazón que se manifiesta en el
vivir como Él quiere”. “Jesús, de hecho, afirma: ‘Si observáis mis
mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he observado los mandamientos
de mi Padre y permanezco en su amor’. El amor se realiza en la vida de cada
día, en nuestro comportamiento, en nuestras acciones; de lo contrario, tan solo
es algo ilusorio. Jesús nos pide observar sus mandamientos que se resumen en
este: ‘amaos los unos a los otros como yo os he amado’”.
En su catequesis se preguntó: “¿Cómo hacer para que este
amor que el Señor Resucitado nos entrega pueda compartirse con los demás?”. “Muchas
veces Jesús ha indicado quién es el otro al que amar no con las palabras, sino
mediante los actos. Es aquel que encuentro en mi camino y que, con su rostro y
su historia, me interpela. Es aquel que, con su misma presencia, me empuja a
salir de mis intereses, de mis seguridades. Es aquel que espera mi
disponibilidad para escuchar y hacer junto a mí un trozo de mi camino”. En este
sentido, pidió mostrar una “disponibilidad hacia el hermano y la hermana, sea
quien sea, y en cualquier situación que encontremos, comenzado por aquel que se
encuentra junto a mí, en mi familia, en mi comunidad, en el trabajo, en la
escuela… De este modo, si permanezco unido a Jesús, su amor podrá alcanzar al
otro y acercarlo a Él, a su amistad”. El Papa Francisco finalizó: “Nosotros
somos amados por Dios en Jesucristo, que nos pide amarnos como Él nos ama. Pero
esto no podemos hacerlo si no tenemos en nosotros su mismo corazón. La
Eucaristía, a la cual estamos llamados a participar cada domingo, tiene el
propósito de formar en nosotros el Corazón de Cristo, de modo que toda nuestra
vida sea guiada por su misma actitud generosa”. Fuente: Redacción Aciprensa.