5 de abril 2019. El Via crucis es una de las devociones más
recomendadas por la Iglesia, tanto por su objetivo que es meditar en la Pasión
del Señor, cuanto por su eficacia en mover a penitencia a los pecadores,
reanimar a los tibios y santificar más y más a los amigos de Dios.
Señor mío Jesucristo; que a todos los que queremos seguirte
nos invitas a tomar cada uno 1a Cruz que tu providencia nos destina en esta
vida, y a llevarla con ánimo y abnegación detrás de ti: ¡ Oh buen Maestro! que
para darnos ejemplo tomaste ti la más pesada de todas las cruces, y caminando
delante de todos, nos invitaste a seguirte con las nuestras, danos tu luz y tu
gracia al meditar en este Vía Crucis tus pasos para saber y querer seguirte.
1- Primera estación: Jesús es condenado a
muerte
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
La noticia de la condenación de Jesús se ha extendido por
toda la ciudad como un reguero de odio. En el Corazón de María ha tenido
resonancias de un intenso dolor... y lo que más le acongoja es pensar que
nosotros hemos forzado 1a condena con cada cobardía, con cada pecado... Por
nuestra culpa, Ella es Madre de un condenado a muerte.
Señora y Madre nuestra, te pedimos perdón, por haber sido la
causa de tanta angustia para tu Corazón de Madre. Y prometemos consolarte en
adelante con nuestra generosidad.
Misericordia, Señor, Misericordia. Virgen dolorosa, Ruega
por nosotros.
2- Segunda Estación: Jesús
carga con la Cruz
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Es impresionante el abrazo de Jesús con la Cruz. Un abrazo
que parece una locura. Su Madre lo divisa asombrada y dolorida. También Ella
carga con la cruz, aceptando. Nos cuesta tanto abrazarnos con la cruz de cada
día. Si nos acercáramos más a nuestra Madre, la cruz nos resultaría más querida
y asequible... Si pensáramos que 1a cruz que lleva Jesús es la nuestra,
seríamos más decididos en aceptar con amor la que ahora nos envía.
Señora y Madre nuestra, danos la intrepidez de los mártires,
para ofrecer nuestras vidas al sacrificio, aceptado y saboreado.
Misericordia, Señor, Misericordia. Virgen dolorosa, Ruega
por nosotros.
3- Tercera Estación: Jesús cae bajo el peso de
la Cruz.
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Le hemos cargado tanto, que Jesús cae derrumbado entre las
piedras del camino. Le pesaba mucho nuestra indiferencia y nuestro desamor. Una
cortina de mirones tapa la escena a los demás. También a la Madre. Más vale que
no lo vea, aunque su Corazón se martirice hirviendo temores, presagios y
congojas. Ella pensaba en mis caídas más profundas.
De aquí aquí adelante, Madre mía, procuraré mantenerme en
pie con la firmeza y la constancia del fervor.
Misericordia, Señor, Misericordia. Virgen dolorosa, Ruega
por nosotros.
4- Cuarta Estación: Jesús
encuentra a su Madre.
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
El encuentro de María con Jesús resulta un martirio
indecible para ambos. En las desgracias de los seres queridos el amor
multiplica el dolor y a su vez, el dolor agranda el amor. Los Corazones de
Jesús y de María dialogan en el más sublime de los silencios. En sus miradas
hay un relampagueo de vida y de muerte un brillo singular de amor y de dolor.
Mis pecados, oh Madre, han sido la causa de este momento
angustioso, que no quiero renovar ya más en mi vida
Misericordia, Señor, Misericordia. Virgen dolorosa, Ruega
por nosotros.
5- Quinta Estación: El Cirineo ayuda a Jesús a
llevar la Cruz.
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
El agotamiento de Jesús produce una alarma; el desencanto de
no poder crucificarle, si muere en el camino. Pero nadie se ofrece para
ayudarle. La resistencia de todos para ayudar a Jesús es una ignominia que
quema el Corazón de María. La aceptación del Cirineo, aunque forzosa, arranca
una mirada de gratitud de los ojos de la Virgen.
