28 de abril 2020. “La
verdad no tolera presiones.” Homilía del Papa Francisco, martes de la tercera
semana de pascua. En la primera lectura de estos días escuchamos el martirio de
Esteban: (cf. Hechos 7, 51-8,1a) una cosa simple, cómo sucedió. Los
Doctores de la Ley no toleraban la claridad de la doctrina, y como salió,
fueron a pedirle a alguien que dijera que habían oído que Esteban blasfemaba
contra Dios, contra la Ley. Y después de eso, se abalanzaron sobre él y lo
apedrearon, así de sencillo. Es una estructura de acción que no es la primera:
también con Jesús hicieron lo mismo. El pueblo que estaba allí trató de
convencer de que era un blasfemo y gritaron: «Crucifíquenlo». Es una bestialidad. Una bestialidad, partir
de falsos testimonios para llegar a «hacer justicia». Ese es el patrón.
Incluso en la Biblia hay casos como este: a Susana hicieron lo mismo, a Nabot
hicieron lo mismo, luego Aman trató de hacer lo mismo con el pueblo de Dios…
Noticias falsas, calumnias que encienden al pueblo y piden justicia. Es un
linchamiento, un linchamiento de verdad.
Y así, [lo] llevan
al juez, para que éste le dé forma legal a esto: pero ya llega juzgado, el juez
debe ser muy, muy valiente para ir en contra de un juicio tan popular, hecho a
propósito, preparado. Este es el caso de Pilatos: Pilatos vio claramente que Jesús
era inocente, pero vio a la gente, se lavó las manos. Es una forma de hacer
jurisprudencia. Incluso hoy en día vemos esto: también hoy, en algunos países,
cuando se quiere dar un golpe de Estado o sacar a algún político para que no
vaya a las elecciones o así, se hace esto: noticias falsas, calumnias, entonces
se cae en un juez de los que les gusta crear jurisprudencia con este
positivismo «situacionista» que está de moda, y luego se condena. Es un
linchamiento social. Y así se le hizo a Esteban, así se le hizo al juicio de
Esteban: llevan a juzgar a uno ya
juzgado por el pueblo engañado.
Esto también sucede
con los mártires de hoy: que los jueces no tienen la oportunidad de hacer
justicia porque ya están juzgados. Pensemos en Asia Bibi, por ejemplo, que
hemos visto: diez años de prisión porque fue juzgada por una calumnia y un
pueblo que quiere su muerte. Frente a esta avalancha de falsas noticias que
crean opinión, muchas veces no se puede hacer nada: no se puede hacer nada.
Pienso mucho, en
esto, en la Shoah. La Shoah es un caso de este tipo: se creó una opinión en
contra de un pueblo y luego fue normal: «Sí, sí: hay que matarlos, hay que
matarlos». Una forma de proceder para acabar con la gente que molesta, que
disturba.
Todos sabemos que
esto no es bueno, pero lo que no sabemos es que hay un pequeño linchamiento diario que intenta condenar a
las personas, crear una mala reputación a las personas, descartarlas,
condenarlas: el pequeño linchamiento diario de las habladurías que crea una
opinión, y muchas veces uno escucha hablar mal de alguien, dice: « ¡Pero no,
esta persona es una persona correcta!» – «No, no: se dice que…», y con ese «se
dice que» se crea una opinión para acabar con una persona. La verdad es otra: la verdad es el testimonio de lo verdadero,
de las cosas que una persona cree; la verdad es clara, es transparente. La verdad no tolera las presiones.
Veamos a Esteban, mártir: el primer mártir después de Jesús. Primer mártir.
Pensemos en los apóstoles: todos han dado testimonio. Y pensemos en muchos
mártires – incluso el de hoy, San Pedro Chanel -; fue la habladuría allí, lo
que creó que estaba en contra del rey… se crea una fama, y es asesinado. Y
pensemos en nosotros, en nuestro lenguaje: tantas veces nosotros, con nuestros
comentarios, empezamos un linchamiento de este tipo. Y en nuestras
instituciones cristianas, hemos visto tantos linchamientos diarios que nacieron
de las habladurías.
Que el Señor nos
ayude a ser justos en nuestros juicios, a no empezar o seguir esta condena
masiva que provoca la habladuría.
Comunión espiritual,
adoración y bendición Eucarística
El Papa terminó la
celebración con la adoración y la Bendición Eucarística, invitando a hacer la
comunión espiritual. A continuación se encuentra la oración recitada por el Papa:
A tus pies, oh Jesús
mío, me postro y te ofrezco el arrepentimiento de mi corazón contrito que se
abandona en su nada y en tu Santa presencia. Te adoro en el sacramento de tu
amor, la inefable Eucaristía. Deseo recibirte en la pobre morada que mi corazón
te ofrece; esperando la felicidad de la comunión sacramental, quiero poseerte
en espíritu. Ven a mí, oh Jesús mío, que yo vengo a Ti. Que tu amor inflame
todo mi ser para la vida y la muerte. Creo en Ti, espero en Ti, te amo.
Antes de salir de la
capilla dedicada al Espíritu Santo, se entonó la antífona mariana Regina Coeli,
que se canta durante el Tiempo Pascual: Regína caeli laetáre, allelúia. Quia quem
merúisti portáre, allelúia. Resurréxit, sicut dixit, allelúia. Ora pro nobis
Deum, allelúia. Fuente: Zenit. Org.
Traducción al español: The Vatican News.