18 de abril 2020. El Papa Francisco
reivindicó la franqueza y la valentía de los primeros cristianos, y recordó que
“no se puede ser cristiano sin esa franqueza”, “si no tienes esa valentía”. El
Santo Padre se expresó así durante la Misa celebrada este sábado en la Casa
Santa Marta.
Francisco comentó el
fragmento del Libro de los Hechos de los Apóstoles de la primera lectura de
hoy, (Hechos 4, 13-21) en la que se narra cómo “los jefes, los ancianos, los
escribas (de Israel), viendo a estos hombres (a los apóstoles) y la franqueza
con la que hablaban, y sabiendo que era gente sin instrucción, que quizás no
supieran ni escribir, quedaron asombrados”.
Estaban asombrados,
subrayó el Pontífice, y decían: “No lo podemos entender, ¿cómo puede ser esta
gente tan valiente, tener esta franqueza?”. El Papa hizo hincapié en que esa
palabra, franqueza, “es una palabra muy
importante que se convierte en el estilo característico de los predicadores cristianos”.
“Franqueza.
Valentía. Decirlo todo. Hablar con claridad. Procede de la raíz griega de
‘decirlo todo’, y también nosotros la usamos muchas veces, la palabra griega,
para decir esto: parresia. Franqueza, valentía. Y viendo esa franqueza, esa
valentía, esa parresia, ellos (los jefes, ancianos y escribas), no entendían”.
El Obispo de Roma
explicó en su homilía que “el Libro de los Hechos de los Apóstoles está lleno
de esta valentía y franqueza: dice que Pablo
y Bernabé trataban de explicar a los hebreos con franqueza el misterio de Jesús
y predicaban el Evangelio con franqueza”.
Asimismo, señaló un
fragmento de la Carta a los Hebreos “que a mí me gusta mucho”, cuando el autor
de la Carta “señala que hay algo en la comunidad que está degradándose, que hay
algo que se está perdiendo, que hay una cierta tibieza, que estos cristianos se
están volviendo tibios”.
Y dice: “Recordad
los primeros días, habéis sostenido una lucha grande y dura: no desperdiciéis vuestra franqueza”.
“Retomar la
franqueza, la valentía cristiana de avanzar. No se puede ser cristiano sin esta franqueza: si no se tiene, no se
es un buen cristiano. Si no hay la valentía, si para explicar tu posición
recurres a la ideología o a las explicaciones casuísticas, te falta la
franqueza, te falte ese estilo cristiano, la libertad de hablar, de decirlo
todo. La valentía”.
“Y luego vemos que
los jefes, los ancianos y los escribas son víctimas, son víctimas de esta
franqueza, porque los arrincona. No saben qué hacer. Se dan cuenta de que ‘eran
personas simples y sin instrucción, permanecían asombrados y los reconocían
como aquellos que habían estado con Jesús. Viendo, luego, en pie, junto a
ellos, al hombre que había sido curado, no sabían qué replicar”.
Estos jefes,
ancianos y escribas “en lugar de aceptar la verdad como la estaban viendo
delante, tenían el corazón tan cerrado que recurrieron” a la táctica del miedo:
“Asustémoslos un poco, digámosles que serán castigados y veamos si así lo
dejan”. Esa fue su reacción.
“Estaban tan
arrinconados por la franqueza que no sabían cómo escapar”, explicó el Papa. “No
les venía a la mente el pensar: ‘¿Pero realmente esto no será cierto?’. Tenían
el corazón cerrado, duro, el corazón corrupto. Ese es uno de los dramas: la
fuerza del Espíritu Santo que se manifiesta en esta franqueza de la
predicación, en esta locura de la predicación, no puede entrar en los corazones
corruptos”.
“Por eso”, pidió el
Papa, “permanezcamos atentos: pecadores,
sí; corruptos, nunca. No lleguemos a esa corrupción que tiene tantas formas
de manifestarse”.
Los jefes, ancianos
y escribas de Israel deciden llegar entonces a un compromiso con los apóstoles:
“Hagamos las paces: vosotros podéis iros en paz, pero no habléis en el nombre
de Jesús, no enseñéis”.
“Pedro, que no era
un valiente nato, que había sido un cobarde, que había renegado de Jesús, sin
embargo… ¿qué hace ahora? Responde: ‘Juzgad si es justo delante de Dios
obedeceros a vosotros más que a Dios. Nosotros no podemos dejar de hablar de lo
que hemos visto y oído’”.
Ante esta lectura,
el Santo Padre también se reconoció sorprendido de la reacción de Pedro: “Esta
valentía, ¿de dónde viene? ¿De dónde le viene a este cobarde que había renegado
del Señor? ¿Qué ha sucedido en el corazón de este hombre?”.
La respuesta: “el
don del Espíritu Santo. La franqueza, la
valentía, la parresia es un regalo, una gracia que da el Espíritu Santo el
día de Pentecostés. Precisamente, después de haber recibido el Espíritu Santo,
fueron a predicar: con valentía, algo nuevo para ellos. Esto es coherencia, la
señal del cristiano, del verdadero cristiano. Es valiente, dice toda la verdad
porque es coherente”.
El Papa Francisco
terminó su homilía pidiendo “que el Señor nos ayude siempre a ser de esa
manera: valientes. Esto no quiere decir imprudentes, no. Valientes. La valentía
del cristiano siempre es prudente”. Fuente: Aciprensa. Com Miguel Pérez Pichel.