Evangelio
para el domingo 14 de julio 2019 « °°° «Maestro, qué debo hacer para alcanzar
la vida eterna?» Él le dijo: « ¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué es lo que en
ella lees?» El doctor de la Ley le contestó: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todas
tus fuerzas y todo tu espíritu, y Amarás a tu prójimo como a ti mismo» Jesús le
dijo: «Bien contestado. « (Lucas 10, 25-37). ¿Qué debo hacer para heredar la
vida eterna? Es la preocupación de muchos creyentes ante su situación frente a
la ley de Dios, frente a la predicación de la Iglesia, frente al culmen de la
misma existencia. Las respuestas no se dejan esperar:
Conviértete y vive el
Evangelio; vaya a misa todos los domingos; confiese sus pecados; abandone esa
mala vida que lleva; piense seriamente que su vida no puede continuar así; no
eche en saco roto las cosas de Dios; ábrale un campito a Dios en medio de
tantos compromisos laborales; cumple los mandamientos y respeta los preceptos de
Dios (Deuteronomio 30, 10); entra en un clima de oración y pregúntale a Dios, ¿Qué
debo cambiar? ¿Qué debo mejorar? ¿Cómo puedo empezar? Etc. Jesús tiene la respuesta que tanto estabas
esperando: ANDA, HAZ TÚ LO MISMO. Esta respuesta del Maestro, le da su razón de
ser a la responsabilidad de cada persona con
Dios, con su entorno, con su propia felicidad.
Cuando
se trata de lograr el objetivo: “La vida eterna”. Todo gira en torno a mi
deber, a mi obligación como creyente. Es algo así como una condición
ineludible: “Conditio sine qua non”. Es un deseo inmenso de comunión con Dios.
Es aprenderle a Dios las reglas de juego para la eternidad: Amarás a Dios
(Deuteronomio 6,5); amarás a los demás (Levítico 19,18). Un buen conocedor de la ley de Dios, comparte
los mismos ideales en su fe: “¿De qué le vale al hombre ganar todo el mundo, si
al final se pierde a sí mismo?” (Mateo 16, 26). “Vengan, benditos de mi Padre a
poseer el reino preparado para ustedes, pues tuve hambre, sed, estaba desnudo,
enfermo, encarcelado, y ustedes me socorrieron” (Mateo 25, 34). Dios estará muy
interesado en saber: ¿Qué hiciste por tu hermano?.
La
fe como el don divino para poder creer en Dios, no funciona, separada de la
justicia, de la caridad, de la misericordia. Cuando logramos amar, las
distancias desaparecen; los prejuicios sociales se esfuman; la solidaridad y la
justicia social, se convierten en normas comunes de vida. El Papa Francisco en su catequesis enseña: “La
compasión, el amor, no es un sentimiento vago, sino significa cuidar al otro
hasta pagar personalmente. Significa comprometerse cumpliendo todos los pasos
necesarios para “acercarse” al otro hasta identificarse con él. Amarás a los
demás como a ti mismo”. Cuida tu salud: No es de un cristiano, descartar,
clasificar o despreciar a los demás. Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis
de Ibagué.