Los caminos están abarrotados de hermanos - ¡de cristos!-
extenuados. Con mi caridad cordial para con el prójimo, quiero en ade1ante
provocar un sentimiento de alivio en el Corazón de mi Madre.
Misericordia, Señor, Misericordia. Virgen dolorosa, Ruega
por nosotros.
6- Sexta Estación: La Verónica limpia el
rostro de Jesús.
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Lo que no se atrevió a hacer ningún hombre, lo hace esta
mujer valiente, pisoteando todo respeto humano. El premio no se hizo esperar. Se
llevó en paga el rostro de Jesús. Así premia El a los audaces por su amor. El
Corazón de María es el tejido finísimo, que refleja perfectamente la imagen de
Jesús.
Ya que no somos valientes para alcanzar una visión directa
del Crucificado, seamos sensatos para obtener1a en el mejor de los lienzos, el
Corazón de nuestra Madre.
Misericordia, Señor, Misericordia. Virgen dolorosa, Ruega
por nosotros.
7- Séptima Estación: Jesús cae por segunda
vez.
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Jesús ha sucumbido otra vez, sin que la tierra se haya
alterado. Toda la conmoción queda para la pobre Madre. Jesús, pisoteado y
hundido en la humillación, como un escombro de hombre. La Omnipotencia y el
Amor al borde de todas las humillaciones, el Corazón de mi Madre destrozado,
para pagar mis rebeldías y pecados.
Que esta nueva caída de Jesús me sostenga en pie de guerra
contra mi orgullo incomprensible.
Misericordia, Señor, Misericordia. Virgen dolorosa, Ruega
por nosotros.
8- Octava Estación: Jesús
consuela a las hijas de Jerusalén.
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Cosa admirable que las personas débiles nos den lecciones de
va1entía. La Virgen se sintió menos sola cuando oyó los sollozos de estas
mujeres compasivas. Ellas comprendían mejor que nadie lo que es el dolor de una
madre ante la desgracia de un hijo. Jesús no está ensimismado en sus propios dolores
y las consuela.
A María, en cambio, no hay quien la consuele Mi fidelidad a
Jesucristo puede ser en adelante su mejor consuelo. Ella lo espera de mí.
Misericordia, Señor, Misericordia. Virgen dolorosa, Ruega
por nosotros.
9- Novena Estación: Jesús cae la tercera vez.
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Una nueva caída y un nuevo sobresa1to para María. Madre
deshecha por la debilidad física de su Hijo, y por las, debilidades morales y
vergonzosas de sus otros hijos. ¡Si al menos fuésemos tan prontos en
levantarnos como Jesús! ¡Pobre madre, llamada a presenciar tantos
desfallecimientos en sus hijos. Jesús, forcejeando y levantándose de nuevo es
nuestro Maestro, nuestro Modelo.
La perseverancia, clave de todas las victorias, norma de
todas las horas, ha de ser nuestra respuesta al ver a Jesús levantarse con
valor sobrehumano.
Misericordia, Señor, Misericordia. Virgen dolorosa, Ruega
por nosotros.
10- Décima Estación: Jesús es despojado de sus
vestiduras.
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Hay que mirar a este Jesús desnudo, con ojos nublados en
llanto. Hay que recogerse junto a María, participando en e1 sentimiento de su
pudor y de su amor profanados.
Que nuestra pureza sea la mejor reparación para la
humillación de Jesús y para el dolor de María Inmaculada.
Misericordia, Señor, Misericordia. Virgen dolorosa, Ruega
por nosotros.
11- Décima primera Estación: Jesús es clavado
en la Cruz.
