Evangelio
para el domingo 19 de abril 2020. °°° « Estaban los discípulos en una casa, con
las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en
medio y les dijo: -«Paz a vosotros.» Y, diciendo esto, les enseñó las manos y
el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús
repitió: -«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío
YO.» Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: -«Recibid el
Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados.”
°°° (Juan 20, 19–31). Padre, Jairo Yate
Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.
Hombres
y mujeres creyeron en el resucitado.
El acontecimiento de la resurrección del
Maestro de Nazareth es el máximo de nuestra fe. Es el ápice de los mayores
deseos de Dios. Él mismo quiere una nueva humanidad y Él mismo lo advierte a
través de su enviado: “Reciban el Espíritu Santo, °°° Perdonen pecados, °°°
Sanen a los enfermos, °°° etc. La resurrección marca la misión, y en el
quehacer de la misma Iglesia Católica. Sabiamente lo predicaba san Pablo: “Si
cristo no resucitó vana es nuestra fe.” (1 Corintios 15, 13-14). Si no vivimos
y actuamos como personas resucitadas; como aquellas que tienen el objetivo de
superar el pecado y la tentación, no habremos cumplido el propósito.
La
resurrección trae consigo los dones y las Gracias de Dios para la nueva vida
del mundo: El primer don es la paz como Gracia de Dios y responsabilidad
nuestra de cultivarla “Paz a vosotros”. El segundo don: Se inicia una misión,
hombres y mujeres somos enviados a proclamar ese mensaje de reconciliación y
unidad. El tercer don: El Espíritu Santo cumple la misión de darnos la
sabiduría y la fortaleza para continuar la obra que Cristo dejó. El cuarto don:
El poder de perdonar pecados emana del resucitado. Los pecados se perdonan en
nombre de Cristo. El quinto don: El amor de Dios se muestra condescendiente
ante la debilidad humana. El Nazareno practica la misericordia con aquella
persona que duda de su fe. Razón para decirle a Tomás: “Deja de ser incrédulo,
hazte creyente.” (Juan 20, 27).
Quien
somos creyentes debemos aprender a vivir al estilo de quien ha resucitado: Así
lo predicó san Pedro: “A quien amáis sin haberlo visto; en quien creéis, aunque
de momento no le veáis.” (1 Pedro 1,8). El Papa Francisco afirma que los que
viven según la resurrección son una prolongación de las señales del Maestro: “donde
antes había muerte (egoísmo, injusticia, miedo, desesperanza, insolidaridad,
increencia…) ahora vida resucitada (amor, justicia, paz, esperanza,
solidaridad, fe…). Cuida tu salud: “Seremos bienaventurados si creemos y
anunciamos a Jesús resucitado.”