26 de abril 2019. El Papa Francisco recordó que “la Biblia
no es una hermosa colección de libros sagrados para estudiar, sino que es la Palabra de vida para sembrar”. Así
lo indicó al recibir a los participantes de un Congreso Internacional promovido
por la Federación Bíblica Católica (CBF) en ocasión de su 50 aniversario de
fundación. Al inicio de la audiencia, el Arzobispo de Manila (Filipinas), Cardenal
Luis Antonio Tagle, dijo que el Congreso tuvo por tema “La Biblia y la vida: la
inspiración bíblica de la completa vida pastoral y la misión de la Iglesia –
Experiencias y desafíos”. En esta línea, el Santo Padre centró su discurso en
estas dos palabras: Biblia y vida,
“binomio inseparable”. “La Palabra de Dios es viva: no muere y ni siquiera
envejece,
permanece para siempre. Se mantiene joven ante todo lo que pasa y
conserva a quien la pone en práctica del envejecimiento interior. Está viva y
da vida”, destacó el Papa.
Por ello, Francisco señaló que “es importante recordar que
el Espíritu Santo, el Vivificador, ama actuar a través de la Escritura” porque
“la Palabra trae al mundo, de hecho, el aliento de Dios, infunde en el corazón
el calor del Señor” y añadió que “todas las contribuciones académicas, los
volúmenes que se publican son y no pueden sino estar al servicio de esto”. “La
Biblia no es una hermosa colección de libros sagrados para estudiar, sino que
es la Palabra de vida para sembrar, regalo que el Resucitado pide recibir y
distribuir para que haya vida en su nombre”, exclamó el Papa.
De este modo, el Santo Padre aseguró que en la Iglesia la
Palabra de Dios “es una insustituible
inyección de vida. Por eso son fundamentales las homilías” y recordó que
“la predicación no es un ejercicio de retórica y ni siquiera un conjunto de
sabias nociones humanas”, sino que es en cambio, “el compartir del Espíritu, de
la Palabra divina que tocó el corazón del predicador, quien comunica ese calor,
esa unción”. Al referirse a las numerosas palabras e informaciones que
recibimos diariamente, el Papa Francisco subrayó que “no podemos renunciar a la Palabra de Jesús, a la única Palabra de vida
eterna, que necesitamos todos los días”.
En este sentido, el Santo Padre expresó que “sería bueno que
la Palabra de Dios se convirtiera en el corazón de toda actividad eclesial”
porque la Palabra “da vida a cada creyente al enseñarle a renunciar a sí mismo,
para anunciar a Él”. “La Iglesia que se alimenta de la Palabra, por lo tanto, vive para anunciar la Palabra. No se
habla de sí mismo, sino que desciende a las calles del mundo: no porque le
gusten o sean fáciles, sino porque son los lugares del anuncio”, afirmó. De
modo que, el Papa aseguró que “la Biblia es
la mejor vacuna contra el cierre y la auto conservación” porque “es la
Palabra de Dios, no nuestra, y nos aleja del estar en el centro, nos preserva
de la autosuficiencia y del triunfalismo, nos llama continuamente a salir de
nosotros mismos”.
“La Palabra de Dios posee una fuerza centrífuga, no
centrípeta: no se pliega hacia dentro,
sino que empuja hacia afuera, hacia aquellos que aún no ha llegado. No
asegura cálidas comodidades, porque es fuego y viento: es Espíritu que enciende
el corazón y desplaza los horizontes, dilatándolos con su creatividad”, dijo. Antes
de concluir, el Pontífice animó a abrazar estas dos palabras “Biblia y vida”
para que “una nunca pueda estar sin la otra”. Por este motivo, Francisco pidió
rezar y actuar para “que la Biblia no se quede en la biblioteca entre los
muchos libros que hablan de ella, sino que corra por las calles del mundo y
espere donde vive la gente”. “Deseo que sean buenos portadores de la Palabra,
con el mismo entusiasmo que leemos en estos días las historias pascuales, donde
todos corren: las mujeres, Pedro, Juan, los dos de Emaús... Corren para
encontrarse y anunciar la Palabra viva. Se los deseo de corazón y les agradezco
todo lo que hacen”, concluyó. Fuente: Aciprensa. Mercedes de la Torre.