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
A la vista de María llega el escándalo de la sangre, entre
el fragor de golpes despiadados. Dios agarrotado en la Cruz, y su Madre en pie,
aceptando. Aquí todas nuestras rebeldías se avergüenzan; nuestras impaciencias
se extinguen. Aquí nuestras cobardías y cansancio se sonrojan.
Jesús pontificando en su sacerdocio de Redención. María a su
lado, inmolándose con El. Nosotros, abrumados sin comprender este misterio de
amor y de dolor. ¡Reina de los mártires, que lleguemos a la fecundidad del amor
por las aristas del sufrimiento!
Misericordia, Señor, Misericordia. Virgen dolorosa, Ruega
por nosotros.
12- Décima segunda Estación: Jesús muere en la
Cruz.
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Jesús ha consumado su holocausto. María lo mira y ya no
encuentra en su rostro expresión alguna. Pero se esclarecen como nunca los
misterios de la Redención. Sin expresión en su semblante, su
Habla todo lo que hay de Dios en esa escritura de llagas y
lo que hay de nosotros los pecadores. En este cuerpo roto de Jesús coinciden
las miradas de Dios y de los hombres. Ha terminado la Obra de Cristo. ¿Sabré yo
corresponder mejor que hasta ahora?
Misericordia, Señor, Misericordia. Virgen dolorosa, Ruega
por nosotros.
13- Décima tercera Estación: Jesús es bajado de
la Cruz y entregado a su Madre.
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
De los brazos de la Cruz descendió a los brazos de su Madre.
Está todavía en pie la Reina de los Mártires. Y la Madre de Dios, sosteniendo
en sus brazos la víctima divina, es el último toque de1 Señor para movernos al
dolor. Ella llora y nosotros seguimos impasibles. Ella sufre, y nosotros nos
volvemos a las bochornosas delicias del pecado. Ella en luto y soledad y
nosotros siempre de cara a la frivolidad.
Sepamos consolar a María en su triste soledad, con nuestra
entrega a Dios, remachada a go1pes del sacrificio y de amor de correspondencia.
Misericordia, Señor, Misericordia. Virgen dolorosa, Ruega
por nosotros.
14- Décima cuarta Estación: Jesús es puesto en el sepulcro.
Te adoramos Cristo y te bendecimos;
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
El entierro del cuerpo muerto fue el último ramalazo del
drama conjuntamente ejecutado por la Madre y por el Hijo. La Virgen se recobró
de su dolor. Su soledad empezó a ser sedante. En 1a misma sepultura se
depositaba un cadáver y se plantaba una esperanza. Cuando el sepulcro se
tapiaba con la pesadísima losa, se abría un horizonte de vida para la Madre de
los creyentes. Ella empieza entonces a alumbrar innumerables hijos a la vida.
Haz, Señora, que seamos dignos hijos tuyos y nos
aprovechemos de los frutos de la Redención.
Misericordia, Señor, Misericordia. Virgen dolorosa, Ruega
por nosotros.
Para después del Via Crucis
Señor mío Jesucristo, con toda el
alma te ofrezco una vez más mi vida y acepto las pruebas que jalonen mi camino.
Sántifíca1as Tú. Fecúndalas. Cambialas en valor de redención. Dame, Señor el
sentido cristiano del sufrimiento. Enséñame a llevar mi cruz cada día y a
seguirte con voluntad generosa de reparación por mis faltas y por las de toda
la humanidad. Concédeme, para todos cuantos sufren, un corazón fraternal.
Inspírame las demostraciones de compasión, las palabras de aliento que ellos
esperan de mí. Tú que has salvado el mundo por la Cruz, concédeme 1a gracia de
conducir a Ti a aquellos hermanos que caminan encorvados bajo el peso de las
penalidades de la vida. Y así, que al acabar mi tarea en el mundo, cuando haya
sufrido humildemente por el servicio de las almas, merezca llegar al gozo
eterno en tu luz y en tu paz. AMEN
Fuente: Infancia misionera com Portal
Carmelitano.