3 de junio 2019. Autor: Monseñor. Víctor Manuel Ochoa
Cadavid - En dos ocasiones, cada año, todos los Obispos de Colombia, de las
distintas arquidiócesis y diócesis, así como de los Vicariatos Apostólicos,
provenientes de todas las zonas de Colombia nos encontramos fraternalmente en
la Sede de nuestra Conferencia Episcopal en Bogotá para revisar la situación de
la realidad nacional y entrar en temas que son de fundamental importancia para
la evangelización y la actividad de la Iglesia de Cristo en nuestra Patria,
para animar y fortalecer el camino de nuestras comunidades.
Este año, en la semana del 1 al 6 de julio 2019,
celebraremos la (CVIII) Centésima octava Asamblea Plenaria, para estudiar el
tema: La Economía al servicio de la dignidad humana y el bien común. Estamos dedicando tres años al estudio de la
incidencia de la evangelización en los distintos ambientes sociales. La
Iglesia quiere entrar en lo profundo de la realidad social y, desde el
Evangelio de Cristo, tratar de comprender e iluminar el camino de nuestra
acción social y de anuncio de las verdades de la fe.
Esta temática nos hace entrar en lo profundo de la Doctrina
social de la Iglesia, en la lectura que se hace desde el evangelio de los
distintos temas que se han ido creando en el último siglo, para comprender la
lectura que los cristianos han hecho de los distintos temas que tocan la vida
humana y las realidades del hombre, que vive en común con otros hombres y tiene
particulares modos de reflexión y vida.
La Doctrina social de la Iglesia se ha desarrollado a partir
del Magisterio de los Pontífices desde el papa León XIII, con la publicación de
la Encíclica Rerum Novarum (1891) y que ha continuado a lo largo de los
decenios con enseñanzas muy precisas y claras para los cristianos, orientando
su forma de comprender las realidades sociales.
En los últimos años hemos tenido dos Encíclicas sociales de mucha
importancia, Caritas in Veritate (Caridad en la verdad) de Benedicto XVI y
Laudato si (Alabado seas) del Papa Francisco.
Ellas nos han hecho entrar en el tema de la caridad y el servicio a los hermanos y la vivencia de la caridad en
primer lugar y, en el cuidado de la casa común y del entorno en el cual vive el
hombre.
El objeto de nuestro encuentro nos hará entrar en una
dimensión muy importante de la Doctrina social de la Iglesia, la Dignidad de la
persona humana. La Iglesia en su
enseñanza a lo largo de los siglos, no
ha dejado de indicar al hombre, su realidad, sus derechos, su ser, como
objeto de la reflexión y de las respuestas que deben darse desde la fe. El hombre, su ser, ha alcanzado una respuesta
clara y precisa en el evangelio de Cristo, en la misión y tarea que se le ha
confiado y en el horizonte para el desarrollo de su ser, según la voluntad de
Dios.
La dignidad humana surge de la acción de Dios, pues el
hombre es creatura de las manos del Altísimo, habiendo recibido del creador su
alma y su cuerpo, además de una tarea y una misión concreta en la realidad y en
el mundo. El hombre fue creado de las manos de Dios y de su acción, recibiendo
ser “imagen” de El (Génesis 1, 26).
En virtud de su dignidad el hombre ha recibido una tarea una
misión, que realizar en el mundo, tanto en sus relaciones interpersonales, como
en el cuidado y el desarrollo, además del aprovechamiento de lo creado. Este es uno de nuestros grandes retos en la
humanidad que vivimos y experimentamos hoy.
El Concilio Vaticano II, en la Constitución pastoral Gaudium
et Spes (Gozo y esperanza) nos enseña: «Todos los bienes de la tierra deben
ordenarse en función del hombre, centro y vértice de todos ellos (…) La
Biblia enseña que el hombre ha sido creado «a imagen y semejanza de Dios» (…) y
que por Dios ha sido constituido señor de la entera creación visible para
gobernarla y usarla glorificando a Dios (…) Pero Dios no creó al hombre en
solitario (…) El hombre es, en efecto, por
su íntima naturaleza, un ser social y no puede vivir ni desplegar sus
cualidades sin relacionarse con los demás»
(Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 12).
Precisamente en este orden es que queremos revisar y
estudiar el tema de la economía, de las distintas relaciones sociales que se
establecen en torno al trabajo, a la compensación justa y necesaria para el
trabajo humano, en la propiedad a la cual tiene derecho el hombre y, también al
acceso que todos tienen como derecho fundamental al uso de los bienes
materiales.
En este contexto social en el cual vivimos, la economía a
veces parece algo lejano, destinada a ser estudiada y dirigida por unos pocos
técnicos, que establecen normas y leyes que nos alejan de la justicia y de los
derechos de las personas.
La Doctrina social de la Iglesia ha enseñado siempre que hay
unas cuestiones fundamentales en la lectura del orden social (base de la
economía). Ya el Papa León XIII en la
Encíclica Rerum Novarum, había puesto
tres valores fundamentales que debían ser tenidos en cuenta: el uso de los bienes materiales para todos;
el valor del trabajo -su respeto, fortalecimiento, justa compensación-; y los
derechos de la familia en la justicia y la garantía de salarios y derechos
justos (Este tema es ratificado por San
Juan XIII en la Encíclica Mater et Magistra (Madre y Maestra) n. 42.
En nuestros días se va fortaleciendo la propuesta de una nueva economía, que tenga al hombre y
sus derechos como fundamento, con la propuesta de un nuevo modelo
alternativo de economía y de sociedad.
La Iglesia en Colombia ha valorado y apoyado en muchos momentos estos
temas, con el fortalecimiento del cooperativismo; con la creación y
fortalecimiento del SENA, como oportunidad de formación de los jóvenes; con la
creación de un comercio equitativo, solidario
y respetuoso de la naturaleza y de los bienes comunes.
El tema de la economía, de los parámetros sociales de
lectura de los bienes económicos, de los medios de producción y de sus
ganancias, tiene que pasar necesariamente por el bien común y destino social que estos bienes tienen, la
Iglesia lo ha llamado una hipoteca social
(San Juan Pablo II, Encíclica Sollicitudo Rei Socialis (Solicitud por
las cosas sociales, n. 42).
Los bienes, la propiedad privada tienen también su valor y
deben ser respetadas, pero es necesario que se fortalezca un camino de justicia
y de participación de los bienes para todos, sin distinción, evitando la
inequidad y la injusticia para muchos. Es necesario proponer una respuesta a la
realidad social, en el ejercicio y cumplimiento de cuanto la Iglesia ha
enseñado que es la justicia social, el
derecho a todos a acceder a los bienes de la naturaleza, de la producción
económica, al satisfacer sus necesidades primarias y fundamentales. El Evangelio de Cristo, está claramente en la
base de estas opciones y de estas respuestas que son tan necesarias. Les pido queridos lectores de LA VERDAD que
pongan esta intención en sus oraciones, pidiendo las luces del Espíritu Santo sobre
el trabajo que realizaremos. + Víctor Manuel Ochoa Cadavid. Obispo de Cúcuta.
Fuente: Conferencia Episcopal de Colombia.