2 de abril 2020
“Somos cristianos porque hemos sido elegidos.” Homilía Papa Francisco. El Señor
siempre ha recordado su alianza. Lo repetimos en el Salmo Responsorial. El
Señor no olvida, nunca olvida. (Salmo 104) Sí, solo olvida en un caso, cuando
perdona los pecados. Después de perdonar pierde la memoria, no recuerda sus
pecados. En otros casos Dios no olvida. Su
fidelidad es memoria. Su fidelidad a su pueblo. Su fidelidad a Abraham es
el recuerdo de las promesas que hizo. Dios eligió a Abraham para hacer un
camino. Abraham es un elegido, era un elegido. Dios lo eligió. Luego en esa
elección le prometió una herencia y hoy, en el pasaje del Libro del Génesis,
hay un paso más. (Génesis 17, 3-9). En cuanto a ti, mi alianza es contigo. La
alianza. Una alianza que le hace ver a lo lejos su fecundidad: te convertirás
en el padre de una multitud de naciones. La
elección, la promesa y la alianza son las tres dimensiones de la vida de fe,
las tres dimensiones de la vida cristiana.
Cada uno de nosotros
es un elegido, nadie elige ser cristiano
entre todas las posibilidades que le ofrece el «mercado» religioso. Somos
cristianos porque hemos sido elegidos. En esta elección hay una promesa, hay
una promesa de esperanza, el signo es la fecundidad: «Abraham serás padre de
una multitud de naciones y serás fecundo en la fe». Tu fe florecerá en las
obras, en las buenas obras, en las obras de fecundidad también, una fe fecunda.
Pero debes – el tercer paso – observar la alianza conmigo». Y la alianza es fidelidad, ser fiel.
Hemos sido elegidos, el Señor nos ha dado una promesa, ahora nos pide una
alianza. Una alianza de fidelidad.
Jesús dice que
Abraham se regocijó pensando, viendo su día, el día de la gran fecundidad,
aquel hijo suyo – Jesús era el hijo de Abraham – que vino a rehacer la
creación, que es más difícil que hacerla, dice la liturgia – vino a redimir
nuestros pecados, a liberarnos.
El cristiano es
cristiano no para que pueda hacer ver la fe del bautismo: la fe del bautismo es
un papel. Tú eres cristiano si dices que
sí a la elección que Dios ha hecho de ti, si vas detrás de las promesas que
el Señor te ha hecho y si vives una alianza con el Señor: esta es la vida cristiana.
Los pecados del camino están siempre en contra de estas tres dimensiones: no
aceptar la elección y nosotros «elegir» tantos ídolos, tantas cosas que no son
de Dios. No aceptar la esperanza en la promesa, ir, mirar de lejos las
promesas, incluso muchas veces, como dice la Carta a los Hebreos, saludándolas
de lejos y hacer que las promesas estén hoy con los pequeños ídolos que
nosotros hacemos, y olvidar la alianza, vivir sin alianza, como si estuviéramos
sin alianza.
La fecundidad es la
alegría, esa alegría de Abraham que vio el día de Jesús y se llenó de alegría.
Esta es la revelación que la palabra de Dios nos da hoy sobre nuestra
existencia cristiana. Que sea como aquella de nuestro Padre: consciente de ser
elegido, gozoso de ir hacia una promesa y fiel en el cumplimento de la alianza.
El Papa terminó la celebración con la adoración y la bendición eucarística,
invitando a hacer la comunión espiritual.
Oración para la comunión
espiritual
“Creo, Jesús mío,
que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del
Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi
alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos
espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me
uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén”.
Antes de salir de la
capilla dedicada al Espíritu Santo, se cantó la antigua antífona mariana Ave
Regina Caelorum (Ave Reina del Cielo): “Salve, Reina de los cielos, y Señora de
los ángeles; salve, raíz; salve, puerta que dio paso a nuestra luz. Alégrate,
virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, oh hermosa doncella, ruega a
Cristo por nosotros”. Fuente: Zenit. Org. Traducción del italiano al español,
Vatican News.