29 de julio 2019. Prefacio escrito por Francisco para el
citado libro, publicado hoy, 29 de julio de 2019 por Vatican News. Cuando en
uno de los Viernes de la Misericordia, durante el Año Santo Extraordinario,
entré en la casa de la Comunidad del Papa Juan XXIII, no pensé que allí adentro
encontraría a mujeres tan humilladas, afligidas y exhaustas. Realmente mujeres
crucificadas. En la habitación donde encontré a las muchachas liberadas del
tráfico de la prostitución forzada, respiré todo el dolor, la injusticia y el
efecto de la opresión. Una oportunidad para revivir las heridas de Cristo.
Después de escuchar los relatos conmovedores y humanísimos de estas pobres
mujeres, algunas de ellas con el niño en brazos, sentí un fuerte deseo, casi la
necesidad de pedir perdón por las verdaderas torturas que tuvieron que soportar
a causa de los clientes, muchos de los cuales se definen cristianos. Un impulso
más para rezar por la acogida de las víctimas de la trata de la prostitución
forzada y la de la violencia.
Una persona no puede
ser nunca puesta en venta. Por eso me alegra poder dar a conocer la
preciosa y valiente labor de rescate y rehabilitación que don Aldo Buonaiuto
viene realizando desde hace muchos años, siguiendo el carisma de Oreste Benzi.
Esto también implica la voluntad de exponerse a los peligros y las represalias
de la delincuencia que han convertido a estas muchachas en una fuente inagotable de ganancias ilícitas y
vergonzosas.
Me gustaría que este libro fuese escuchado en el más amplio
ámbito posible para que, conociendo las historias que hay detrás de las
escandalosas cifras de la trata, se pueda entender que sin detener una demanda
tan alta de los clientes no se podrá contrastar eficazmente la explotación y la humillación de vidas
inocentes.
La corrupción es una
enfermedad que no se detiene por sí sola, sirve una toma de conciencia a
nivel individual y colectivo, también como Iglesia, para ayudar realmente a
estas desafortunadas hermanas nuestras y para impedir que la iniquidad del
mundo recaiga sobre las más frágiles e indefensas criaturas. Cualquier forma de prostitución es una
reducción a la esclavitud, un acto criminal, un vicio repugnante que
confunde hacer el amor con desahogar los propios instintos torturando a una
mujer indefensa.
Es una herida a la conciencia colectiva, una desviación del
imaginario corriente. Es patológica la mentalidad por la cual una mujer debe
ser explotada como si fuera una mercancía para ser utilizada y luego desechada.
Es una enfermedad de la humanidad,
una forma equivocada de pensar de la sociedad. Liberar a estas pobres esclavas
es un gesto de misericordia y un deber para todos los hombres de buena
voluntad. Su grito de dolor no puede dejar indiferentes ni a los individuos ni
a las instituciones. Nadie debe darse
vuelta para el otro lado o lavarse las manos de la sangre inocente que es
derramada en los caminos del mundo. Francisco. Fuente: Zenit. Org.