13 de abril 2020. “Que
nunca caigamos en la tumba del dios dinero.” Homilía del Papa Francisco. El
Evangelio de hoy (Mateo 28, 8-15) nos presenta una opción, una opción
cotidiana, una opción humana pero que se ha mantenido desde ese día: la opción
entre la alegría, la esperanza de la resurrección de Jesús y la nostalgia de la
tumba.
Las mujeres van
adelante y llevan el anuncio: Dios siempre comienza con las mujeres, siempre.
Abren caminos. No dudan: lo saben; lo han visto, lo han tocado. También han
visto la tumba vacía. Es cierto que los discípulos no podían creerlo y dijeron:
“Pero estas mujeres son quizás demasiado imaginativas…” No sé, tenían sus
dudas. Pero estaban seguros y al final siguieron así hasta hoy: Jesús ha
resucitado, está vivo entre nosotros. Y luego está el otro: es mejor no vivir,
con la tumba vacía. Tantos problemas nos traerán esta tumba vacía. Y la
decisión de ocultar el hecho. Es como siempre: cuando no servimos a Dios, al Señor, servimos al otro dios, al dinero.
Recordemos lo que dijo Jesús: son dos señores, el Señor Dios y el señor dinero.
No puedes servir a los dos. Y para salir de esta evidencia, de esta realidad,
los sacerdotes, los doctores de la ley eligieron el otro camino, el que les
ofreció el dios dinero y pagaron: pagaron
el silencio. El silencio de los testigos.
Uno de los guardias
había confesado, apenas había muerto Jesús: “¡Este hombre era verdaderamente el
Hijo de Dios!”. Esta pobre gente no entiende, tiene miedo porque la vida está
en juego… y fueron a los sacerdotes, a los doctores de la Ley. Y han pagado:
han pagado el silencio, y esto, queridos hermanos y hermanas, no es un soborno:
esto es pura corrupción, pura corrupción. Si no confiesas a Jesucristo el
Señor, piensa porque donde está el sello de tu tumba, donde hay corrupción. Es
verdad que mucha gente no confiesa a Jesús porque no lo conoce, porque no lo
hemos anunciado consistentemente, y esto es culpa nuestra. Pero cuando ante la
evidencia tomamos este camino, es el camino del diablo, es el camino de la
corrupción. Se paga y quédate callado.
Incluso hoy, ante el
próximo – esperemos que pronto – próximo fin de esta pandemia, hay la misma
opción: o nuestra apuesta será por la vida, por la resurrección del pueblo o
será por el dios dinero: volver a la tumba del hambre, la esclavitud, las
guerras, las fábricas de armas, los niños sin educación… ahí está la tumba.
Que el Señor, sea en
nuestra vida personal sea en nuestra vida social, nos ayude siempre a elegir el
anuncio: el anuncio que es horizonte, está abierto, siempre; nos lleve a elegir
el bien del pueblo. Y nunca caiga en la
tumba del dios dinero.
Finalmente, el Papa
terminó la celebración con la adoración y la bendición Eucarística, invitando a
todos a realizar la comunión espiritual.
“Creo, Jesús mío,
que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre
todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Pero como ahora no puedo
recibirte sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si
ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que
jamás me separe de Ti. Amén”.
Antes de salir de la
Capilla dedicada al Espíritu Santo, se cantó la antífona mariana que se canta
en el tiempo pascual, Regina Coeli (Reina del Cielo). Regína caeli laetáre,
allelúia. Quia quem merúisti portáre, allelúia. Resurréxit, sicut dixit,
allelúia. Ora pro nobis Deum, allelúia. Fuente.
Zenit. Org. Traducción al español. Vatican News.